Violencia simbólica

Comunicadoras de Mar del Plata repudian publicidad sexista

Desde el colectivo de comunicadoras marplatenses repudiamos la contratapa de la revista La Tecla -uno de los medios gráficos del multimedios CNA-, que utiliza la imagen de una mujer -desde una mirada machista- para informar a sus lectores que los esperan por Mar del Plata.


Desde hace años, de diversas formas y con múltiples estrategias y herramientas, el movimiento de mujeres advierte lo que es sabido: los medios de comunicación son el mecanismo más efectivo y utilizado para reproducir y naturalizar un estereotipo de mujer al servicio de los deseos, placeres y motivaciones patriarcales. En este marco, la publicación reproduce -sin más- un discurso retrógrado y vulgar, que profundiza las desigualdades y violencias contra las mujeres, reduciendo nuestra condición y nuestro cuerpo a un objeto de marketing y publicidad.

Con esa contratapa no sólo se legitima una lógica de cosificación de la mujer, sino que además se incurre en una práctica denunciada, señalada y repudiada: la de la violencia mediática, que está regulada por la ley 26.485. En tiempos en los que los históricos reclamos feministas y LGBTIQ se incorporaron a la agenda pública, gracias a la lucha constante y consciente de muchísimos compañeros y compañeras, contratapas como las de CNA resultan provocadoras, desafiantes y peligrosas, ya que desde lo simbólico, alientan las prácticas misóginas que reproducen violencias de género -lamentablemente- en las relaciones interpersonales, laborales, institucionales y culturales.

En esta línea, vale destacar la responsabilidad que le cabe al Estado nacional, donde sólo subsiste la Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual para reclamar sobre contenidos que vulneren derechos en radio y televisión. Por lo tanto los medios gráficos no cuentan con mecanismos de sanción que permitirían exigirles que se abstengan de dar a difusión notas e imágenes, que legitimen discursos machistas perpetuando condiciones de desigualdad y que, en definitiva, desacreditan la posibilidad de una sociedad donde todas las identidades sean respetadas y ninguna, cosificada.