Pedofilia clerical

Destapó los abusos en la parroquia de Puerto Santa Cruz y lo dejaron solo

Yair, el ex novicio que denunció los abusos en la congregación  Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, no tuvo ni asistencia psicológica del Estado. La jueza Noelia Ursino ya está al frente del expediente y logró dar con el paradero de Nicolás Parma, a quien los feligreses de Puerto Santa Cruz conocían como el “Padre Felipe”.Resultado de imagen para nicolás parma el cura Felipe

Nicolás Parma era el cura “Felipe”, acusado de abusar de novicios en la Parroquia de Puerto Santa Cruz.

¿Qué tipo de asistencia puede estar esperando una víctima de abuso sexual? Además de un fallo condenatorio, se supone que el Estado le tiene que garantizar la protección, más aun en este caso, que lo enfrenta a un poder tan grande como el que tiene la Iglesia, que hasta el momento no apartó a sus curas acusados de abusar de menores. Se supone que tiene que tener asistencia psicológica, que no tuvo, o que al menos no lo van a revictimar haciéndole repetir su relato siete veces, como ya lo hizo.

Yair tenía menos de 16 cuando fue víctima del cura de la localidad de Puerto Santa Cruz, Nicolás Parma, conocido como “Padre Felipe”.  Se había unido a la congregación en Salta, su provincia, y desde ahí lo mandaron hasta la localidad de Puerto Santa Cruz, para que se convirtiera en sacerdote. Durante su estadía hubo mucha violencia sexual, que incluyó a otros novicios. En medio de una fuerte depresión, fantaseando con la idea de morirse,  Yair decide volverse a su provincia y contarle todo al fundador de la congregación.

Cuando pudo finalmente denunciar a Parma ante el cura Rubén Rosa, éste le restó importancia y le pidió que callara, que perdonara a su abusador y que no hiciera quedar mal a su congregación. La cosa no quedó ahí, sino que más tarde Rosa le pidió al joven que se dejara revisar para la detección del varicocele. Después se supo que con ese ardid, había un tendal de víctimas de abuso.

A todo esto, en 2012 el padre “Felipe” abandonó Puerto Santa Cruz y fue llamativamente trasladado de apuro a un destino no develado. Entonces, el Concejo Deliberante de esa comuna de la zona centro lo despidió deshaciéndose en halagos que plasmaron en un Proyecto de Resolución.

Recién en julio del año pasado, el expediente de Parma llegó al juzgado de Noelia Ursino, en Puerto Santa Cruz. La jueza, que tiene su prioridad en las causas de abuso sexual, logró en estos meses localizar al cura en Barcelona y notificarlo de su imputación. La marca que dejó Parma en la localidad llegó a tal punto que, según trascendió, la defensora oficial se excusó de intervenir en el caso y alegó amistad con el acusado.

Hoy Yair tiene 22 años y hace artesanías, como sus papás. Eso antes no le interesaba, hasta que cuando salió de la comunidad religiosa, y tuvo experiencia en trabajos ordinarios, se dio cuenta de que crear y vender le daban una libertad inigualable.

“Tenía 14 cuando entré a la comunidad. Había ido a un campamento en el que hicimos fogatas de noche, veíamos películas y cuando terminó le dije a mis viejos que yo quería vivir así, que hicieran los papeles porque yo me iba. Y me dejaron” cuenta.

En la Iglesia Exaltación de la Santa Cruz, Yair hizo el postulado, y a los 19 años hizo la denuncia por abusos. “Fui a Buenos Aires y hablé con un ex hermano que se llama Juan, y me dijo que haga el Testimonio. Lo escribí, lo llevé a la Iglesia y después a la Ciudad Judicial en Salta”.

Ese documento fue a parar al Vaticano, pero nunca hubo una respuesta. Sólo llamados para que ratificase una y otra vez lo que había vivido. En su declaración, Yair habla de otros pibes que sabe que fueron abusados y de otros que él cree que quizás también.

Mientras recorre este camino, la única ayuda que recibió vino de la Red de Sobrevivientes de Abuso Sexual Eclesiástico. “Muchas veces me arrepiento de haber hecho la denuncia porque es un circuito que dura años y yo preferiría olvidarme”.

Yair dice que no está al tanto de la causa, que ya hizo su parte y que su expectativa es, en todo caso, que se les retire el Ministerio, que ya no puedan dar misa ni confesar.

“Mi visión de la Iglesia es que está podrida. Es todo un engaño. Ibamos a los pueblitos y la gente nos recibía como dioses, nos daba lo que no tenía y nosotros íbamos con un cuento que andá a saber si los ayudaba. Me siento un hijo de puta” dice, reconociendo que para sus padres creyentes, el tema también causó una gran desilusión y confusión.

En la denuncia que hizo, él acusa a los curas Parma y Rosa, pero sabe que está “lleno de encubridores” a los que si bien no nombra, en su momento “les pedí ayuda y no hicieron nada”.

Sobre fines del año pasado, el fundador de la congregación, Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, fue liberado por el juez salteño Félix Costas, hasta tanto se celebre el juicio en su contra. Rosa está acusado de haber abusado de varios novicios, pero además, de enriquecerse con los fondos de la congregación. De las dos acusaciones, el Vaticano sólo se preocupó por la segunda.

Mientras tanto que Nicolás Parma, seguirá en libertad hasta tanto avance la causa que lleva adelante Ursino, quien todavía debe reconstruir la verdad material de los hechos y allanar el camino para llamarlo a indagatoria.