Buenos Aires Cerca de 70 por ciento de las niñas y niños en Argentina están en riesgo de contraer enfermedades, a causa del contacto directo con focos contaminantes, según un estudio realizado por la Defensoría del Pueblo de la Nación, y se estima que en 2010 habrá 10 millones de menores en tal situación, sólo en este país.
Datos de la Organización Mundial de la Salud señalan que «83 de las 103 categorías de enfermedades principales son provocadas por factores de riesgo ambiental, que arrojan como saldo la muerte de cuatro millones de niñas y niños en todo el planeta.» Entre ellas están el cáncer, la leucemia, las malformaciones fetales, el bajo peso, los problemas de fertilidad y las afecciones en el sistema nervioso central.
En una entrevista, la presidenta de la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente (AMMA), doctora Lilian Corra, sostuvo que «la incidencia de las sustancias tóxicas en los niños, incluso en dosis bajas, es más grave porque ellos no son adultos pequeños sino organismos en desarrollo, tienen más tiempo de vida por delante y están expuestos desde la concepción misma».
Un ejemplo que describe la problemática a la que están expuestos los menores es cuando son utilizados como marcas de un sector a fumigar, en algunas zonas agrícolas de Argentina. Se trata de muchachos de 16 años, que son rociados por una avioneta con insecticidas o con los herbicidas «Randap» y «2-4 D».
Y es en esta zona, precisamente en la provincia de Córdoba ?ubicada a 700 kilómetros de Capital Federal?, donde se detectaron 60 casos de patologías oncológicas en niñas y niños relacionadas de alguna manera con la fumigación de los campos linderos.
Algo similar ocurre en Neuquén, provincia de la región patagónica, donde radica gran parte de la comunidad indígena Mapuche. Allí aseguran que, desde que la empresa de capitales españoles Repsol YPF se instaló en esas tierras, los niños están expuestos a la contaminación de la actividad petrolera. Una de las familias de esa colectividad perforó un pozo con el objetivo de extraer agua para consumo y, en la profundidad, encontró gasolina.
Pero, sin alejarse demasiado del centro de Buenos Aires, en la localidad bonaerense de Avellaneda, se levanta Villa Inflamable, ubicada en una de las desembocaduras del Riachuelo, curso de agua en el límite entre la ciudad y la Provincia de Buenos Aires e icono de la contaminación en Argentina. De acuerdo con cifras oficiales, en ese lugar, 50 por ciento de los menores de entre siete y 11 años tienen grandes cantidades de plomo en sangre.
Según el testimonio de la doctora Corra, «los efectos tóxicos de sustancias como el plomo, que está presente en las pinturas, el agua potable y los cultivos, son irreversibles. Un microgramo por decilitro de plomo provoca una disminución de 0,25 puntos en el cociente intelectual. En Avellaneda, hay niños con 60 microgramos por decilitro de plomo».
Recientemente, el Defensor del pueblo de la Nación, Eduardo Mondino, rubricó un acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para iniciar un programa cuyo objetivo es prevenir los efectos de la contaminación ambiental en la infancia y trazar un Mapa de la Niñez en Riesgo Ambiental en Argentina.
«Este proyecto va a servir para que los gobiernos, tanto nacional como provinciales, estén en condiciones de concretar políticas públicas que eviten los efectos perjudiciales sobre alrededor de 10 millones de niñas y niños que podrían estar en situación de riesgo ambiental en nuestro país», indicó Mondino.
Uno de los principios de la Declaración de los Derechos del Niño -ONU, 1959-, dice: «El niño debe, en todas circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro». Sin dudas, la explotación ambiental conduce a circunstancias en que la infancia necesita de protección del Estado y de la sociedad.