Más mujeres ofrecen sus vientres para gestar

Lo hacen a través de internet por valores que van de 30 a 80 mil dólares. El tema no está legislado en el país y dispara el debate.

En uno de los avisos se puede leer: «Tengo 32 años, soy morocha y de ojos castaños. No tengo vicios y estoy dispuesta a realizar cualquier estudio. No pido mucho. Vivo en La Plata y sólo contesto a personas serias». En otro, la presentación cambia pero el objetivo es el mismo: «Alquilo mi vientre. Tengo 31 años (soy madre y vivo en La Plata, provincia de Buenos Aires). Mis problemas son personales y pido discreción». Los anuncios, tomados al azar, son apenas ejemplos de los tantos publicados en internet desde nuestra ciudad y, como la mayoría, sirve para echar luz sobre una realidad incómoda que cada día crece más: el de las mujeres que alquilan sus vientres y logran ver en su capacidad de gestar y parir un manotazo para escaparle a la pobreza.

Aunque la premisa siempre es darle la posibilidad de ser padres a quienes no pueden, en el universo de las mujeres que ponen su vientre a disposición del mercado cada caso es distinto y tiene sus particularidades. Algunas limitan ese ofrecimiento y sólo dan sus úteros para gestar hijos de óvulo y esperma de la familia que las contrata o donados por terceros. Pero hay quienes, por unos dólares más, ponen sus óvulos a disposición en caso de que los de la clienta no sirvan. Incluso muchas permiten elegir el método de concepción: fertilización in vitro o, incluso, sexo con el futuro cliente.

LA LEGISLACION

Pese a que la oferta en internet crece de manera casi frenética, son pocos los que se animan a reconocer en público que estas prácticas se realizan cotidianamente en nuestra región y el resto del país. Desde el área de Salud Reproductiva del ministerio de Salud bonaerense solo se remarcó que en Argentina este tema no tiene legislación, como sí ocurre por ejemplo en Estados Unidos, donde los procedimientos que incluyen el alquiler de un vientre -una tendencia adoptada por varios famosos en este último tiempo- siempre tienen valores que superan los 100 mil dólares.

Es en medio de este vacío legal, sin leyes o normas del Estado, que el alquiler de vientres prolifera en los clasificados virtuales de la web y dispara, a la vez, un debate donde confluyen creencias religiosas, convicciones bioéticas y, según algunos expertos, una compleja discusión sobre la aceptación de la maternidad como negocio y del cuerpo de la mujer como mercancía sujeta a las leyes del mercado.

Para la bióloga platense Marcela Cásares Blanco, por caso, los embarazos contractuales pueden ser una herramienta altruista que muchos padres encuentran ante su imposibilidad de procrear. «Pero la polémica comienza cuando se habla de dinero y del cuerpo como una mercancía -apunta-. Algunos pueden pensar que las mujeres hacen con sus cuerpos lo que quieran y tienen derecho a ofrecer su capacidad de gestar y parir a quien quiera. Sin embargo, lo mismo puede decirse de la prostitución, cuando en la realidad sabemos que estas mujeres encuentran en estos recursos desesperados una de las pocas posibilidades de obtener dinero. Tanto el prostituirse como el poner el vientre en alquiler son acciones que no se pueden tomar como decisiones autónomas».

Lo que dice la especialista tiene correlato cuando se analizan los distintos sitios que hay sobre el tema en internet y, una vez en ellos, se indaga en los valores que se manejan a la hora de alquilar un vientre. La oferta va de los 30 a los 80 mil dólares, y en ese margen económico aparecen las distintas variantes que hacen del tema una suerte de panasea del prejuicio y la discriminación. En muchos avisos puede verse que las mujeres resaltan que son «blanquitas» o tienen ojos claros porque aspiran a que el color de piel les eleve la cotización. De esta manera, sin un marco que legisle el tema, ellas acuerdan embarazarse de palabra y piden hasta 80 mil dólares o, en algunos casos, una casa en tal o cual zona.

«Lo que ocurre es sorprendente -reconoce Cáceres Blanco- todos los avisos van de la mano de una terrible lógica de mercado, donde hasta el color de la piel tiene una cotización».

Las palabras de la experta encuentran eco en la realidad: «Hola, me llamo Paola. Soy de Brasil pero vivo en La Plata. Tengo 29 años, soy bonita, de piel blanca y ojos trigueños…me gustaría ayudarte a que puedas ser mamá». La pregunta de muchos es qué ocurre si el acuerdo se realiza y el hijo nace. Según el Código Civil argentino, madre es la que da a luz. Por eso, muchas aclaran que saben de clínicas que certificarán el parto a nombre de la que paga por el alquiler. Claro que esto es un delito que, ya pensando en el hijo, viola además un derecho esencial de las personas: el de su identidad.

UN SITIO

Un indicio de la explosión del tema es el sitio www.unhijoesposible.com creado por un grupo de madres argentinas que pasaron por la experiencia de alquilar un vientre. En forma gratuita, el sitio brinda información sobre todo lo relacionado con la subrogación de vientres en EE UU y recibe 15 mil visitas por mes

FOTO: imferblog.com