El 10 de enero de 2001, arrojaron a Marcelina de un tren en movimiento por boliviana. En esa fecha, y desde 2012, se conmemora el Día de las Mujeres Migrantes.
Estaba a punto de llegar a Avellaneda -cuando aun tenía ese nombre y no el de esos dos pibes que son sinónimo de lucha-. Al notar que el tren estaba por arribar a la estación, Marcelina acomodó a Joshua Torres, de 10 meses. Lo llevaba al Hospital Fiorito. Una curva, el espacio angosto de la formación y un pesado bolso hicieron que la joven rozara a un pasajero. «¡Boliviana de mierda!”, escupió. Las últimas palabras que la mujer y el pequeño escucharon fueron a los gritos y altamente racistas. Unos 15 minutos después, perecieron en las vías: un empujón adrede, un ataque xenófobo y un vagón lleno de cómplices.
El ataque xenófobo contra Marcelina puso en evidencia la peligrosidad que conlleva ser mujer, pobre y migrante, condiciones que cuando se suman en una sociedad patriarcal, restan vidas; añaden violencia y multiplican agresiones.La Ley Nº 4409, que fue sancionada en 2012 por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, valora y resalta el aporte realizado por las migrantes en la construcción de nuestra propia identidad como sociedad diversa y multicultural, además de visibilizar las problemáticas que existen en torno a ellas, en la búsqueda de soluciones. Casi 10 años antes, en 2003, se promulgó otra que en materia de Derechos Humanos es paradigmática.
La Ley Migraciones (Nº 25.871), que ya cumplió una década, “entiende por inmigrante todo aquel extranjero que desee ingresar, transitar, residir o establecerse definitiva, temporaria o transitoriamente en el país conforme a la legislación vigente” y establece que el derecho de trasladarse es esencial e inalienable de la persona, garantizado sobre la base de los principios de igualdad y universalidad”.
Con un marco legislativo que apunta a la igualdad, y la sociedad civil bregando por el cumplimiento de las normas, tenemos herramientas suficientes para construir esa sociedad que todas/os desean: Una en la que quepan todos los mundos.