Así lo pudo saber PRIMERA?EDICIÓN en base a sus fuentes, quienes explicaron que el acuerdo fue firmado en las últimas horas por la defensora oficial Criseida Moreira, representante legal de Espíndola, y el letrado Alberto Oliva, titular de la fiscalía del Tribunal Penal 2 de la Primera Circunscripción Judicial, con asiento en Posadas.
Ante el correspondiente trámite, sólo resta la homologación del tribunal encargado de juzgar al acusado, algo que los especialistas dan por sentado que sucederá en las próximas horas. Es que Espíndola no tenía escapatoria: todas las pruebas estaban en su contra.
Quebró el silencio
Tal como este Diario publicó el pasado martes 13 de octubre, el TP 2 a cargo del magistrado Roque Martín González había fijado como fecha de inicio del debate el próximo martes 3 de noviembre a las 8.30. Ese sería el puntapié inicial para un juicio que tenía previstas tres jornadas.
Sin embargo, ayer, todo cambió. Espíndola dio un giro a esa situación y se presentó ante el fiscal Oliva acompañado por Moreira, su defensora. Y por fin, después de más de un año de silencio, decidió hablar.
Como marca la normativa ante este tipo de casos, Espíndola finalmente confesó el hecho y aceptó un juicio abreviado por el que recibió una condena de cadena perpetua. Acusado de “homicidio calificado por la relación de pareja y por ser cometido mediando violencia de género (femicidio)”, enfrentaba una sentencia similar en caso de ir al banquillo y ser hallado culpable. Claro que eso hubiese significado además la exposición pública, algo que finalmente logró evitar.
Así las cosas, Espíndola pagará ahora esa condena en uno de los complejos carcelarios del Servicio Penitenciario?Provincial, probablemente en la Unidad Penal 1 de Loreto, una vez que la pena sea oficializada por el Tribunal Penal 2.
Horror en Candelaria
Insólitamente, aunque intentó ocultarlo todo, fue el propio acusado quien encendió el alerta y permitió esclarecer el hecho. Espíndola se presentó a las 18 del miércoles 12 de marzo de 2014 en la comisaría de Candelaria -a 20 kilómetros de Posadas- para denunciar que su concubina había salido rumbo a Profundidad el sábado anterior para asistir a un baile. Agregó que sospechaba que se había ido con otro hombre. En otras palabras, que lo había abandonado junto a su hijo.
Los policías tomaron nota del asunto, pero sospecharon del hombre. Fueron un poco más allá y enseguida pudieron establecer que en noviembre de 2013 el Juzgado de Paz de Candelaria había dictado una orden de exclusión para Espíndola por denuncias de violencia de género radicadas por Macedo. No obstante, al parecer, la joven lo había recibido nuevamente porque no tenía dónde vivir.
Ese antecedente llevó a los efectivos de la Dirección de Homicidios y de la Secretaría de Apoyo para Investigaciones Complejas (Saic) del Poder?Judicial de regreso a la casa del barrio San Jorge de la antigüa capital.
Y así fue como el miércoles 13 de marzo el magistrado César Yaya, titular del Juzgado de Instrucción 2 de Posadas, ordenó la detención del sospechoso. Los policías lo levantaron del sillón en el que tomaba tereré, sobre una carpeta de cemento recién hecha, y lo trasladaron hasta la comisaría local.
Al día siguiente comenzó la búsqueda de pruebas. La comitiva policíaco-judicial buscó y buscó en distintos puntos del barrio, hasta que alguien notó ese piso recientemente construido. Llevó varias horas de trabajo destruirlo. Pero valió la pena: debajo estaba el cuerpo sin vida de Macedo, que había sido asesinada mazazos y posteriormente enterrada bajo el cemento.
El horror quedó al desnudo y golpeó una vez más. Y no fue todo. Es que más tarde se pudo establecer que Espíndola le pidió al hijo de la pareja que lo ayudara con aquel piso de cemento. El adolescente no sabía que era la tumba de su madre.