Las mujeres chané, trabajan todo el día, a la mañana traen leña y agua, atienden los chicos, hacen tinajas de barro y les enseñan a los hijos todo lo que aprendieron de los mayores. Nosotros sentimos que los chané somos un pueblo que estaba como dormido y ahora va despertando. Muchos nos creían muertos, pero estamos vivos con una paciencia histórica, con ese sentido de alegría y de solidaridad.
Hoy queremos cantarle a la vida con todo lo que somos y queremos ser. Tenemos derecho a nuestra propia identidad y por lo tanto exigimos respeto
Juana Centeno (Yerusay)
Nuestros abuelos siempre nos contaron historias cuando empezaba la noche, nosotros siempre las recordamos.
Cuento del diluvio
Hace mucho tiempo hubo una gran lluvia que cubrió toda la tierra. Una abuela chané muy preocupada le dijo a su hija que algo malo presentía en el espíritu, que esta lluvia mataría a todos. Ordenó a su hija colocar a sus queridísimos nietos, a sus dos hijos varón y mujer en una tinaja de barro cocido cerrado. Ordenó cerrarle y cubrirle con cuero de cabra en su interior, lana de oveja, varios puñados de semillas de maíz, zapallo, sorgo, poroto, una ramita de mandioca. Durante muchos días con sus noches llovió torrencialmente sin parar. El agua comenzó a elevarse cada vez más y la tinaja comenzó a orientarse hacia otro lugar desconocido. La abuela preguntó en voz alta a una familia si la encontraron y ésta respondió que sí.
Varias horas después volvió a repetir la misma pregunta, pero nadie le contestó. Sólo se escuchaba el croar de los sapos. Al oír el lenguaje de los sapos la abuela y su hija se arrojaron a las aguas transformándose en sapos mientras la lluvia ahogaba la tierra?
Cuando al cielo no le quedaba ni una sola gota de agua cesó la lluvia y las aguas lentamente comenzaron a descender hacia la matriz de la tierra. La tinaja tocó la tierra y ellos rompieron con el cuchillo los cueros de cabra. Todo era devastación. Nada tenía vida, solamente ellos. Sentían mucho frío, sobre todo cuando llegaba la noche y se enfriaban los pies, el sol era el único que se apiadaba de la falta de fuego.
Había en ese lugar tres horquetas de palo. Ahí se asentó el cántaro y a la mañana siguiente salieron el niño y la niña a mirar. Vieron que no había nada. Todo era campo, silencio. Bajaron, se sentaron en un tronco y junto con su hermanita se afligían por la falta de comida. Había muy poco para comer. Un día apareció el tigre, intentó visitarlos, los vio y de miedo entró en el cántaro. El tigre se avergonzó y volvió a su lugar. Maldito, fue para comer a los chicos .Después salieron otra vez sentados al rayo del sol, calentándose con su hermanita mirando a todos lados. Una mañana apareció la abuelita transformada como persona, pero ella era sapo: saludó a los niños, diciendo ¡buen día!, los chicos saludaron a la abuelita y se sentaron los tres y conversaron de qué vivían ellos. ?Tenemos poco para comer abuelita sapo?, dijeron. Le enseñaron que en el cántaro ponían las semillas. Y la señora sapo dijo ?pero ustedes deben sembrar esas semillas. Primero pongan la sandía, después el melón, eso no se cocina, lo comemos así crudo y dulce, y con la segunda hay que sembrar anco y poroto, eso hay que hervirlo para comer? Por tercera vez apareció Yanderú, que es el dios de los chané y los niños de llenaron de alegría. El les dijo ?tienen que casarse entre ustedes para que haya mucha gente en la tierra?
Relato tomado de Juana, Vicente y Ana Centeno
El recuerdo de los antepasados
Los chané siempre respetaron a sus mayores. Los antiguos vivían con la gente en la misma casa. Nunca se ha renegado de las costumbres, por eso los abuelos siguen cada noche contando sus historias y dando sus consejos.
Nuestra madre abuela cuando estaba por morir nos daba un consejo: que tenemos que querer a la comunidad. No hablar mal de la familia y también dijo que no quiere estar en un cajón sino en un cántaro grande en el rincón de la casa.? Si me llevan a un cementerio, que no me pongan en una covacha sino acá porque así mi espíritu estará siempre con ustedes?
Relato tomado de Juan, Ana, Laura y Vicente Centeno
* Del libro El anuncio de los pájaros- Voces de la resistencia indígena- Memoria Étnica
1º edición Abril 2005, Ministerio Desarrollo Social de la Nación, Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Componente de Atención a la población indígena, Coordinación del Taller de Memoria Étnica Leda Cantor y Olga Silvera ARETEDE
FOTO: esbuenocomunicarnos.blogspot.com