Este domingo 26 de febrero se cumplen 11 años de la última vez que vieron con vida a Paulina Lebbos. Estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), aquella madrugada salió con un grupo de amigos para festejar que el día anterior había aprobado una materia. Tenía 22 años y era madre de una nena de 5.
Desde la zona del Abasto, tomó un remise junto a Virginia, su compañera de facultad. Sin embargo, no volvió a su casa esa noche. Ese día la familia hizo la denuncia y, junto a amigos, salieron a buscarla.
El 11 de marzo de 2006 (dos semanas después), el cuerpo de Paulina fue hallado en el kilómetro 3 de la ruta 341 (en Tapia, provincia de Tucumán), en un estado de descomposición avanzado, con mutilaciones, el cuero cabelludo arrancado y las huellas digitales limadas.
Estigmatización
Desde un primer momento, durante la búsqueda, la Policía y el Poder Judicial tucumanos iniciaron un operativo de estigmatización de la víctima: ante los medios, manejaban la hipótesis de que Paulina había huido. Incluso anunciaban pistas en Salta, Jujuy y la Patagonia.
“En un principio fue el trato clásico en estos casos, tanto de las autoridades policiales como de algunos medios de comunicación. Me refiero a esas preguntas que buscan desviar la atención, como el ¿Por qué estaba en el lugar donde estaba?”, recuerda Alberto Lebbos, papá de Paulina. “Y la respuesta era simple: Paulina había ido a bailar como lo hacían miles de tucumanos, a una zona de boliches en el centro de la ciudad. Y otras preguntas repugnantes, como ¿Por qué andaba en pollera cortita? El planteo es nefasto. Mi hija era una chica adulta y libre de sus actos”.
Luego, tras años de estancamiento en la causa, el fiscal Carlos Albaca –también cómplice del encubrimiento- iría incluso más allá al poner en duda si el de Paulina no había sido un homicidio. “Lebbos tenía tendencia a las relaciones sexuales casuales, en ocasiones era ‘intrépida’ y capaz de emprender acciones temerarias”, aseguró en aquel entonces Albaca.
Encubrimiento y mentiras policiales
Por un lado estuvo el entorpecimiento sistemático que la Policía de Tucumán encabezó durante la búsqueda de la joven y el cuerpo del delito. Desde la falsificación de actas, hasta la adulteración pruebas. Incluso presionaron a testigos.
En este sentido, una de las causas donde la investigación pudo avanzar durante estos 11 años fue la que hoy tiene pedido de elevación a juicio oral. Allí el actual fiscal Diego López Ávila considera que tanto Di Lella (secretario de Seguridad Ciudadana en 2006) como los comisarios Hugo Sánchez y Nicolás Barrera (ex jefe y ex subjefe de Policía en 2006, respectivamente) y Rubén Brito (jefe de la Unidad Regional Norte en 2006) fueron participes de encubrimiento.
En diciembre de 2013, Enrique García, Manuel Yapura y Roberto Lencina (comisario y policías de Raco en 2006) fueron condenados por encubrimiento agravado. Durante el proceso, los ex policías declararon que Barrera y Brito habían dado la orden falsificar las actas. Además, acorde a otros testimonios, habría implicancia de di Lella y Sánchez. En testimonios también se señaló que estos dos últimos, junto a Barrera y Brito, querían retirar el cuerpo de Paulina sin realizar pericias y sin mediar orden judicial.
“Lo más grave de todo es que la trama de corrupción continúa hasta lo más alto del poder político provincial. Muestra de ello es que a García (que además de este proceso penal tiene más de 20 sanciones en su carrera) lo premiaron con varios ascensos en la fuerza policial a lo largo de estos años”, recuerda Lebbos.
El brazo oculto de la justicia (y la política)
El fiscal Carlos Albaca estuvo a cargo de la causa desde abril de 2006 hasta 2013. Durante esos casi 7 años la investigación no prosperó. Fue tan obscena la manipulación del integrante de la familia judicial tucumana, que públicamente llegó a no descartar que el crimen de Paulina se haya tratado de una muerte natural que podía obedecer a, o bien un ataque de asma combinado con ingesta de alcohol y/o otras sustancias tóxicas, o la práctica de la autoasfixia durante la masturbación o con una pareja.
“A raíz de los desastres que hizo en la causa, a este fiscal se le inició un sumario administrativo en el que se comprobó que había cometido una serie de delitos, entre ellos permitir que se deteriore y se echen a perder muestras de ADN que eran claves en la investigación. Este personaje, que contó siempre con la protección política de José Jorge Alperovich (ex gobernador de Tucumán y hoy Senador Nacional), logró el aval político para jubilarse y esquivar el juicio político”, cuenta Alberto Lebbos.
Sin embargo, el padre de Paulina tiene bien en claro que Albaca no podría haber actuado como lo hizo durante tanto tiempo sin la protección del Gobernador y del poder político tucumano: “Como lo sostuve siempre: detrás de este crimen, hay alguien poderoso. Es la única explicación para tanto encubrimiento, para tener la causa totalmente paralizada durante tantos años. No tengo dudas de que Alperovich es el principal responsable de que el homicidio de Paulina siga impune”.
Hoy las causas por encubrimiento tienen pedido de elevación a juicio oral pero siguen sufriendo trabas: “Ahora estamos con el problema de que hay inhibiciones y recusaciones constantes por parte de distintos jueces. Esas inhibiciones y recusaciones tienen que ser revisadas por otros jueces, que a la vez se inhiben y son recusados. Se trata de una situación inédita en la justicia tucumana donde los defensores están haciendo un abuso de estos recursos para estirar los tiempos, a sabiendas de que el 90 por ciento de las causas penales en la provincia quedan impunes por prescripción. Esto es lo que buscan”.
Reclamo vigente
Al igual que cada 26 de febrero, familiares y amigos de Paulina marcharán en reclamo de Justicia: “Convocamos a actividades que van a arrancar el sábado en la Facultad de Filosofía y Letras (donde estudiaba Paulina) y seguirán el domingo en la Plazoleta Miguel Lillo (donde se vio por última vez con vida a Paulina), y a la tarde con una muestra audiovisual en Plaza Independencia”.
Sin embargo, el drama que le tocó vivir a la familia Lebbos no es un hecho aislado: Cada martes la Comisión de Familiares Contra la Impunidad movilizan para reclamar el fin de la impunidad. Y cada semana son mas, crece la lista de víctimas de femicidios y crímenes vinculados al narcotráfico y la trata de personas.
“Las fuerzas para seguir luchando no las voy a perder nunca”, asegura Alberto.