Montevideo abril (Especial de SEMlac).- Como muchas uruguayas con escaso nivel educativo, Gloria no tuvo otra alternativa que aceptar un trabajo como empleada doméstica «con cama». Los hijos ya están más grandes, confía en que su marido podrá hacerse cargo de ellos y controlarlos durante la semana.
Cuando ella regrese a la casa, los sábados de tardecita, se encargará de la limpieza a fondo, el lavado de ropa y la planificación de las compras, relata a SEMlac.
Su salario será de 4.500 pesos uruguayos (unos 180 dólares), pero tendrá que trabajar «en negro» ?como lo hace 50 por ciento de las trabajadoras domésticas?, pues sus empleadores no están dispuestos a inscribirla en los servicios de Previsión Social ni a pagar los aportes correspondientes.
Ese salario es el mínimo establecido para el sector, en enero de este año, por el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, a fin de cubrir 44 horas semanales de trabajo y 25 jornales en el mes.. Esto equivale a un sueldo mínimo de 23 pesos uruguayos la hora (el precio de un dólar es de 24,15 pesos uruguayos).
Con 38 años, Gloria ve muy lejos su jubilación, piensa que este no será su último trabajo y que todavía tendrá tiempo de acumular años laborales y aportes previsionales, más ahora que, desde febrero 2009, está vigente una nueva ley por la cual las mujeres pueden computar un año adicional de servicios por cada hijo nacido vivo, o cada hijo adoptado siendo éste menor o discapacitado, con un máximo total de cinco años.
«Se introduce el enfoque de género implementando una medida que contempla la menor densidad de cotización de la mujer a causa del tiempo destinado a los cuidados familiares», evalúa un informe del Banco de Previsión Social.
Ese organismo recauda los aportes patronales y de los trabajadores destinados al pago de jubilaciones y pensiones, el seguro de desempleo y gestiona otros beneficios y programas sociales.
«Con esto, se mejora la accesibilidad a la prestación de jubilación para aquellas mujeres que no han podido completar la cantidad de años de trabajo requeridos, o mejorar los montos jubilatorios al adicionar años», puntualiza el mencionado estudio.
A excepción de otros países de la región y pese a las múltiples dificultades que deben sobrellevar mujeres como Gloria, en Uruguay existe un Sindicato Único de Trabajadoras Domésticas y una organización que agrupa a los empleadores, la «Liga de Amas de Casa, consumidores y usuarios del Uruguay».
Junto al Ministerio de Trabajo, desde hace menos de un año, ambas organizaciones negocian los niveles salariales y los aumentos correspondientes.
Esa «tripartita» conformó el 19 de agosto de 2008 el llamado «Grupo 21» y desde entonces ese día se conmemora como el Día de la Trabajadora Doméstica.
Para las trabajadoras «con retiro», que laboran por hora, el nivel salarial es mejor. En la actualidad, en Montevideo suele pagarse entre 50 y 70 pesos uruguayos la hora y muchas negocian, además, el costo del transporte que utilizan para llegar a su trabajo.
En la investigación «Situación del servicio doméstico en Uruguay», las economistas Verónica Amarante y Alma Espino estiman que el trabajo doméstico representa 7,7 por ciento del total de trabajadores ocupados y 17,6 por ciento del total de mujeres ocupadas. Es, en los hechos, una labor casi exclusivamente femenina, con 99,2 por ciento de mujeres en ella.
Destacan que todas tienen bajo nivel de escolaridad: la mayoría sólo cursó estudios de enseñanza primaria (52,7 %), mientras que 33,2 no culminó el ciclo de estudios secundarios (liceo). El grueso está comprendido entre 35 y 54 años, aunque hay trabajadoras domésticas desde los 14 años y también adultas mayores.
La Ley 18.065 de 27 de noviembre de 2006 regula los derechos laborales y de seguridad social. Uruguay es considerado el país que presenta una legislación más avanzada en la región para esta ocupación.
Esa norma prevé media hora de descanso pagada a aquellas que trabajan en régimen «con retiro» y de un mínimo de dos horas en régimen «sin retiro».
El descanso semanal comprende 36 horas ininterrumpidas y para quienes trabajan «con cama» o «sin retiro», el descanso debe ser de nueve horas continuas que no podrá ser interrumpido por el empleador, quien está obligado por la ley a proveer una alimentación adecuada y una habitación higiénica y privada.
Además, las trabajadoras domésticas tienen derecho a indemnización por despido, contando desde los 90 días corridos e iniciada la relación laboral.
Desempleo y brecha salarial
De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadísticas, en la actualidad el desempleo afecta a 9,5 por ciento de las mujeres en comparación con 5,3 por ciento de los hombres. Al mismo tiempo, las ocupadas representan el 49,1 por ciento de la población en edad de trabajar y los varones el 70,8.
«La segregación laboral y las diferencias salariales entre hombres y mujeres son rasgos del mercado laboral uruguayo que se mantienen», concluye un trabajo desarrollado por el Instituto de las Mujeres con el apoyo del Banco Mundial.
Divulgado a mediados de 2008 con el título «Ampliando las oportunidades laborales para las mujeres», fue redactado por las ya mencionadas economistas Verónica Amarante y Alma Espino; las abogadas María de los Ángeles Pérez y Cecilia Anández y la socióloga María Bonino.
La Organización del Trabajo confirma esa aseveración. Durante un seminario realizado en Santiago de Chile el año pasado, se exhibieron datos, según los cuales, Uruguay se encuentra en el octavo lugar en la escala regional de diferencias salariales entre hombres y mujeres. En efecto, las uruguayas perciben 29 por ciento menos que los hombres por un mismo trabajo.
La peor desigualdad salarial se registra en Guatemala y Paraguay, donde las mujeres ganan un 42 por ciento menos que los hombres.. Le siguen Perú con 39 por ciento menos y México y Bolivia con 37, Argentina con 35, Brasil con 33 y Nicaragua 31.
Aventajan a Uruguay República Dominicana con una diferencia de 28 por ciento, Ecuador con 27, Colombia y Costa Rica 25. La brecha menor la ostenta Honduras con 19.