37 años sin claudicar

La larga lucha de Estela de Carlotto por recuperar a su nieto

Hace 37 años, decidió cambiar el guardapolvo por un pañuelo blanco y emprender la incansable búsqueda de Guido, hijo de Laura, nacido en cautiverio.estela de carlotto 2

«A veces me preguntan, ¿cómo se puede querer tanto a alguien sin conocerlo, sin saber qué siente, cuándo ríe, por qué sufre? Trato de imaginarme tu cara. Le pruebo bocas, ojos, gestos. Pienso que podés estar caminando al lado mío en la calle, mirando el mismo programa de tele o escuchando una misma canción. Naciste un 26 de junio de 1978… Hace 32 años que te llamás Guido y yo te extraño». Con esta carta comenzaba «Verdades verdaderas. La vida de Estela», la película que refleja la intensa historia de lucha y amor de la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.

«Te estoy buscando. Te espero», le escribía a su nieto esa maestra que desafió hasta sus propios miedos y decidió cambiar el guardapolvo por un pañuelo blanco, en reclamo de justicia.Hoy, después de 37 años de búsqueda, finalmente puede decirle esas palabras frente a frente. 

La vida de una de las mayores exponentes de la lucha por los derechos humanos cambió radicalmente el 26 de noviembre de 1977, cuando su hija Laura fue secuestrada y asesinada meses más tarde con claros indicios de haber dado a luz. A partir de ese momento, Estela inicia la incansable búsqueda de su nieto Guido, nacido en cautiverio.

La vida de una de las mayores exponentes de la lucha por los derechos humanos cambió radicalmente el 26 de noviembre de 1977, cuando su hija Laura fue secuestrada.

Según pudo averiguar, Laura, embarazada de tres meses, fue mantenida con vida en el centro clandestino de detención La Cacha, en la ciudad de La Plata, hasta el parto, producido en el Hospital Militar de Buenos Aires el 26 de junio de 1978.

Carlotto hizo gestiones para la liberación de su hija, llegando a entrevistarse con el general Reynaldo Bignone, que le quitó toda esperanza de que su hija fuera a permanecer con vida.

«Trato de imaginarme tu cara. Le pruebo bocas, ojos, gestos… Te estoy buscando. Te espero», le escribía Estela a su nieto Guido.

En abril de 1978 una compañera de cautiverio de su hija, que había sido liberada, le comunicó que su hija permanecía con vida y que se encontraba embarazada. «Laura nos mandaba a decir que le daban de comer un poquito mejor y que el bebé iba a nacer en junio de ese año, y que si era varón lo iba a llamar Guido, como su papá. Y que yo lo buscara en la Casa Cuna”, contaba. Poco después, en abril de 1978, comenzó con las tradicionales rondas en plaza de Mayo con el reclamo por el paradero de los desaparecidos.estela carlotto 4

Antes, Estela vivía una vida tranquila en la Ciudad de La Plata siendo maestra y madre de cuatro hijos. «Tuve que cambiar esa vida de maestra y de madre, para transformarme en una mamá – abuela, en busca de aquello que la dictadura me robó: una hija de 22 años, que tuvo un bebé, en un lugar secreto y a ese niño, que hoy es un hombre y no sé dónde está”, contaba.

Así fue como comenzó a juntarse con otras señoras que como ella estaban buscando a sus hijos, a sus hijas y a sus nietos, todas «hermanas del dolor», como las definía. “En mi diccionario, el “no puedo” no existe. Existe “no quiero” pero cuando me propongo algo que creo que es bueno, no me rindo».

El 25 de agosto de 1978 fue convocada por los militares y le entregaron el cadáver de su hija: «A pesar de todo mi fe está enterita. Será porque no tengo rencor, no tengo sentimientos que me envenenan”.

“Ese grupo se fue consolidando y yo me sumé –no soy de las fundadoras históricas-. Ingresé en el 78, justamente cuando me jubilé. Éramos todas distintas y se alegraron tanto cuando se sumó una maestra porque podía ser útil para hacer notas y otras cosas. Cada una daba y sigue dando lo que sabe porque somos de diferentes culturas, religiones, ideologías. Para mí, esa compañía, ese compartir con otras que tenían el mismo dolor, la misma lucha, fue un gran alivio, una integración profunda”.

“Cuando me tocaron a mi hija Laura y cuando mis hijos Claudia y Guido fueron perseguidos por la dictadura, salió la otra Estela, esa reserva de fuerza que tenemos las mujeres para defender el amor de nuestra vida: nuestros hijos. Entonces, sí, todo aquello que creí que no podía hacer lo hice: desafiar el miedo, ocultar mi dolor para que no me agredan y luchar, buscar, no aflojar. A veces me preguntan: “¿alguna vez dijiste basta? Una sola vez algo me pasó, ya perteneciendo al grupo de Abuelas de Plaza de Mayo. Mi esposo, gran compañero, me dijo: “No, no dejes de ir porque las abuelas te necesitan”. Fue la única vez que dudé, después siempre estuve dispuesta a afrontar, seguir, poner lo que sabía hacer, construir, apoyarnos y consolidar esta lucha de tantos años, que no termina con nosotras. Va a terminar cuando se encuentren los 400 nietos que todavía faltan y se encuentren las 30 mil personas que asesinó la dictadura”.

 

Imagen :  www.lacapital.com.ar / www.infojusnoticias.com.ar