La organización Amnistía Internacional acusó a Turquía de cometer abusos contra los derechos humanos a gran escala, durante la represión de las protestas contra el gobierno que tuvieron lugar en el verano europeo.
Investigadores del organismo aseguraron que se utilizaron «municiones vivas», en lugar de salva, contra los manifestantes. También señalaron que varios de ellos fueron golpeados brutalmente y algunas mujeres fueron abusadas sexualmente.
Los disturbios se registraron en mayo, en el marco de las protestas contra un controvertido proyecto de reurbanización de la plaza Taksim, en el centro de Estambul, que también implicaba modificaciones al aledaño parque Gezi.
Los activistas contra el proyecto consideraban que éste atentaba contra normas medioambientales básicas.
El informe de Aministía, de sesenta páginas, concluye que el accionar del gobierno durante las semanas de disturbios constituyó una negación del derecho a la libre agrupación y expresión de los ciudadanos.
Hasta el momento, las autoridades turcas no ha respondido a las acusaciones.
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