Alarmante: una de cada 10 mujeres sufre acoso sexual en su trabajo

El acoso sexual se caracteriza por un repertorio de conductas como chistes obscenos, miradas lascivas, invitaciones sexuales directas o amenazas, que son padecidas con desagrado y humillación por las víctimas. En el ambiente laboral estas situaciones suelen estar acompañadas por «promesas» de ascensos o mejoras salariales en forma de chantajes que al no ser aceptadas generan represalias y mayor agresividad. Despidos, abusos y enfermedades forman parte del mismo problema.

«El impacto sobre la salud de la víctima depende de la duración del acoso, la intensidad de la agresión y de la propia estructuración psíquica y fortaleza del yo al momento de enfrentar la situación», se indica en el informe de la OAVL, precisando que «cuando el acoso en cualquiera de sus formas es reciente y persiste en la víctima la ilusión de resolución, los síntomas son similares a los de estrés, con insomnio, migrañas, cansancio, etcétera».

Asimismo, el trabajo explica que «a medida que la situación persiste en el tiempo, surge el sentimiento de culpabilidad ya que al no poder tramitar en el afuera dicha situación la interpretación del hecho traumático está ausente y la persona se repliega sobre sí misma intentando buscar en soledad las razones del atropello, proceso reforzado por la falta de palabra, dada la incomunicación generada por vergüenza o temor a la falta de credibilidad».

«Este panorama genera un estado de depresión con pérdida de interés por todas las actividades que la persona realizaba hasta ese momento y la ausencia de deseo», sostiene el informe. Luego, las consecuencias son alarmantes, porque los trastornos psicosomáticos son generadoros de problemas digestivos (úlceras, gastralgias), endócrinos, siendo común las enfermedades en la piel, disfunciones vasculares o desequilibrios de presión arterial.

Como respuesta a estas situaciones, se recomienda la participación de los empleados en la organización del trabajo, así como mecanismos transparentes de ascenso y recategorización, tanto como vías de comunicación que actúen vertical y horizontalmente en el intento de erradicación de este flagelo.

En el análisis de la OAVL se destaca que el trabajo doméstico en casa de terceros es una actividad paradigmática de este problema. «Concita a los sectores más vulnerables de la sociedad ya que quienes la desarrollan son principalmente mujeres, pobres y migrantes. Para entender la importancia de esta actividad para la mujer, basta decir que más del 20% de las mujeres asalariadas del país está ocupada en el sector doméstico. Hoy esta actividad está totalmente feminizada, ya que pertenece a dicho género el 97% de la fuerza laboral», explica el trabajo.