Mujeres transexuales viven en cárceles de hombres

Parecería que Ari Vera Morales nada a contracorriente. Desde hace un par de años, lo suyo es luchar por las mujeres transgénero que se encuentran en reclusión en los distintos centros penitenciarios de la capital.

Esta mujer transexual de voz suave, ojos vivaces y cabello largo, que a veces lo usa rubio y otras castaño, preside la asociación civil Almas Cautivas, cuya estimación es que hay 120 mujeres transexuales recluidas en cárceles capitalinas.

En la página de Facebook de Almas Cautivas hay fotos de Ari afuera del reclusorio femenil de Tepepan. Se le ve sonriente y satisfecha, después de visitar a las mujeres transgénero que, abandonadas por sus familias y amigos, ven su compañía como un aliciente para sobrevivir.

Vera Morales afirma que el robo es el delito más común por el cual se encuentran presas la mayoría de estas mujeres en cárceles del Distrito Federal. Y aunque muchas veces sus fianzas son fijadas en cantidades muy bajas -cerca de los 5 mil pesos- al no tener familia y amigos que las apoyen con las gestiones para el pago de la caución, se quedan a cumplir penas de hasta cinco años.
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Ari Vera tiene una explicación de por qué predomina este delito entre las mujeres transgénero encarceladas: «La mayoría ejercía el trabajo sexual y probablemente ahí se vieron expuestas a este tipo de situaciones. No necesariamente es que hayan realizado el robo; muchas veces el cliente que las contrató por un acto de mala fe, las señala, o también personas coludidas con policías. Incluso los mismos vecinos, a quienes no les agrada verlas ahí».

Al no tener documentos de identidad, la gran mayoría de estas mujeres -unas 117, que equivale a 98%- se encuentra en centros varoniles de reclusión, según Almas Cautivas.

«Tenemos muy pocos casos de mujeres transexuales que hayan realizado su reasignación de nombre y género, y con base en eso hayan sido enviadas al centro femenil», explica Ari, quien agrega que sólo 2% ya tiene realizada la vaginoplastia. Pero en caso contrario, aunque tenga implantes de senos y cirugías para feminizar el rostro, si la mujer transgénero conserva los genitales masculinos es enviada a un centro varonil, lo que hace que su estancia sea mucho más difí;cil.

Vera Morales especifica el trabajo que realiza la asociación que encabeza para hacer un poco menos árido el paso de estas mujeres por la prisión: «En estos momentos trabajamos con un programa que se llama Alma Generosa. Buscamos donaciones de insumos básicos como champú, desodorante, jabón, rastrillo, cosas básicas que necesitan para tener una estadía lo más digna posible en los centros penitenciarios. Entre los planes que tenemos a futuro están crear un programa de acompañamiento jurídico, tener un abogado al cual poder pagar un sueldo fijo, que se enfoque en estos casos, y comenzar a ayudar a las personas que sean primodelincuentes o cuyos delitos no sean graves».

El derecho al propio cuerpo

Gloria Hazel Davenport, fundadora del Taller de Práctica Regional de Transgénero y Ciudadanía de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, explica que no todas las mujeres transgénero desean hacerse una vaginoplastia. Sin embargo, en circunstancias como las que narra Ari Vera Morales, quizá muchas habrían deseado llegar a la fase de la intervención quirúrgica si hubieran sabido que un día serían enviadas a una cárcel de hombres. Pero el proceso para retirar los genitales masculinos y construir unos femeninos no es nada fácil, ni mucho menos barato.

El consultorio del doctor José Luis Suárez Gallardo está muy cerca de la estación del Metro Talismán. Ahí, el ex director del Instituto Mexicano de Sexología, A.C. (Imesex) da consulta terapéutica, sexológica y terapia hormonal de reemplazo para las personas que quieren iniciar su trayecto hacia la reasignación genérica.

Además, desde 2008, cuando se abrió la posibilidad de que las personas transgénero en el DF pudieran tener una nueva identidad jurídica siempre y cuando un juez lo determinara, Suárez Gallardo ha sido perito en cerca de 90 juicios.

Para ello sigue los protocolos internacionales establecidos para estos casos: «Primero hay que hacer un diagnóstico de que la persona es realmente transexual, que no tiene ningín problema emocional siquiátrico, psicológico, médico, por el que quiera acercarse al cambio de nombre, a la cirugía de reasignación o a la hormonoterapia sustitutiva».

Para hacer este diagnóstico, explica Suárez Gallardo, hay que tomar en cuenta los siguientes elementos: «En Europa hay ciertos exámenes con los que se puede determinar algún factor predisponente genético, pero aquí no contamos con eso, simplemente trabajamos con la historia clínica, la evaluación de la persona y su discordancia sexogenérica, así como la evolución de ésta a través del tiempo».

Aunque determinar el cariotipo de una persona es muy recomendable para saber si es transexual [el cariotipo normal para la mujer contiene dos cromosomas X y el del varón uno X y uno Y], el doctor Suárez Gallardo afirma que no todos los pacientes pueden hacerse este examen, ya que cuesta cerca de 8 mil pesos. La alternativa es un estudio que se llama cromatina sexual, que consiste en ver si hay un engrosamiento en la cromatina que se encuentra en el núcleo de las células del individuo, lo que indicaría que posee dos cromosomas X.

Una vez que se determina que la persona es transexual y está decidida a continuar con el proceso de reasignación genérica, comienza el tratamiento hormonal.

«Cada seis meses les mandamos hacer perfiles hormonales y hepáticos para ver cómo lo están manejando. Lo que se tiene que hacer es inhibir la parte masculina, el funcionamiento de las gónadas, los testículos: inhibirlos tanto en su producción de testosterona como en su producció;n de espermatozoides y, por otro lado, dar tratamiento con hormonas femeninas para que el cuerpo se vaya feminizando».

El tratamiento con hormonas, que se prolongará con algunas variaciones hasta después de la cirugía, es más costoso para hombres biológicos que son mujeres; Suárez Gallardo hace un cálculo de 2 mil pesos al mes. Las mujeres biológicas que son hombres, en cambio, sólo necesitan aplicarse una ampolleta que cuesta unos 250 pesos cada 15 días.

A pesar de ser un centro de atención para VIH, la clínica Condesa es la única instancia del gobierno capitalino donde las personas transgénero pueden acceder a un tratamiento hormonal y a exámenes gratuitos, aunque no a la cirugía. El procedimiento quirúrgico no está contemplado en el esquema de la Secretaría de Salud del DF, ni a nivel nacional en la Ssa, el IMSS o el ISSSTE.

«Después del tratamiento hormonal, si veo que la persona tiene dificultades a nivel económico (…) recomiendo que haga cola en la clínica Condesa y que finalmente le hagan gratis sus perfiles, sus análisis y que aparte le regalen medicamento. Es un proceso largo, hay mucha gente en espera; está difícil. Hacen también una prueba de gratuidad, que es un estudio socioeconómico para ver si de verdad son personas que no tienen recursos económicos suficientes».

Sólo después de que el paciente ha tomado la terapia hormonal, y mientras sigue con el tratamiento sicológico, puede decidir si quiere o no hacerse la cirugí;a, pues algunos prefieren modificar sólo los caracteres secundarios, como la voz, los rasgos faciales y los senos, y no renunciar a sus genitales para seguir teniendo respuesta sexual.

«La cirugía es una sola, pero hay quienes deciden hacerse primero la orquidectomía [extirpación total o parcial del testículo] y después la de reasignación [vaginoplastía]. Hay quienes prefieren hacérselo todo de una vez» explica el doctor.

El procedimiento quirúrgico para que un hombre biológico se convierta en una mujer es complejo y delicado. Según Suárez, hay dos maneras de realizarlo: «Primero se quitan gónadas, se quitan cuerpos cavernosos y el cuerpo esponjoso; se seca la uretra y se reacomoda. En una de las dos maneras se usa el recto sigmoides para hacer la neovagina».

El terapeuta advierte que esta manera de llevar a cabo la operación requiere de más cuidados. Luego explica que la otra consiste en «una invaginación de la piel del cuerpo del pene: la cosen y la meten hacia adentro. Para realizar este tipo de cirugía hay muchas técnicas. Hay personas que dejan rebajado el glande, como si fuera un clítoris».

Decisión equivocada

El doctor asegura que tomar una decisión equivocada puede ser irreversible. De ahí que el especialista en sexología debe tener mucho cuidado al elaborar sus dictámenes. «A lo largo de mi carrera le he negado el protocolo a unas 10 personas».

Explica que, por ejemplo, algunos homosexuales, hombres o mujeres, intentan cambiar de sexo para evitar el rechazo de sus familiares y amigos. «Pero no porque sean transexuales. Y ahí los protocolos internacionales son muy claros con respecto a que estas personas pueden tener después problemas sicológicos o enfermedades sicosomáticas porque tomaron una decisión que no era realmente la que querían tomar».

Suárez Gallardo insiste en que el tratamiento para una persona transexual tiene que ser un proceso multidisciplinario de varios meses, incluso años: «Tiene que estar un sexólogo, un médico de terapia sustitutiva hormonal, un urólogo, un ginecólogo, un siquiatra y un abogado con experiencia en estos casos».

En unos minutos llegará una paciente para continuar con la terapia sicológica y hormonal. Pero antes de dar por terminada la entrevista, Suárez Gallardo advierte que la iniciativa propuesta por el diputado Jorge Zepeda para que las personas transgénero accedan a su identidad jurídica sin necesidad de un juicio, tiene sus pros y sus contras: «Una vez que salga en la Gaceta Oficial del DF, hay que esperar a ver dónde va a ser físicamente el trámite, quién va a estar atrás de éste, porque dicen que será gente del Ministerio Público (…) A mí me gustaría que se quedaran los dos: que hubiera el juicio, para quien lo quiera hacer así, lo haga, y quien quiera hacerlo a través de un trámite así, lo realice».