Tucumán: Violencia Institucional

La vida de Solana, en manos de la burocracia

No habla. No camina. Ya casi no llora. Hace seis años, cuando nació Solana, los médicos le diagnosticaron Síndrome de West. Es una encefalopatía (alteración cerebral) epiléptica de la infancia, grave y poco común. El médico dijo que se podía controlar. Pero desde hace seis años, su madre, Silvia Viviana Núñez, no puede controlar ni siquiera su llanto, su impotencia como afiliada al Subsidio de Salud. Su vida corre tras un expediente. Para conseguir hasta el más mínimo servicio de la obra social.

“Mi hija hace convulsiones a cada rato. El menor ruido le produce una crisis: los ojos se le van para atrás, se pone tiesa … Yo no puedo hacer nada. Salvo esperar que pase”, cuenta la mamá, empleada pública en uso de licencia. Como las convulsiones se hacían cada vez más frecuentes, el médico ordenó colocarle un “estimulador vagal”, un aparato que se coloca por debajo de la piel y que por estímulos eléctricos logra que las crisis se diluyan o sean más leves. Solana tiene más de 15 convulsiones al día y cada vez empeoran.

Contra el Gobierno
“El estimulador vagal fue pedido hace dos años por el médico, pero el Subsidio de Salud me lo negó, me contestó que no correspondía que me lo dieran. Entonces inicié una medida de amparo. ¡Tardó un año en salir la sentencia! Desde abril de 2012 hasta el 28 de junio de 2013. Y no salió contra el Subsidio de Salud sino contra el Gobierno de la Provincia”, contó.

El Ministerio de Salud derivó al caso al Siprosa. El expediente circuló internamente por las oficinas durante varios meses, sin lograr resultados. “Sólo cuando la justicia impuso una multa al Ministerio de Salud por falta de cumplimiento de la sentencia, compraron el estimulador vagal. Pero ahora tenemos otro problema: el gobierno no se hace cargo de la operación para colocarle a mi hija el aparato”. ¿De qué sirvió tanto esfuerzo?” se pregunta desconsolada.

La cirugía cuesta $ 35.000 más la internación. Silvia Núñez no quiere que a su hija la operen en el Hospital de Niños. “Solana tiene su neuropediatra infantil, que es el doctor Luis Pasteris, él conoce el caso de mi hija, no quiero cambiar de médico”, suplica.

 

Imagen : discapacidaddignidadtucuman.blogspot.com