Son mujeres que deciden no ser madres, mujeres que nadan contra la corriente y que defienden su estilo de vida, otras se arrepienten en el camino y ya es tarde.
Cuando ellas salieron a la luz, comenzaron a trabajar, a proveer en sus hogares, a tener derechos y hasta a hacerse cargo de más de una cosa por vez, empezaron a replantearse el hecho de postergar la maternidad y hasta de suspenderla en sus vidas.
Ya casi una tendencia en países desarrollados, aunque los latinos no se quedan atrás. En el 2011 Argentina alcanzó su tasa de natalidad más baja de la historia. Un estudio del Unfpa (Naciones Unidas) reveló que el país tiene un promedio de 2,4 hijos por mujer. Al parecer, esta disminución más la extensión de la esperanza de vida conforman una pirámide poblacional invertida.
Esta cifra era de 7 descendientes por mujer en 1895, en 1914 disminuyó a 5,3, y en la década del 50 rondaba los 3,2. En los 90 ese número siguió cayendo a 2,8, alcanzando su menor índice en la última medición.
Además, de acuerdo con el estudio, el 39% de las mujeres de hogares no pobres no tiene hijos, y entre quienes son madres, el 84% tiene entre uno y tres hijos, y sólo el 16% tiene más de cuatro.
Por otro lado, muchas de las mujeres referentes han elegido no ser mamás. El caso más popular fue el de Cameron Díaz. La actriz afirmó, para una revista, que la vida es mucho más sencilla sin hijos y además aseguró no estar arrepentida de haberse negado a la maternidad, ya que considera que no le hacen falta hijos para ser totalmente feliz.
“Tener un niño supone un trabajo inmenso. No me gusta la idea de ser responsable de otras vidas más allá de la mía. Lo cierto es que es una decisión que me ha puesto las cosas más sencillas. Un bebé supone estar pendiente todo el día, cada día, durante al menos 18 años. Así que no tener uno sí hace las cosas más fáciles, aunque eso no significa que sea una decisión fácil de tomar”, expresó Cameron Diaz.
Por eso MDZ Femme consultó con una especialista, la psicóloga mendocina Eva Victoria Rodríguez nos ayudó a entender este fenómeno que crece a pasos agigantados.
-¿Con qué tiene que ver el deseo de no asumir este rol?
-En realidad, mas que un deseo es una falta de tal. Comúnmente creemos que la maternidad es algo instintivo, y hablamos del “instinto materno” para todo tipo de situaciones cotidianas: desde las ganas de ser madre, hasta la forma natural de cambiarle los pañales o interpretar el llanto del bebe o niño.
También cuando a la mujer se le empieza a «despertar su reloj biológico” y le surgen unos deseos incontrolables de ser mamá (después de los treinta o llegando a los cuarenta generalmente) creemos que lo que hay detrás es algo primitivo y que si no se satisface generará fuertes frustraciones y depresiones el día de mañana.
“La realidad es que el instinto materno como tal no existe. De hecho casi ningún instinto queda ya incorporado en nuestra información genética».
Los hemos perdido con la culturalización. Esto significa que con el correr de la evolución humana la vida en sociedad se transformó en un espacio seguro donde no tenemos que preocuparnos por conservar la especie, permanecer vivos, ni por cuidar a nuestros cachorros.
Entonces, las mujeres no tenemos el instinto de ser madres, tenemos la necesidad de ser madres. Y esta necesidad tiene que ver con imposiciones y deberes sociales, culturales, familiares, personales, etc.
Ojo, también en muchos casos hay una elección de fondo; no es solo cumplir con las expectativas sociales. Muchas mujeres pueden construir el deseo de ser madres, diagramarlo y programar la maternidad.
Y ahora sí, contestando a tu pregunta, muchas mujeres no tienen esta necesidad por motivos que pueden ir desde lo más íntimo (sus propias experiencias de vida), lo familiar (su proyecto pasa por otro lado), lo social (están abocadas a desarrollar otros aspectos de su vida), entre otras cosas.
-Esa una decisión que no tiene reversión, ¿qué pasa si ellas se arrepienten?
-Bueno, esta es una muy buena pregunta. Sucede en la actualidad que vivimos un tanto desconectados de nosotros mismos. Aunque estamos tecnológicamente más conectados que nunca, de «I am» nada.
“Vivimos alejados de nuestra intimidad, distanciados de nuestro ser, sin tiempo para conocernos.”
Corremos de un lugar a otro, corremos una carrera universitaria, cambiamos de trabajo, crecemos profesionalmente, conquistamos logros materiales, los publicamos on line, obviamente, volvemos a cambiar de trabajo, conseguimos las cosas que todo el mundo debería querer y nos sentimos súper bien cuando subimos la fotito a Instagram.
Pero de las necesidades internas poco conocemos, de los llamados de nuestra vocación, nuestros llamados a “ser en el mundo”, esa voz interna que nos habla y empuja a vivir una vida auténtica.
Esa voz pide cambios de conducta y tomas de posición en el presente, hoy, ahora. Lamentablemente con tanto ruido social y tecnológico nos hemos vuelto sordos. No es escuchada, probablemente ni siquiera registrada.
“La maternidad es un deseo que tiene que ser detectado a tiempo, porque depende de nuestro cuerpo y nuestra capacidad biológica.”
Requiere planificación, energía y espacio en nuestra vida para poder ser desarrollado de forma sana. Si no estamos en contacto con nosotros mismos, difícilmente podremos oír este llamado, si es que estuviese.
Cuando una mujer se arrepiente de no haber sido madre cuando todavía era joven, en realidad debería arrepentirse de no haberse oído a tiempo, de no haberse conocido ni podido planificar sus necesidades.
-¿Cómo justifican las mujeres esta decisión?
-Si es una decisión tomada a conciencia, con pleno uso de la voluntad y la perspectiva a futuro, no es necesario justificarse. Es una decisión personal, una postura frente a la vida sobre la que nadie externo debería tener voz ni voto.
Incluso a veces sucede que las parejas se desarman porque los integrantes tienen distintas posturas sobre la parentalidad, ¡y en buena hora que así sea! Es preferible no tener hijos, que tenerlos en un entorno de crisis o por satisfacer a la pareja.
El problema viene cuando esta decisión no la toma uno, sino que “la decisión nos toma a nosotras”. Entonces pasan los años de la fertilidad y estábamos demasiado ocupadas construyendo hacia afuera, distraídas con el proyecto laboral, profesional, social y no programamos el familiar o personal.
Conozco muchas mujeres que a los 40 triunfaron profesionalmente, lograron puestos gerenciales, hicieron crecer su emprendimiento o llegaron al techo de su labor, entonces quieren ser madres. Para muchas de ellas será tarde.
“La maternidad es un estilo de vida que debe elegirse, planificarse, estudiarse, y desearse.”
Es una ocupación que nos acompañará de forma activa por lo menos durante 20 años. Después se alivia un poquito, pero es un puesto al que no podemos presentarle la renuncia.
-¿Tiene que ver con prioridades o quizás con alguna frustración?
-Sí, esto viene a colación de lo que hablábamos anteriormente. La vida vivida de forma consciente se ordena según una escala de valores que es personal. A la hora de planificar una familia si alguien tiene puesto, por ejemplo, su trabajo, el dinero, los logros materiales o el éxito social en primer lugar no puede poner a un hijo en ese primer lugar. Por ende, esa persona no prioriza el proyecto familiar. Esto no es criticable, no es reprochable ni podemos hacer un juicio de valor sobre esta elección, ya que es personal.
En la actualidad se está trabajando desde los ámbitos escolares en instruir a los niños desde pequeños en la educación en valores, para acortar el camino que nos separa de nuestra postura auténtica y personal frente a la vida.
En el mundo hay lugar para todos, los que priorizan ser padres y los que priorizan otra cosa. Mientras la elección sea auténtica y elaborada desde el interior no debería generar frustraciones.
-Por lo general, ¿ellas toman esta decisión porque están solteras o a veces es en pareja?
-Hay de todo. Hay mujeres solteras que se embarazan porque quieren ser madres, se someten a donación de esperma, comparten la parentalidad con un amigo, etc.
También hay mujeres solas que prefieren no asumir esta responsabilidad si no tienen un compañero. Hay otras que buscan desesperadas un hombre y a veces se embarazan del primero que se cruzaron. Hay parejas que programan los hijos y hay parejas que no los programan.
“Algunos tienen niños por inercia, porque ya estuvieron de novios, se casaron, compraron el auto, la casa y ahora hay que seguir con el paso que sigue.”
Otros tienen hijos cada vez que entran en crisis, con la idea fantástica de que el niño salvará la estructura del matrimonio. Grave error, la pregunta es ¿quien lo salvará al niño?
Y si, también hay parejas que juntos eligen no tener chicos. Podemos citar el caso de Quino, por ejemplo, quien no tuvo hijos porque junto a su mujer consideraron que el mundo de hoy no es un lugar al que quieran someter a un niño.
-¿Qué hay que pensar antes de tomar estas decisiones?
-Siempre en la vida uno tiene que preguntarse primero si “yo puedo”, y después si “yo quiero”. Si mis condiciones contextuales, económicas, afectivas, familiares, etc, no son apropiadas no deberíamos someter a un nuevo ser a nuestras dificultades.
Ahora bien, una vez que determiné que “yo puedo”, deberíamos preguntarnos si verdaderamente queremos.
“Este debe ser un llamado interno, un deseo genuino de ser padres o madres, programado, planificado y disfrutado. No estamos obligados a ser padres, el llamado puede no estar.”
Sin embargo es bueno preguntarse a tiempo, ¿cómo me veo a los treinta, a los cuarenta, a los cincuenta… a los ochenta? ¿Visualizo si mis valores de hoy serán los mismos en treinta años? ¿Mi postura frente a la vida es lo suficientemente fuerte como para sostenerme a lo largo del camino? ¿Me veo sin nietos?
¿Disfrutaré mi vida de la misma manera hoy y dentro de 25 años?Teniendo el puedo y el quiero alineados para ser padres te diría que son infinitas las cosas que podrían pensarse y replantearse, calcularse, cuestionarse, criticarse, consensuarse, dialogarse, inventarse, idearse, etc. Si queremos tener todo bajo control no encargamos más.
“Si hay pista de despegue, hay avión con nafta y hay pilotos preparados, ¡a largarse a volar muchachos! Que a ser padres se aprende en el camino.”
Agradecimiento: Licenciada en Psicología, Eva Victoria Rodríguez