Ciudad de Buenos Aires

Comienza el juicio oral por el incendio del taller clandestino de Caballito

El juicio oral por el incendio del taller textil ocurrido el 30 de Marzo de 2006 en Caballito, en el que murieron seis personas, cinco de ellas menores, comenzará el lunes, con la expectativa de lograr una condena por homicidio doloso.taller incendio caballito marcha.org.ar

Sobrevivientes y familiares de las víctimas aseguraron hoy que esperan que se condene a los capataces imputados y que se juzgue también a los dueños del inmueble y de la marca para la que producían.

«Estos diez años fueron muy dolorosos para nosotros. No podemos entender cómo, habiendo tantas pruebas de cómo trabajábamos y vivíamos en el lugar, todavía no haya nadie preso. Éramos prácticamente esclavos», afirmó Luis Fernando Rodríguez Palma, papá de Harry, un niño de cuatro años fallecido en el incendio.

Con voz suave pero firme, Rodríguez Palma describió hoy, en una conferencia de prensa realizada en la Legislatura, las condiciones de vida en el taller clandestino que funcionaba en Luis Viale 1269, donde vivían al momento del incendio 67 personas, 22 de ellos niños.

El taller era manejado por Luis Sillerico Condori (boliviano) y por Juan Manuel Correa (argentino), que contrataban a los costureros, controlaban el trabajo y pagaban. El inmueble era propiedad de Jaime Geiler y Daniel Fischberg, quienes proveían la materia prima y compraban la producción.

El edificio tenía el taller en la planta baja y, además, un primer piso y un entrepiso donde estaban las «habitaciones»: espacios de un metro cuadrado separados entre sí por telas o nylon.

«Todos compartíamos un baño, había que hacer cola para todo y la ducha sólo tenía agua fría. Trabajábamos de 6 de la mañana a 2, porque como cobrábamos 70 centavos por prenda, todos queríamos trabajar mucho», recordó Rodríguez Palma.

Luis Fernando y su mujer Sara Gómez habían llegado desde Bolivia en 2005 con sus hijos Kevin y Harry. Tras contactarse con Luis Sillerico Condori, a quien conocían de sus pagos, les propuso trabajo, alojamiento y comida en el taller.

«Primero éramos tres familias nomás, pero después fue llegando más y más gente, y ya veíamos que la situación se ponía fea; muchos se enfermaban, un niño casi se electrocuta y nos queríamos ir, pero no nos pagaban entonces no teníamos a dónde», recordó Sara, «Nosotros veíamos que venían los inspectores, recibían su paga, o se llevaban ropa, y allá se iban contentos, todos se hacían los ciegos».

Lourdes Hidalgo, también había llegado de Bolivia en 2005 y comenzó a trabajar en Luis Viale en enero de 2006: «Cuando conocí el lugar pensé que era una fábrica, era muy grande. Empecé a trabajar muy contenta, y cuando se cumplió el mes me dijeron que la paga se hacía cada tres meses», recordó.

Y continuó: «Yo alquilaba una pieza, pero como no tenía dinero la tuve que dejar, entonces Luis (Sillerico) me ofreció ir a vivir arriba del taller. Cuando llegué me llevaron al entrepiso y me dieron un rollo de tela ‘para hacer mi habitación'».

«Yo me quejé, y también reclamaba por lo del baño, y me dijeron que me fuera, nomás. Pero no me daban la paga, entonces yo me quedé a terminar 400 prendas porque me dijeron que después de eso me pagaban y me iba. Mucha gente no entiende eso y te dicen, pero si la puerta estaba abierta por qué no te ibas, pero es que si no tienes dinero no tienes dónde ir más que la calle», relató.

El 30 de marzo de 2016, pasadas las 16, Lourdes se encontraba en el primer piso, recostada mirando una novela porque no se sentía bien, cuando escuchó los gritos de los niños y comenzó a ver el humo.

«Fui hasta la pieza de Luis Fernando porque de allí salía mucho humo y vi los colchones que se quemaban, había uno de los nenes, Kevin, lo agarré y me lo llevé conmigo gritando lo que estaba pasando. Abajo casi no nos escuchaban porque la radio estaba muy fuerte para evitar que los costureros se durmieran», recordó.

El incendio se originó por el recalentamiento del sistema eléctrico precario, que prendió fuego el cable de un televisor y se propagó rápidamente en el primer piso. Cuando los costureros intentaron subir a rescatar a los menores, el humo y la oscuridad se los impidió.

Además de Harry murieron Juana Vilca Quispe, de 25 años, quien estaba embarazada; Elí­as Carbajal Quispe, de 10; Rodrigo Quispe Carbajal, de 4; Wilfredo Quispe Mendoza, de 15, y Luis Quispe, de 4.

El juicio oral, que se realizará en el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5 a partir del lunes a las 8 de la mañana, llega tras una intensa labor de los sobrevivientes, representados por Gabriel Chamorro (en la causa civil) y Miriam Carsen en el proceso penal.

«Los únicos procesados en el juicio son Sillerico y Correa. En dos oportunidades la justicia de primera instancia intentó cerrar la causa con juicios abreviados por ‘estrago culposo seguido de muerte’, en los que la fiscalía negoció con ellos que acepten la culpa a cambio de tres años de prisión en suspenso», recordó el abogado Chamorro. «Apelamos y logramos el juicio oral en el que pediremos que se los responsabilice de homicidio con dolo eventual, pero también apuntamos a demostrar que se dio el delito de ‘reducción a servidumbre'».

El letrado señaló también que, durante el debate oral, espera reunir prueba suficiente para que procesen a Jaime Geiler y Daniel Fischberg, «a quienes ni siquiera se los citó a declarar, y que se investigue qué pasó con la falta de controles de parte del Gobierno de la Ciudad», afirmó.

 

Imagen : la tercera posición.com.ar