Al igual que en países desarrollados, en Argentina la discriminación laboral de las mujeres se vincula más fuertemente a la maternidad que al género. No es extraño entonces, que incluso muchos de los organismos que dependen del Estado Nacional o de las provincias no tengan salas maternas, aún cuando estén asentados en zonas distantes de los pueblos, lo que obliga a las mujeres a buscar algún modo de organización que les permita equilibrar la vida laboral y la maternidad, antes de que una u otra se conviertan en el factor excluyente.
En este sentido, la concejal del Partido Obrero (PO) por el departamento Capital de la provincia de Salta, Gabriela Cerrano, agregó que hay un gran número de mujeres que además de pertenecer a los sectores más oprimidos, sobrevive a partir del empleo precario y ni siquiera puede contar con una licencia por maternidad, además de que prácticamente «no existen las guarderías en los lugares de trabajo».
Otra situación, poco feliz se da con los empleadores y el rechazo a tomar mujeres embarazadas, ya que muchas veces, éstas ingresan a trabajar cuando cursan el primer trimestre de gestación, momento en que los cambios físicos exteriores son imperceptibles. Sobre esto último, me permito traer a colación las palabras del dueño de un medio de comunicación, que después de haber notado que una de las empleadas que había ingresado semanas atrás cursaba el quinto mes de embarazo, le reprochó al resto del personal femenino, no haberle hecho notar esta situación, señalando que de ocurrir algo similar con otra empleada nueva, debían comunicárselo de inmediato.
Tampoco debe obviarse el factor estrictamente económico y los reportes llevados adelante por la revista inglesa The Economist, que ha puesto de manifiesto que a nivel internacional la disparidad en las remuneraciones entre varones y mujeres sin hijos van desapareciendo, mientras que aquellas mujeres que son madres, son quienes viven situaciones más desventajosas.
En la Argentina, los datos aportados por la EPH del INDEC, reafirman esto, al mostrar que económicamente quienes perciben una menor remuneración son las mujeres con hijos, como puede observarse en el 1º semestre del 2009:
Remuneración promedio de bolsillo de ocupados varones: $1.910.
Remuneración promedio de bolsillo de ocupadas mujeres sin hijos: $1.660.
Remuneración promedio de bolsillo de ocupadas mujeres con hijos: $1.352.
En nuestro país, también la inserción laboral de las mujeres es inferior (40%), lo cual no hace más que resaltar que no sólo pervive la discriminación por sexo, sino que la maternidad se torna un obstáculo para la inserción y desarrollo laboral de las mujeres.
Cabe destacar además, que lejos de socializar el costo de la maternidad, como ocurre en otros países en los que se promueven sistemas de guarderías de tiempo completo, educación de doble jornada, trabajo part-time, o vía Internet, la Argentina va en el sentido contrario limitándose sólo a favorecer el asistencialismo.
Mujer y equidad laboral, aún hoy asignaturas pendientes
La referente del plenario de Trabajadoras consideró también que las condiciones del mercado de trabajo femenino eran precarias, aún antes de la crisis que azotó a EE.UU. y repercutió en el mundo. «Con los salarios más bajos, somos las más baratas para suspender y despedir, y el blanco de todos los atropellos laborales», señaló.
«Las mujeres perdimos las conquistas que llevaron años de lucha, no existen días femeninos, ni el derecho a un salario con aportes patronales que fueron cambiados por monotributos», destacó, marcando así que la mujer sea o no madre, está desprotegida en el terreno laboral y manifestando que en Salta, el nuevo censo que llevó adelante el gobierno provincial puso en evidencia, que entre l@s desocupad@s, más de la mitad son mujeres, y que la mayoría de las que se encuentran trabajando lo hacen en negro o como cuentapropistas.
Cerrano consideró también que incluso los planes nacionales para generar mano de obra «buscan desmoralizar a las mujeres con trabajos sumamente pesados en las cooperativas, aún cuando muchas de ellas son de edad avanzada», denunciando más tarde, que la implementación del Plan Argentina Trabaja, «exige a las mujeres deberes pero no reconoce derechos», ya que la que queda embarazada «inmediatamente es separada del plan».
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