Católicas por el Derecho a Decidir Argentina repudia la persecución y el hostigamiento por parte de sectores conservadores de la iglesia a las jóvenes Socorristas que realizaron una expresión artística el 8 de marzo, fecha en la cual se conmemora el crimen de 120 mujeres trabajadoras quemadas vivas por pretender derechos.
Somos mujeres católicas que trabajamos hace más de dos décadas por la vida y la salud de las mujeres en nuestro país, que hemos recorrido y formado parte de importantes avances en los derechos de las mujeres, siendo protagonistas de acciones en pos del pleno ejercicio democrático de la ciudadanía. Nuestra espiritualidad se manifiesta en el respeto a todas las expresiones, convencidas de que la libertad de expresión constituye un derecho fundamental de las personas y los colectivos en un marco político democrático, que debe asegurar protección jurídica en la medida que estas expresiones no pongan en riesgo la vida ni la libertad de otras personas.
Como mujeres católicas, entendemos que las acciones tomadas por la iglesia ante la performance en Tucumán, resultan desproporcionadas y lo único que logran es alimentar el odio y la violencia. Una manifestación que pretendió visibilizar, a través de una metáfora, una idea, no constituye una afrenta directa a nuestras más íntimas creencias. Es así, que desde nuestro lugar nos preguntamos: ¿qué tipo de Iglesia es la que pregona el escarnio público de unas muchachas que realizan una representación teatral, en el marco de una movilización social? ¿Es esta Iglesia que queremos aquella que toma revancha hacia una muchacha, que propicia su persecución pública a través de redes sociales y por otros medios?
La virgen María es una figura representada de formas diferentes por distintos sectores e ideologías. Para nosotras, María es un ejemplo de maternidad libre y consentida; una mujer valiente que al ser consultada por su maternidad asumió el compromiso que esto implicaría. Un derecho que hoy en día se le niega a la mayoría de las mujeres. María decidió, eligió la maternidad confiando que su decisión permitiría la llegada del mesías que liberaría a un pueblo sometido a la tiranía de un Imperio. Fue ella quien acompañó a Jesús en todo momento y su fortaleza fue el amor y el perdón, tal como su hijo lo predicaba, tal la iglesia que queremos.
En pleno siglo XXI, en el que se exponen diariamente a miles de niñas a vejaciones y violaciones, en la que la sociedad ha dado claras muestras de los daños que la intolerancia y los fundamentalismos han generado en nuestros pueblos, no tienen lugar las exigencias a que, quienes sostienen otras creencias y/o ideologías se retracten, tal como la inquisición lo hizo con Galileo Galilei en el siglo XVI.
Estas prácticas sancionatorias constituyen un claro retroceso en el que el conservadurismo más rancio nos pretende envolver y nada tienen que ver con nuestra espiritualidad. No podemos como sociedad, condenar y exigir a estas jóvenes que pidan perdón, ni perseguirlas y hostigarlas por expresarse. Eso claramente iría contra las enseñanzas de Jesús y María. Debemos también recordar que nuestra misma iglesia en su historia de 2000 años incurrió en hechos terribles, tales como alentar y promover guerras «santas», quemar mujeres por brujas, invisibilizar los abusos sexuales, disciplinar sexualidades mediante la tortura y el destierro.
Una performance busca movilizar distintas construcciones simbólicas, volver visible a través de una representación algunos supuestos y consensos. También busca interpelar(nos) y movilizar(nos). Desde allí debe ser debatida y respondida, desde lo que moviliza y cuestiona.
No queremos que los fundamentalismos religiosos nos impongan su moral sexual y una única visión del mundo. Nuestros cuerpos nos pertenecen, nosotras deseamos y decidimos sobre nuestras sexualidades, no queremos una maternidad obligatoria y desde allí demandamos al Estado democrático y laico las políticas públicas que nos permitan educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Cada mujer, organización, movimiento, busca el modo de promover este debate en la calle, en las escuelas, en las casas, en el congreso, sin que ello le signifique perder su trabajo, tener que pedir disculpas o sentirse violentada en las redes sociales.
Responder desde la censura y la persecución no es más que insistir en invisibilizar y esconder los principales conflictos y debates que son parte de nuestra democracia contemporánea. Nuestra comunión es con la libertad y con la justicia. Nuestra comunión es en solidaridad y acción a favor de la liberación y la autonomía de las personas y de una sociedad que respete todas las creencias y los derechos de todas y de todos.