Mujeres salteñas del grupo de voluntariado «Salta teje y abriga» entregaron 461 mantas durante el primer semestre de 2011. Las mismas tienen como destino final ser quizás el único abrigo de l@s bebés que nacen en situación de pobreza. En julio cumplirán su primer año de labor en pos de la comunidad salteña y ya en el mes de octubre decidieron que esta tarea sería ininterrumpida, ya que para abrigar a los sectores más vulenrables de toda una provincia, trabajan de manera permanente sólo 10 voluntarias, aunque cerca de 20 más se suman a ayudar con cierta frecuencia.
«Somos un grupo de voluntarias que hacemos todo a pulmón. No tenemos fundación, ni recibimos aporte económico de ningún tipo. Somos mujeres que tenemos ganas de ayudar y lo estamos haciendo cada una desde el lugar que puede», aseguró Mirta Gurevech, una de las principales impulsoras de este proyecto.
«Estamos de voluntarias porque quienes lo tienen que hacer no lo están haciendo. El voluntariado es algo muy especial y se puede hacer desde cualquier lugar, incluso desde un espacio no material, porque no es más que compartir un ratito de tiempo o algo que está en buen estado, que es todo lo contrario a dar simplemente lo que sobra», afirmó.
«Somos un eslabón del grupo tejiendo por un sueño de Buenos Aires. Cada voluntaria hace lo que puede. Hay algunas que tejen, otras que donan lana, otras que se encargan de ir a buscar las donaciones, otras que unimos las mantas o nos encargamos del relevamiento, de enviar mails y hacer pedidos y en general somos dos o tres las que podemos ir a los lugares más alejados a entregar las mantas», explicó sobre la forma de organización de este grupo.
«Dentro del proyecto hacemos mantitas de 70cm por 70cm para recién nacid@s y no damos a vasto con esto, porque las entregamos en las guarderías o a l@s agentes sanitari@s para que se las hagan llegar a las mamás más humildes, pero nunca terminamos», precisó.
Detalló también que la principal dificultad se da cuando se debe llegar a los lugares más alejados, porque al no contar con los medios económicos «cuesta mucho».
«Este año, por ejemplo se viajó a Nazareno y Santa Victoria Oeste en el mes de Febrero, a Iruya en semana Santa y ahora se entregaron donaciones a una comunidad wichi, con la ayuda de una empresa que posibilitó el traslado de las mantas y de las voluntarias», informó.
Contó además, que la demanda es tan incesante por las innumerables necesidades de un importante sector de la población, que todavía se saben «pocas para llegar a cubrir la cantidad de mantas que se están necesitando», por lo cual para alcanzar mínimamente los requerimientos de Santa Victoria Oeste, adonde hay 150 partos al año, hubo que pedir ayuda a Buenos Aires.
Relató además, que para hacer menos dificultoso el acceso a los lugares más alejados de las ciudades, el año pasado se recurrió al Ministerio de Salud de la Provincia solicitando ayuda para el proyecto, pero lejos de lo esperado, como respuesta obtuvieron la devolución de la carpeta diciendo que no tenían forma de apoyarlas.
Gurevech aclaró sobre esto, que las donaciones que solicitan y el aporte requerido a la Provincia nunca consistió en dinero sino en medios, como «la cobertura del costo del pasaje, o bien de una comida o de una noche de hospedaje o lana para tejer las mantitas».
Precisó además, que por ahora la actividad del tejido es eminentemente femenina en este grupo, con la posibilidad de que se incorpore un tejedor de la Universidad de la Tercera Edad, aunque destacó que hay maridos e hijos que acompañan el proyecto en las tareas de traslado, por ejemplo.
FOTO: deja-fluir.com.ar