Seguridad

Ideas argentinas para lograr ciudades seguras que incluyen derechos y participación ciudadana

En Argentina hay iniciativas que hacen que algunas ciudades o barrios sean amigables para vivir cuando las políticas públicas en seguridad se basan en los Derechos Humanos, escuchan a los niños. incluyen enfoques de género y acompañan ideas ciudadanas que proponen volver a las veredas para tomar mate o plantar árboles comunitariamente.ciudades

«Toda política pública, sea social, en salud, cultural, en educación, seguridad y demás, debe integrar a los niños. Dime que haces con los chicos y te diré qué tipo de Gobierno tienes», enfatizó María de los Ángeles «Chiqui» González, ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe.

En diálogo con Télam, la funcionaria, abogada y artista, que es una referencia en la integración de la infancia a las ciudades siguiendo el camino propuesto por el psicopedagogo italiano Fransceso Tonucci, no duda en recordar que el espacio público «debe construirse con el niño y su manera de estar en el mundo».

Para Tonucci, impulsor de «Ciudades de los Niños» que en Argentina llegan a 75 y en Latinoamérica ya son 12, las calles son peligrosas «porque no hay niños».

¿Y cómo se logra? es la pregunta que surge y que González resume contando lo que ya hizo en su provincia: corredores seguros, sistemas de alerta, espacios «que permitan que los niños se desplacen en libertad, porque si el lugar es seguro para ellos, es seguro para toda la sociedad».

También «hay que generar lugares de descanso, de investigación, donde circulen bicicletas; debemos repensar la planificación urbana para conectar los barrios humildes con los que no lo son, y no puede faltar el lugar del juego infantil, donde los niños aprenden las diferencias».

El encuentro es otra estrategia y para eso «es necesario que el espacio público sea el espacio de la gente en plazas, potreros, mercados, ferias, bares…generando actividades intergeneracionales y donde estén todas las personas, sin importar edad, condición social o género».

Redefinir las ciudades para que sean seguras para las mujeres es una tarea que Naciones Unidas impulsa hace más de una década en distintos lugares del mundo.

«La seguridad no sólo es una cuestión de mas iluminación o espacios públicos bien diseñados, que son importantísimos y aportan a promover ciudades mas seguras y amigables, pasa sobre todo por impulsar otro tipo de relaciones entre las personas», dijo a Télam la arquitecta Liliana Rainero, titular del Programa de Género de la Universidad Nacional de Córdoba.

Ella fue parte de un proyecto que se realizó en ciudades argentinas desde la Red Mujer y Hábitat de América Latina en el marco del proyecto de Ciudades Seguras para las Mujeres de ONU.

Para la profesional una política de seguridad «debe incorporar una perspectiva de derechos humanos de las personas e integrar la violencia de género como parte de la política pública».

En base a su trayectoria propuso la realización de diagnósticos locales participativos; mapas del territorio identificando aspectos físicos y sociales de la inseguridad; espacios públicos accesibles que promuevan la interacción social y la apropiación colectiva por parte de personas de distintas edades, sexo, pertenencia social.

«No puede faltar sensibilizar sobre la publicidad sexista en la vía publica; la difusión de mensajes contra la violencia en el transporte público y en la calle, y la capacitación a funcionarios», añadió Rainero.

Otras ideas sintetizadas por la especialista incluyen la planificación territorial «que garantice la distribución equitativa en la ciudad de servicios públicos cercanos a la vivienda, accesibles en distintos horarios; mixtura de funciones que promuevan el uso intenso de cada sector de la ciudad y la participación ciudadana».

Y el involucramiento ciudadano también aporta a la seguridad social. Dos ejemplos se dan en la Ciudad de Buenos Aires.

Desde hace cinco años, un grupo de vecinos que se conoció haciendo un curso en la facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires creó la iniciativa «Un árbol para mi vereda».

«La gente se contacta con nosotros a través del Facebook. La condición es que apadrinen el árbol que nosotros les regalamos y les enseñamos a cuidar. Es una tarea voluntaria que nos da mucha satisfacción y que es exitosa», contó a Télam Lisandro Grané, cineasta, vocero del grupo.

No duda en que la acción de plantar un árbol «crea un nuevo sentido de comunidad. Primero de la gente con la naturaleza y luego entre vecinos. Si plantás un frutal, esa fruta sirve para ser utilizada por todos, da color, olor, e invita a sentarse a su sombra a tomar mate», relató.

«Volvamos a las calles» es el nombre de otra idea impulsada por los cuñados Agostina González y Damián Segovia, unos veinteañeros que añoraron su tiempo de infancia donde se jugaba en las veredas mientras los adultos tomaban mate.

«Estamos sorprendidos por la respuesta que tenemos en Facebook. Nos escriben de todo el país. Queremos valorar que mucha gente nos dice que sigue juntándose en la vereda, por eso con esta idea apuntamos a esos lugares donde se perdió la costumbre, para poder recuperarla y que sea algo que se haga habitual», compartió la joven con Télam.

Este breve muestrario de iniciativas de seguridad ciudadana son posibles porque, en el caso de Santa Fe se hacen Consejo de Niños, donde se escuchan las propuestas de ellos para sus ciudades.

Lo mismo se hizo en el proyecto de Ciudades Seguras para Mujeres, donde ellas fueron aportando ideas. Idéntico a lo que les sucedió al grupo que impulsa plantar árboles, que fueron perfeccionando su accionar escuchando a los vecinos.

«La ciudad es la gran escuela de aprendizaje para los niños, que no pueden jugar en espacios enrejados, porque debemos respetar su autonomía protegida por adultos. Y la uniformidad, no es amiga de la infancia, debemos aprender de los niños a vivir en y de las diferencias», reflexionó «Chiqui» González.

 

Imagen : diarionorte.com