" Mocha Celis"

Una escuela reivindica los derechos de las personas trans argentinas

» Bigender», «Transgender» y «Transsexual» son algunos de los términos que las y los estudiantes del bachillerato popular «Mocha Celis» aprenden en clases de inglés, en la primera escuela del mundo para transexuales, ubicada en Buenos Aires.bachillerato mocha celis

«Mocha Celis» no se rige bajo un pensamiento binario: su mundo no se divide en hombres y mujeres, rosa y azul, coches (autos) y muñecas.

El bachillerato, fundado en 2011 por Francisco Quiñones, Agustín Fuchs y Vida Morant, y que ya fue replicado en Brasil, está ubicado en el barrio capitalino de Chacarita y funciona en el quinto piso de la Mutual Sentimiento, un edificio abandonado que fue recuperado por una asamblea barrial en 2001.

El proyecto comenzó a pensarse cuando Quiñones conoció que el 70 % de las personas trans argentinas no termina su educación secundaria, de acuerdo con cifras de la activista Lohana Berkins.

Berkins también ayudó a elegir el nombre del bachillerato, que hace referencia a una persona transexual argentina que fue asesinada por policías que la chantajeaban para poder estar en la calle.

Quiñones explicó a Efe que cada vez que Celis caía presa, sus compañeras de celda le enseñaban a leer y escribir, y que es por «ese acto educativo popular» que quisieron recordarla, «porque de alguna manera refleja la realidad de las personas trans en Argentina».

Las clases comenzaron a dictarse en marzo de 2012, y el bachillerato tomó impulso cuando, dos meses después, la comunidad LGBT de Argentina celebró la sanción de la Ley de Identidad de Género, que permite, entre otras cosas, que las personas trans sean inscritas en sus documentos con el nombre y el sexo de elección.

«Se decidió incorporar (el tema de género y sexualidad) a todas las materias: en inglés se enseña vocabulario LGBT, en matemática, a leer los números de un análisis clínico y en historia, se habla de las minorías», señaló Maryanne Lettieri, profesora de inglés.

«No nos olvidemos que también tenemos chicas y chicos que no pertenecen a la comunidad LGBT y que están aprendiendo al unísono», agregó.

Varias personas trans que concurren al bachillerato sufrieron acoso o discriminación en la escuela, por lo que debieron dejarla en su adolescencia y retomarla en su edad adulta.

«Muchas veces, el alejamiento de la educación fue porque no había lugares adecuados para estudiar, porque tenías que responder a un nombre que no correspondía, o pasar por la discriminación de ir a un baño de varones», explicó Alma Fernández, una alumna que en su niñez dejó la escuela, no por discriminación, sino por la situación económica de su familia.

«Para nosotras, venir a la escuela es recuperar una etapa perdida, porque en la edad en la que acá se cursa el secundario, nosotras tenemos que estar prostituyéndonos en una esquina para sobrevivir en un sistema que nos obligó toda nuestra vida a vivir en la ilegalidad», expresó.

Además de funcionar como centro académico, «Mocha Celis» es un lugar de formación política: «Generamos un poco de militancia para ocupar lugares que otros (personas heterosexuales) toman por nosotras en la sociedad bajo los argumentos de que no estamos preparadas, no sabemos hablar, somos ‘barrabravas’ (ultras) o ‘perros que ladran'», explicó Fernández.

Los salones cedidos por la Mutual Sentimiento son mantenidos por recaudaciones que realizan el equipo docente y directivo, ya que, si bien el título de la escuela es oficial, el bachillerato, que es público, no cuenta con financiación integral del Estado.

En los pasillos hay carteles que indican leyes, conciencian sobre la importancia de los exámenes médicos y recuerdan a referentes de la comunidad, como Berkins, quien fue líder de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual.

Durante los tres años que dura la educación que ofrece «Mocha Celis», las alumnas y los alumnos se mantienen cerca de docentes y directivos, por lo que el bachillerato continúa siendo un espacio de referencia una vez que se titulan.

Quiñones denunció que, a pesar de que las personas trans salen del bachillerato muy capacitadas, las empresas no las toman (contratan).

«No hay acceso al trabajo, a la salud, a la vivienda de la misma manera que las demás personas simplemente por prejuicio o desidia, y sobre todo porque hubo históricamente una persecución del Estado cuando debería haber reparación», detalló el director.

Se cuestionó «qué van a hacer las compañías ahora», porque en el bachillerato ya demostraron que «es posible» y que los y las estudiantes «tienen capacidades».

«Para la sociedad es más importante darte un preservativo que un trabajo real y seguro. La expectativa de vida en nuestra comunidad es de 35 años, nos estamos muriendo y al Estado parece que no le importa. Por eso abrazo este lugar y lo cuido, porque si cierra, vamos a volver a las calles», concluyó Fernández.

Imagen : minutouno