Lima, agosto.- La elección de la parlamentaria indígena Hilaria Supa como Presidenta de la Comisión de Educación del Congreso volvió a demostrar el racismo que campea en la sociedad peruana, aunque sus críticos dicen oponerse por otras razones.
Para Daniel Abugattás, su compañero de bancada del Partido Nacionalista, su elección constituye «un hecho simbólico de la inclusión social y manifestación de la interculturalidad en las instituciones del Estado», pero el congresista Mauricio Mulder, vocero de la bancada oficialista del APRA, dijo que es «pura demagogia».
«Si de algo no sabe ella, es de educación, a ella la disfrazan de ‘inclusión'», abundó Mulder. Y el vocero de la bancada fujimorista, Carlos Raffo, argumentó que se oponía a su elección «no por una cuestión racial, sino por su falta de especialización en el tema educativo y su carácter beligerante».
Supa, una campesina quechua-hablante de 53 años, oriunda de un poblado del Cusco, en más de una oportunidad se ha enfrentado en quechua a otros parlamentarios y autoridades en defensa de los principios indígenas.
En ocasión del Mensaje a la Nación del presidente García, durante el aniversario patrio, el pasado 28 de julio, Supa ?junto a otros parlamentarios de su bancada? exhibió cartelones y coreó consignas oponiéndose a la exportación de las reservas de gas.
Ella asiste al parlamento ataviada con sus trajes tradicionales y, generalmente, se expresa en quechua, porque el castellano lo aprendió cuando era adolescente y de manera autodidacta.
A su elección, no asistió la anterior presidenta de la comisión de Educación, la fujimorista Martha Hildebrandt, una lingüista defensora de la pureza del idioma español. Hildebrandt debió conducir el proceso eleccionario por ser la legisladora de más edad, pero presentó un certificado médico para justificar su ausencia que, para muchos, fue un desaire.
La renuncia de la oficialista y ex ministra de educación Mercedes Cabanillas a la vicepresidencia de la comisión, también despertó suspicacias. «Mi preocupación sobre el nombramiento de Supa es porque no tiene la especialidad y eso no ofende a nadie», se justificó.
La trayectoria de Supa supera a la de muchos de sus críticos: desde hace más de 20 años defiende los derechos de los indígenas, especialmente de las mujeres, y ha participado en importantes reuniones internacionales como la Preparatoria de la Conferencia Mundial de la Mujer en Buenos Aires y la IV Conferencia Mundial de Mujeres en Beijing.
Además, lideró las denuncias sobre esterilizaciones forzadas durante la dictadura fujimorista en Anta, su pueblo natal, integró la Comisión Especial Investigadora de este tema e impulsó la creación de la Asociación de Mujeres Afectadas por las esterilizaciones forzadas que agrupa a más de 1.000 mujeres del Cusco.
Autora del libro Hilos de mi vida (2001), traducido al alemán y al inglés, fue una de las ocho peruanas nominadas al concurso «Mil Mujeres por el Premio Nobel de la Paz» en 2005. Ha dictado conferencias en universidades de Canadá, Alemania y Estados Unidos. Actualmente, coordina el Grupo Parlamentario Indígena y es vicepresidenta del Parlamento Indígena de América.
Supa es la primera indígena que asume la presidencia de la comisión de Educación, que también se encarga de ciencia, tecnología, cultura, patrimonio cultural, juventud y deporte.
También en la prensa hubo opiniones discrepantes. En el diario La Primera, el ex ministro de Relaciones Exteriores Manuel Rodríguez Cuadros saludó su nominación: «… Hilaria Supa, además de hablar dos idiomas, tiene la riqueza cultural de haberse socializado en el quechua como lengua materna y haber aprendido el español como segunda lengua».
«Esta destreza le otorga capacidades privilegiadas para comprender la realidad nacional y representar con orgullo, dignidad y eficiencia a millones de bilingües quechua hablantes que cargan en su pobreza el peso acumulado de más de 500 años de discriminación», apuntó.
Pero el fastidio de su nombramiento para un sector de la sociedad se dejó traslucir en Expreso, uno de los diarios más conservadores del país. «No se podía esperar más de este Parlamento», editorializó.
«Chacchadora de coca ?pésimo ejemplo para los escolares?, arengadora de masas en su idioma nativo, y sin nada que ofrecer como activo para demostrar capacidad suficiente para liderar una comisión del Legislativo que supervise con inteligencia las funciones de Educación que tiene a su cargo el Estado…», reseñó.
El chacchado de coca es una costumbre ancestral de los pobladores andinos, que no tiene nada que ver con el consumo de drogas o el narcotráfico, como lo han manifestado expertos en diversos foros internacionales. Consiste en masticar hojas de coca mezcladas con cal y ceniza para resistir los males de altura y aplacar el hambre.
Contrariamente, destacados educadores saludaron su elección. El viceministro de Gestión Pedagógica, Ídel Vexler, resaltó que sea una persona bilingüe, pues ello será de ayuda para la promoción de la biculturalidad y lamentó que algunos la critiquen por hablar en quechua. «Le aseguro que trabajaremos juntos», comentó a SEMlac.
León Trahtemberg, destacado analista y educador, prefirió usar la ironía para descalificar a los críticos. Luego de enumerar una serie de actos de corrupción, delitos e irregularidades de dominio público cometidos por los congresistas, concluyó que «ante la ausencia de factores de coherencia, sólo queda asumir que los congresistas que objetan la presidencia de Hilaria Supa la discriminan por razones étnicas. Y eso me resulta inaceptable».
En sus primeras declaraciones a la prensa, Supa se comprometió a trabajar para fortalecer la educación en las zonas rurales del país, erradicar el analfabetismo y hacer valer la educación gratuita en el Perú.