?Las cualidades atribuidas a la buena maestra eran del tipo prudencia, sencillez, humildad, amor a los niños y a la patria, es decir cualidades morales y cívicas, no cualidades intelectuales. La sabiduría de la buena maestra se localizaba en su moralidad y no en su intelecto .La base de su trabajo no residía en el conocimiento, sino en los sentimientos. Este, ?pecado original? dificulta hasta hoy la percepción de la docencia femenina como una profesión ?( Yannoulas, 1996).
El supuesto de que las mujeres eran buenas maestras pero no podían conducir el sistema como supervisoras o funcionarias marcó la feminización de la base docente en la Argentina a fines del siglo XIX y la composición del sector por más de 70 años. Posteriormente, las mujeres accedieron en forma progresiva a los cargos de dirección y supervisión, pero ni siquiera en la actualidad, la proporción de mujeres y varones en los cargos de conducción del sistema tuvo una correlación directa con la proporción de mujeres y hombres de la base docente. Transformarse en director o directora implica salir de las aulas para ocupar un cargo para el cual sólo recientemente existe una preparación específica y que fundamentalmente se aprende a partir de su experiencia, representa al sistema frente a sus colegas, de la tarea pedagógica de la enseñanza de los alumnos/as pasan a la gestión burocrática de la administración escolar, a la conducción de la comunidad educativa. La promoción implica el abandono del espacio del aula y la asunción de mayor poder y autoridad: liderazgo, toma de decisiones, gestión, enfrentamientos, estas cualidades son diferentes según se trate de una mujer o de un hombre. En las significaciones de género hegemónicas, la autoridad es fundamentalmente un dominio masculino.
En el caso de las mujeres, la docente pasa de un poder restringido en el aula, al ejercicio de un poder legítimo, a ser autoridad en la escuela. En este sentido, una mujer que accede a un cargo de autoridad del sistema educativo enfrenta obstáculos que van más allá de los desafíos de toda gestión de conducción: el ser mujer pareciera en sí mismo una limitación. En el caso de los varones pasan a una tarea más ?apropiada? para su sexo, de mayor proyección social.
Generalmente, se prefiere tener un director varón antes que una directora. Se considera que los directores son más prácticos, menos sujetos a la burocracia escolar, más objetivos; muchas mujeres conciben al poder como opresor en sí mismo, que sólo satisface intereses personales, es decir, la exclusión de las mujeres también también es autoexclusión en la candidatura hacia los cargos directivos .El sistema de concursos tiende hacia una mayor igualdad de oportunidades para las mujeres, sin embargo, son los varones quienes se presentan y acceden al poder. La promoción implica dejar la enseñanza, mientras que el traslado a instituciones ubicadas en lugares de mejor nivel socioeconómico puede considerarse también una promoción.
La crítica feminista señala que la carrera docente ha tenido al modelo profesional masculino como horizonte, fundamentalmente libre de responsabilidades domésticas, entonces, las mujeres tienen que aceptar estas premisas si quieren conservar sus posibilidades, y aceptar reglas de juego que transgreden de alguna manera los mandatos sociales sobre su tarea en el hogar y colocar las demandas del trabajo por sobre las demandas de la familia y el trabajo doméstico.
El sistema educativo, transmisor de cultura, no escapa a los prejuicios existentes en la sociedad ( sexismo, clasismo,, racismo), aún contra la voluntad y las convicciones de los/as docentes, que a menudo no son conscientes de las implicaciones de los saberes transmitidos, de los gestos realizados, de las relaciones establecidas; los elementos discriminatorios que siguen vigentes no son visibles de un modo directo, quedan ocultos precisamente porque son tan patentes que parecen hechos o comportamientos ?normales?.Se trata de procesos sutiles e inadvertidos, que entran en juego en la vida cotidiana, en los que se movilizan imágenes estereotipadas. Los/as docentes los ponen en acción en las decisiones que toman a diario a través de la selección de contenidos, actividades o textos, a través del estímulo o sanción que dan a unos u otras en las prácticas docentes en las escuelas. Generalmente no advierten el impacto que tiene la clase en la construcción de las subjetividades de los/as alumnos/as.
Así, las escuelas no sólo reflejan las relaciones de poder en la sociedad sino que reproducen y refuerzan las desigualdades existentes.
Las dimensiones más visibles de la discriminación de género son las imágenes y mensajes que presentan los libros de texto de uso corriente. Aún sucede que el tipo de familia que se presenta mayoritariamente sigue siendo la nuclear, tradicional y urbana; hay una casi total ausencia de figuras de mujeres en puestos de conducción en el trabajo, en la política, en la ciencia; las imágenes de trabajo femenino siguen siendo en el sector servicios, sobre todo maestra,, enfermera o ? modelo? publicitaria, mientras que cuando aparecen profesiones universitarias éstas son ejercidas generalmente por varones. No se trata solamente de la omisión de las diversas formas en que las mujeres y los varones participan en la sociedad, sino que las figuras predominantes muestran un sector ?urbano, clase media, blanco, joven o adulto?
Pero, los libros no transmiten mensajes de género sólo en sus imágenes; también lo hacen a través de su lenguaje, el mismo que es utilizado en la vida cotidiana escolar que por generaciones ha enseñado que un conjunto formado por hombres y mujeres, deberá ser llamado a través del género masculino y sigue siendo transmitido de la misma manera. Así se repiten frases como ?los docentes?, cuando la mayoría son mujeres; ?buenos días alumnos? cuando la escuela es mixta,? hoy vinieron pocos padres? cuando hay sólo madres. El lenguaje es en sí mismo una manifestación de valores, prejuicios y pautas culturales que subsume e invisibiliza o excluye a las mujeres.
Otras de las manifestaciones del sexismo en la educación son los contenidos de las Ciencias Sociales que se han enseñado tradicionalmente, basta con recordar las efemérides, cuya función estuvo dirigida por décadas a ? construir la nación ? con una perspectiva política y militar predominante, en un discurso donde los ? héroes? conducen ejércitos o son presidentes; este enfoque ha olvidado que las mujeres hicieron la historia de la vida cotidiana, sosteniendo los hogares, educando a los hijos y otras, con una participación en movimientos de liberación nacional o en instituciones vitales de la sociedad.
Cuando los/as docentes piden información sobre los ?héroes? de la patria, biografías, la escuela refuerza la visión de que el mundo público está protagonizado por hombres. Una historia de héroes y políticos, en la que las mujeres han quedado generalmente relegadas al papel de ?esposa de?, ?hermana de? o ?hija de?
En el espacio curricular de Formación Ética y Ciudadana se sigue enseñando a la familia tradicional, compuesta por padre y madre y los hijos/as, las otras estructuras (monoparentales, mixtas) no reciben atención. También en este espacio se produce una selección de contenidos que responden a modos de ver la realidad de los/as docentes.
Más allá de la formulación y organización de las disciplinas, o de los libros, también en las interacciones cotidianas entre docentes y alumnos/as se ponen en juego constantemente supuestos acerca de cómo es y debe ser un niño/a o un/a joven. Este proceso es el del ? currículo oculto? ( aquello que se aprende en las escuelas sin que exista una intencionalidad explícita por parte de los/as docentes; son comunes frases como ? los varones son inteligentes aunque desprolijos?,? las chicas son buenas alumnas porque son prolijas y responsables? Está comprobado, además, que se castiga más severamente a las chicas cuando transgreden la misma norma que los varones, a ellos se les perdona más el empleo de la violencia.
El funcionamiento de nuestros cuerpos, la expresión y valoración de los sentimientos, la dinámica del poder, etc. generalmente no forma parte de los contenidos escolares y cuando aparecen, son temas tratados de una manera superficial y burocrática. Cuestiones como violencia familiar, violación, sexualidad, maternidad o paternidad responsables, son temas a los cuales es más fácil evadir.
Esta pedagogía interviene revalidando lo aceptado socialmente. Tras la apariencia igualitaria, currícula común, se esconden el carácter androcéntrico y las prácticas sexistas que se reproducen cotidianamente, y que al ser asumidas como naturales no son fáciles de detectar, pero cuyas consecuencias en la vida de los/as alumnos/as van a ser decisivas ( Morgade 2001)
?la diferenciación sexista afecta a varones y mujeres. Sin embargo, en el sexismo la diferencia se coloca en una escala jerárquica que termina por sostener el argumento de que el diferente, además, en un determinado marco de relaciones sociales, con determinadas reglas de juego, es inferior. Graciela Morgade.
——————————————————————————————– * Construir la igualdad: por una ciudadanía sin exclusiones /María Julia Palacios y Violeta Carrique; con colaboración de Luz Sánchez y Ángeles Urrizaga. 1º Ed.- Salta- Universidad Nacional de Salta, 2008.
IMAGEN: http://galeria.dibujos.net