Se sabe que el actual gobierno de Mauricio Macri le debe mucho de su reciente victoria electoral a los medios monopólicos que jugaron claramente a su favor, incluso haciendo “periodismo de guerra”, como reconoció hace pocos días el editor de Clarín Julio Blanck. Algunos de esos favores han sido pagados con la derogación de la Ley de Medios, pero los intercambios de favores no se han terminado. El verdadero “periodismo militante” no ha aflojado en su campaña acerca de la necesidad del ajuste, de las virtudes de la reducción del consumo y de la resignación frente a los tarifazos.
Muchas de las notas, casi publinotas de esta campaña ajustadora, van sin firma, pero también hay “periodistas” que no dudan en estampar sus nombres debajo de estas lamentables justificaciones mediáticas de los tristemente célebres dichos de Javier González Fraga: “Le hicieron creer a un empleado medio que podía comprarse celulares e irse al exterior”.
Y, no, no se puede, afirman. Ya se sabía que no se iba a poder desde diciembre de 2015. Y los diariosClarín, La Nación e Infobae se pusieron pedagógicamente al servicio del ajustazo. Van algunas capturas de pantalla de muestra, seleccionadas entre los cientos de “noticias” que militaron activamente el ajuste.
En enero ya se veía venir difícil el panorama. Aún Fraga no había dicho nada, pero se sabía que el dinero de un empleado medio no iba a alcanzar para mantener la dieta, la forma de vestir y los lujos exorbitantes de la “década ganada”.
En seguida se vinieron la ola de despidos y los primeros tarifazos de energía eléctrica. Así que los diarios tuvieron que explicarle a la población las ventajas de ambas decisiones gubernamentales. Los despedidos tenían que entender que se los echaba para que sean felices en otro lado, mientras que se rescatan los buenos viejos valores, las cosas simples de la vida: ventilador y pelopincho. Ni que hablar de irse de vacaciones.
A veces la justificación cobra ribetes casi metafísicos, paranormales, inverosímiles. Está bueno que los precios se hayan descontrolado porque así los argentinos aprendemos sobre temas financieros y subimos en el rating mundial (casi proféticamente, la góndola observada para aprender es la de los aceites).
También se podemos apelar a argumentos estéticos. No soy pobre, soy zen, feng shui, despojado.
Tal vez en el área donde más han descollado los medios en cuanto a creatividad haya sido la gastronómica. Si el asado es incomprable, marucha o fideos; si el aceite se va a las nubes, está bien porque igual hacía mal; si la fruta es un escándalo, fortalecer el estómago y comerla podrida. Todo es por tu bien, para que vivas 100 años.
Alcanzado el punto más bajo (hasta el momento) de poder adquisitivo de los salarios, con los tarifazos energéticos ya impactando plenamente y con los supermercados remarcando sin pudor hubo que apelar a niveles de creatividad superlativos. Y aquí los medios gráficos debieron sumar a sus aliados radiales y televisivos. Gracias Radio Mitre, TN y TV Pública.
La luz hace mal (el estudio indica que ratones a los que se los mantuvo seis meses bajo iluminación continua sufrieron alteraciones de conducta), a los chicos les hace bien aburrirse y pasar 15 días en el departamento de 30 metros cuadrados, resulta que el aceite no es tan bueno como creíamos antes de que llegara a 50 pesos el litro. Y aumentar el precio de la manteca puede salvar la vida de miles de conciudadanos, como en Dinamarca.
Así que ya saben, si aplican todas las recetas que buenamente comparten los medios de comunicación podrán ser como William y comer dos años con apenas cinco dólares. Tanto que nos reímos y avergonzamos con los freeganos y ahora resulta que pasaron a ser el modelo a seguir.
Imagen : niapalos.org.ar/ Notas