Violencia de género: Esclarecer los discursos

El empleo del término violencia de género para aludir a las múltiples agresiones que el patriarcado genera y ejerce contra las mujeres, al parecer va ganado comprensión entre los lectores, aunque aún provoca confusiones y malentendidos, de acuerdo con un sondeo periodístico online hecho por SEMlac este año.

Si bien ese concepto de violencia de género no ha logrado insertarse en los medios con toda la fuerza requerida, se aprecian avances en la concientización de profesionales de la comunicación acerca de la necesidad de visibilizar y denunciar todas las manifestaciones del maltrato que sufre la población femenina.

No obstante, se requiere lograr claridad conceptual en su tratamiento pues, a veces, los términos pudieran prestarse a confusiones cuando se utilizan de manera indistinta.

Así lo constató SEMlac en el citado sondeo, que permaneció abierto en el sitio Género y Comunicación (http://comunicacion.redsemlac-cuba.net/) durante los meses de mayo y junio con la pregunta: «Si escucha hablar de violencia de género, ¿piensa en la ejercida contra las mujeres?»

Con esa interrogante, que pretendió abrir el debate acerca de la pertinencia o no de equiparar género con mujeres, en este caso, se buscó además identificar percepciones sobre los usos correctos de cada expresión.

A la interrogante respondieron 52 personas, 39 mujeres y 13 hombres, de las cuales 25 por ciento dijo residir en Cuba, mientras el resto declaró ser de otro país.

La respuesta afirmativa fue mayoritaria, al ser elegida por 86,5 por ciento de quienes intervinieron en la pesquisa digital. Solo siete eligieron el no como respuesta, cuatro hombres y tres mujeres.

Del total de respuestas afirmativas, 36 fueron de mujeres, quienes parecen tener mayor claridad sobre el asunto si atendemos a que fue esta la propuesta elegida por 92 por ciento de las 39 participantes. Por su parte, nueve hombres convinieron que sí, lo cual corresponde a casi 70 por ciento de su grupo.

Aunque la presencia de usuarios y usuarias residentes en Cuba fue menor que la de personas conectadas desde otras latitudes, solo tres optaron por el no, entre ellos una mujer. Del 70 por ciento de las respuestas positivas entre los provenientes de otro país siete fueron de hombres, de modo que el 88 por ciento de los usuarios masculinos extranjeros asociaron la violencia ejercida contra las mujeres con la violencia de género.

Especialistas y expertos en estos temas advierten que los medios de comunicación ocupan un papel fundamental en la superación de estereotipos machistas, así como en el esclarecimiento del carácter cultural de los daños físicos y sicológicos que sufre la mitad femenina de la población mundial.

De ahí que, en su opinión, vale tener bien claro que no es lo mismo hablar de violencia doméstica, violencia familiar, terrorismo machista, violencia machista, violencia sexual, violencia del varón, entre otras frases utilizadas para identificar la violencia contra las mujeres.

La escritora y activista feminista Beatriz Gimeno Reinoso, en un artículo publicado por el sitio web Ciudad de Mujeres, conceptualiza la violencia de género como «aquella violencia sistémica del patriarcado que permite que los hombres se sientan legitimados para ejercerla contra las mujeres».

Los agresores, continúa la investigadora, tienen una convicción material y simbólica de que el sistema los legitima para hacerlo. «Al mismo tiempo, ese mismo sistema les hace creer a ellas que son culpables de atraer sobre sí el castigo», argumenta Gimeno.

Algunas agencias de prensa o medios de comunicación han preferido utilizar la expresión violencia machista, como sucede con EFE desde 2007, teniendo en cuenta que esta es consecuencia de una actitud prepotente de los varones con respecto a las mujeres.

Lo mismo sucede con la Asociación de Mujeres Periodistas de Cataluña que, en sus recomendaciones para tratar esos temas en los medios de comunicación, sigue lo estipulado por la Ley catalana 5/2008 del derecho de las mujeres a erradicar la violencia machista.

Esta establece como definición la que «se ejerce contra las mujeres como manifestación de la discriminación y la situación de desigualdad en el marco de un sistema de relaciones de poder de los hombres sobre las mujeres y que, producida por medios físicos, económicos o psicológicos, incluidas las amenazas, intimidaciones y coacciones, tenga como resultado un daño o padecimiento físico, sexual o psicológico, tanto si se produce en el ámbito público como en el privado».

Por su parte, opina la socióloga española Inés Alberdi que al denominarla violencia de género se señala la importancia de la cultura, «para dejar claro que esta forma de violencia es una construcción social, no una derivación espontánea de la naturaleza».

En la Recopilación de Herramientas de Género y Comunicación preparada por SEMlac en 2010 bajo el título de «Otras miradas a la información», se reconoce que «violencia contra la mujer es cualquier acción o conducta basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como el privado».

Desde esta perspectiva, la violencia contra la mujer se entiende más allá de las formas en que se ejerza, pues es consustancial a la desigualdad y responde a las relaciones de dominio histórico del género masculino.

También la violencia de género o contra las mujeres puede desarrollarse no solo en los ámbitos de la familia y la pareja, sino en todos los espacios sociales, simbólicos y subjetivos. Entre las clasificaciones más comunes se encuentran la física, sicológica, simbólica, emocional, verbal, económica y sexual.