Mundial de Fútbol 2014

Comprar sexo no es deporte

La celebración de la Copa del Mundo en Sudáfrica incrementó los delitos de trata de personas en el país, especialmente mujeres y adolescentes, que representan el 80%  de las víctimas de explotación sexual.mundial_trata_01

Tal como ya ha sucedido anteriormente, los eventos deportivos de masas crean un ambiente propicio para este delito, lo que incrementa la situación de vulnerabilidad de mujeres y menores y ofrece oportunidades de negocio para explotadores, traficantes y pedófilos. A pesar de la evidente relación directa que existe, entidades deportivas como la FIFA, para la que este evento representa miles de millones de euros de beneficio, deciden quedarse al margen o abordan la cuestión de manera residual.

Desde hace meses, se viene haciendo propaganda del cuerpo y la sexualidad de las mujeres. Adidas, patrocinador oficial de la Copa del Mundo, lanzó dos camisetas con este «concepto» que retiró a petición del gobierno brasileño por la apología que hacían del turismo sexual. Sin embargo, la propaganda continúa. Las casas de prostitución, aun estando prohibidas por la ley brasileña, anuncian sus servicios en vayas de publicidad de varias de las sedes del Mundial como Fortaleza y Sao Paulo, Florianópolis, en los periódicos y en Internet.

El debate en Brasil está de actualidad gracias al proyecto de ley presentado para regularizar esta práctica; pero que no está diseñado ni para garantizar los derechos de las mujeres, ni para resolver la situación de estas mujeres. Con solo seis artículos, el proyecto de ley, pretende separar la prostitución “por elección” de la explotación sexual, lo que pretendería legitimar el trabajo sexual como un servicio más que puede ser comercializado y que podría suponer la despenalización del delito de proxenetismo.

Desde que se iniciaron las grandes obras para poder albergar este Mundial 2014 se ha producido un aumento considerable de las denuncias y los casos de explotación sexual, como las producidas alrededor de la construcción del estadio, Arena Castelão en Fortaleza. Los casos denunciados afectan a menores de edad en un contexto de pobreza extrema, que se prostituyen a cambio de un plato de comida o 10 reales. El Gobierno brasileño ha invertido miles de millones para construir el estadio, pero no ha invertido lo suficiente en la lucha contra la explotación sexual y en garantizar condiciones de vida digna a la población de los alrededores, que tiene el derecho a la salud, la vivienda, la nutrición y la educación.

Esta es una imagen diametralmente opuesta a la que debería ofrecer Brasil en la Copa del Mundo. La situación de desigualdad y pobreza hace que las mujeres y las niñas sean un blanco fácil para los reclutadores de las redes de prostitución. Las mujeres atrapadas en la industria del sexo son un factor crucial para impulsar el negocio del entretenimiento y el turismo, generando beneficios para empresas y para gobiernos extranjeros. Estas conexiones son de carácter estructural y no solo un efecto secundario de la lógica de grandes eventos y mega-proyectos.

Los cuerpos de las mujeres y el sexo están mercantilizados; legitimar esta práctica sin cuestionar el papel de los hombres, el capital y el Estado, es una trampa cuyo resultado es la opresión de las mujeres. Para luchar contra ello, las organizaciones de mujeres brasileñas se están movilizando durante el inicio de este mundial para visibilizar la cara oscura de este negocio y es que comprar sexo, no es deporte.

Imagen : Infojusnoticias.gov.ar