Instituto Wanda Taddei

Un 40% de consultas por violencia de género son de mujeres ricas

En el Instituto Wanda Taddei, que brinda asesoramiento y asistencia legal para víctimas de violencia, de cada 10 mujeres que piden una orientación, 4 pertenecen a sectores medios altos o directamente altos.farre-y-esposa

La enorme mayoría de los ciudadanos no tiene acceso al interior de los countries, esos barrios cerrados que se comercializan como exclusivos y que tienen al confort absoluto como objeto del deseo de personas con mucho dinero.

Allí, voluntariamente se transitan vidas alejadas del común y todo intenta ser perfecto. Pero detrás de las mansiones, los vehículos de alta gama, los cuerpos formateados y la acumulación de objetos, también allí hay violencia de género.

Hay amenazas, control económico, golpes y, como ocurrió con Claudia Schaeffer, hasta femicidios. Y lo que manda entre las víctimas es el miedo, la ausencia de apoyo y el silencio, que las deja en total aislamiento y soledad, casi maniatadas.

En el Instituto Wanda Taddei, que brinda asesoramiento y asistencia legal para víctimas de violencia, ese panorama está apoyado en cifras que desnudan la situación, porque de cada 10 mujeres que solicitan algún tipo de orientación, 4 pertenecen a sectores sociales medios altos o directamente altos.

Un dato: mientras que las víctimas pobres o de sectores medios bajos realizan la denuncia formal en un 95% tras recibir asesoramiento legal, en los casos con mujeres sometidas por personas con poder económico es ínfimo el porcentaje que recurre finalmente a la justicia.

Así lo expresó a DIARIO POPULAR el abogado Julio Torrada, quien recibió a la propia Schaeffer en dos ocasiones, en las que le recomendó con énfasis que realizara la denuncia y se aleje de quien fue su femicida, Fernando Farré.

«Lo que ocurrió con Claudia es lamentable, desde todo punto de vista. La realidad es que estamos habituados a recibir a mujeres que pertenecen a núcleos sociales de altísimo poder adquisitivo, que luego de recibir asesoramiento no pueden continuar con los pasos siguientes, que comienza con la denuncia, y si logran hacerla, muchas veces no las pueden continuar. El control que padecen es total. Ella hizo lo que pudo, pero aún así se falló desde la prevención, y en el momento del hecho no se cumplió el protocolo de protección. Se la dejó sola», señaló el letrado.

«Este caso es paradigmático respecto a la violencia de género, porque este flagelo está en el hogar más humilde, como en la mansión más costosa de un country. Los varones violentos, posesivos y machistas están en todas las clases sociales. Pega el albañil y pega el empresario. Pega el colectivero y pega el gerente de una multinacional. Ese mundo oculto de los barrios cerrados, silenciado, quedó expuesto con el femicidio de Claudia», dijo Torrada.

Al margen de las posturas misóginas de los abogados de Farré, que intentan instalar el concepto de emoción violenta pero también manchar la imagen de la víctima, se sabe que una de las formas de control del sujeto contra su ex esposa era, justamente, la cuestión económica. Tras la separación, que no aceptaba, el hombre tenía como objetivo armar una estrategia para, por ejemplo, quitarle el auto a la mujer y el acceso a otros bienes materiales.

Con el terror a cuestas

«Las mujeres de clases altas viven la violencia con el terror a cuestas por el poder del agresor, no sólo el poder económico, sino también el poder social. Tanto las víctimas como sus victimarios tienen plena conciencia de ese poder, de las influencias en todos los sectores, incluso la justicia. Y hay muchas cosas en juego, que la mujer rica pone en la balanza al momento de soportar la violencia. Ese status que seguro pierde, de un plumazo, si se atreve a denunciar. Los viajes, la ropa, las casas lujosas, las cuentas bancarias, los campos, las inversiones, los autos, las amistades, la vida social de sus hijos. Ni siquiera se puede apoyar en vecinas, porque el consejo es que se calle, que siga así, que de lo contrario se quedará sin nada. Es muy difícil trabajar con estas víctimas«, dijo Torrada.

Para el abogado del Instituto Wanda Taddei, «estas mujeres no logran romper el cerco, como sí lo hacen muchas veces las víctimas de sectores bajos, y esto ocurre porque tienen otra idiosincracia, con prejuicios y pruritos de clase, que las aleja hasta de concurrir a una Comisaría de la Mujer, porque les dá verguenza, y son estas cuestiones las que emergieron con el femicidio de Claudia, que deben ser trabajadas profundamente en ese sector victimizado».

«Son mujeres que piden ayuda con mucha vergüenza»

«Las mujeres de clases altas vienen a pedir alguna ayuda, orientación u consejo con mucha vergüenza. Al miedo que tienen por ser víctimas de golpes, de presión económica, de maltrato psicológico, le suman los prejuicios de clase. No se ubican como iguales respecto a mujeres de clases bajas o medias. Les resulta difícil de concebir. Ahí es necesario un abordaje distinto, específico», dijo Julio Torrada.

El experto explicó que «hay casos de mujeres que no tienen un peso en el bolsillo, ni siquiera para pagar una consulta jurídica, porque dependen de la extensión de la tarjeta de crédito de su marido, que le controla los gastos».

«Llegan con ropa de diseñadores famosos, en autos de cientos de miles de dólares, pero en la cartera no llevan dinero. No manejan plata. Están controladas por el agresor. A Claudia Schaefferle ocurría eso. Le propuse denunciar a su marido, por múltiples delitos de 10 años de violencia, pero ella quería consensuar, negociar. El dolor es muy grande», cerró Torrada.

Imagen : jornadaonline.com