El Vaticano esquivó hoy en la ONU ofrecer información detallada sobre aspectos relacionados con los casos de abuso sexual de menores por parte de miembros del clero, en un ejercicio retórico mediante el cual intentó demostrar su determinación de prevenir nuevos delitos de este tipo.
«Todo este problema de abusos contra menores es una herida que daña a la Iglesia y a la comunidad de la fe», reconoció monseñor Silvano Tomasi, representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas en Ginebra, en la primera comparecencia internacional de altos miembros de la jerarquía católica sobre casos de pederastia.
El Comité de la ONU sobre los Derechos del Niño examinó hoy el segundo informe periódico que presenta la Santa Sede sobre el cumplimiento de la convención internacional que protege los derechos de los menores y que ratificó en 1990.
La sesión estuvo centrada en preguntas y sobre las sanciones contra los responsables de pederastia y quienes ocultaron casos de este tipo, y las medidas para proteger de manera eficaz a los niños bajo custodia o influencia de religiosos.
Asimismo se pidieron aclaraciones sobre las reparaciones materiales, psicológicas y morales previstas para las víctimas, y sobre las cuales no hubo respuestas claras.
Varios miembros del comité -compuesto por 18 expertos en derechos humanos- pidieron cifras concretas sobre los casos de los que ha tenido conocimiento el Vaticano -y cómo los trataron-, así como del número de sacerdotes juzgados por abusar de menores o por ocultar tal delito.
En más de cinco horas de sesión, la única referencia a cifras la hizo Tomasi, quien señaló que para 2012 se habían documentado 612 casos de abuso sexual que involucraban a personal del clero, de los que «465 eran más serios» y «418 fueron abusos de menores».
Sin embargo, organizaciones civiles que representan a las víctimas afirman que solo en Estados Unidos se registraron desde la década de los sesenta más de 100.000 casos, sin contar que en países como Irlanda «este tipo de violencia era sistemática», comentó la jurista Pam Spees, del Centro sobre Derechos Constitucionales de EEUU.
Según las investigaciones y datos recopilados por esta entidad, «sería posible que se tratase de cientos de miles de víctimas».
A la sesión del comité, celebrada en uno de los recintos de la ONU en Ginebra, asistieron varios adultos, hombres y mujeres, que fueron víctimas en su adolescencia de abuso sexual por parte de sacerdotes.
Al término de la presentación, todos lamentaron que el Vaticano no haya informado sobre medidas que, en su opinión, realmente hubiesen revelado un giro en su actitud ante esta problema, cuya gravedad la Santa Sede intentó minimizar durante años.
La presidenta de la Red de Supervivientes de Abusos por Sacerdotes, Barbara Blane, consideró que el Vaticano no ha cambiado realmente de línea en la manera de abordar este asunto.
«El Vaticano afirma que sólo tiene jurisdicción sobre los 30 niños de Ciudad del Vaticano, pero aquí se ha recordado que una cosa es la soberanía territorial y otra el área de influencia. Hay mil millones de católicos en el mundo y, obviamente, el Papa tiene alguna influencia sobre ellos», dijo a Efe el español Miguel Hurtado Calvo, activista en favor de las víctimas de abuso como él.
Varios observadores presentes en la comparecencia de los enviados del Vaticano comentaron que estos solo hablaron de medidas generales y que en distintos momentos aludieron a que este tipo de casos deben ser abordados a nivel local.
En lo que sí estuvo de acuerdo monseñor Charles Scicluna, juez de la Congregación de la Doctrina para la Fe y que codirigió la delegación de la Iglesia Católica, fue en la necesidad de dar mayor importancia a la formación y a la evaluación psicológica de los aspirantes a sacerdote.
La relatora del comité para el Vaticano, la ecuatoriana Sara Oviedo Fierro, agradeció la información proporcionada por la Santa Sede, pero insistió en que «se necesitan más evidencias y testimonios de cambio».
«La pedofilia es un doble homicidio. Impide al niño desarrollarse de manera armoniosa, sobre todo si el abusador es una autoridad tan importante como un sacerdote. Los menores en esta situación se exponen a la muerte psíquica, tanto como física», valoró por su parte la experta italiana María Rita Parsi.
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