Nueva York, 14 sep. 09.- La desesperación y las privaciones que confrontan familias en todo el mundo van en aumento todos los días.
De lo anterior no hay duda, dado que la economía continúa llevando a la baja al poder adquisitivo del principal núcleo social, y esta situación coloca a las mujeres en peor posición que la de la economía familiar, la comunitaria, la nacional o la mundial.
Y así es, son las mujeres quienes enfrentan la peor parte de la injusticia económica. La violencia en contra de nosotras se exacerba, se agrava.
En sí, estamos viviendo en la casi total desprotección niñas y mujeres, puesto que estos tiempos de crisis nos exponen más y en mayor riesgo a toda clase de violencia y, en especial, al ser receptoras de maltratos físicos y psicológicos.
Las Naciones Unidas da prueba de la violencia que viven las mujeres en Estados Unidos, al asentar, en un estudio reciente, llevado a cabo en 630 Refugios para violencia doméstica, que desde septiembre del 2008, el 75 por ciento de éstos reporta un incremento de mujeres que buscan ayuda por maltrato, situación que coincide con la caída económica de una nación que se tiene como desarrollada.
Además, las mujeres, con todo y hacer frente al maltrato, y ante las carencias y privaciones, principalmente la relativa al hambre, están buscando otras formas de allegarse entradas económicas para sostener a sus familias, para dar de comer a hijos, hijas, padres y ellas mismas.
VIEJOS Y NUEVOS OFICIOS
Reportes policiacos y noticiosos, por ejemplo, dan cuenta de que en lo que va de 2009 se detiene a más mujeres por el delito de tráfico de drogas.
Esto ocurre en la frontera México-Estados Unidos, donde hasta julio pasado se registraron 313 casos en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). En tanto, en 2008 se detuvo a 230. En el 2007 fueron 246; en el 2006, tan sólo en Arizona la cifra fue de 208.
Teresa Small, portavoz del CBP, señaló a la agencia de noticias EFE no tener ?un perfil común de estas mujeres; pueden ser ciudadanas americanas, inmigrantes y de diferentes edades.?
Las mujeres se prestan al tráfico de drogas solas o acompañadas. Como muestra el caso de una mujer que el 17 de agosto último trató de cruzar 119 libras de marihuana dentro del tanque de gasolina de su auto. La mujer, de 30 años de edad, viajaba en compañía de sus cuatro hijos.
Existe la posibilidad de que casos como éste se incrementen, dada la crisis económica que viven muchas familias, ya que las mujeres se ven ?seducidas? ante las promesas del dinero que recibirán a cambio.
Otra forma de encarar a la crisis económica es la prostitución. Y eso de acceder al oficio más antiguo de la historia se presenta en todos los países, no sólo en México. En Aguascalientes, uno de los estados del centro del país, obreras, empleadas y estudiantes están recurriendo a la prostitución ocasional como actividad paralela ante la crisis económica, según reporta Univisión.
A fin de cuentas, en todo el mundo y ante la crisis económica que día a día se agudiza, las mujeres acuden a la comercialización de sus cuerpos, una de las últimas alternativas para satisfacer las necesidades básicas de subsistencia familiar y personal.
Organizaciones de derechos humanos de las mujeres ya lo han denunciado, principalmente en países en vías de desarrollo; ahora, toca el turno a México.
Para salirle al paso al hambre, las mujeres se prostituyen de una a dos veces al mes. «Yo tengo conocimiento de esto desde hace semanas, es algo real, para nada un orgullo, vamos a dialogar con los patrones para que en las situaciones más extremas se pueden otorgar apoyos», dijo Jesús Ramírez, dirigente de la Confederación Regional Obrera Mexicana.
Las obreras de Aguascalientes, estado con una importante actividad industrial automotriz, electrónica, de autopartes y textil, entre otras, ganan un promedio de 600 pesos a la semana (unos 44 dólares).
«La verdad, sí lo hago (prostituirse), no es cada semana, pero si una o dos veces al mes, porque tengo dos hijos y mi marido me dejó hace seis años (…) y con eso sacó unos 300 pesos (20 dólares) más», dijo Jazmín, una joven obrera de una empresa textil.
Así, el fenómeno de la prostitución ocasional se hace más visible, dice Mónica Pedroza, coordinadora del Centro de Capacitación y Desarrollo Comunitario, quien afirma ?la pobreza afecta, no sólo entre las obreras, sino entre secretarias, dependientas, e incluso estudiantes, quienes esporádicamente recurren a esta práctica?.
México ha sufrido los efectos de la crisis global, en particular por la recesión en Estados Unidos, destino del 80 por ciento de sus exportaciones.
Las mujeres son quienes se hacen más presentes en este ramo industrial, donde, de acuerdo con la federación local de trabajadores, en ese estado se perdieron 14 mil empleos en el primer semestre de 2009.
«Aquí es un asunto que más que señalarnos a nosotras, les debería dar vergüenza a nuestros patrones y a nuestros gobernantes, porque mientras ellos comen y viven a toda madre (con lujo), una tiene que andar haciendo cosas de este tipo para poder sacar el ?chivo? (comida)», comentó por su parte una trabajadora de una productora de pollo.
En Aguascalientes hay zonas toleradas en las que se practica la prostitución, aunque esto constituye un delito administrativo.
El nuevo fenómeno es poco perceptible en esas zonas, porque «lo hacemos con compañeros de trabajo o nos contactamos con hombres a través de ellos», precisó una de las trabajadoras.
La economía mexicana entró oficialmente en recesión el primer trimestre de este año, cuando el PIB se desplomó un 8.2 por ciento. En el segundo trimestre se contrajo en un 10.3 por ciento. Mientras que la tasa de desempleo se ubicó en julio pasado en el 6.12 por ciento de la población económicamente activa, superando el 4.15 por ciento registrado en el mismo mes de 2008.
En el caso de las estudiantes, los arreglos para prostituirse generalmente se hacen en los centros nocturnos o clubes de baile.
A final de cuentas, la mujer es la que sale mas golpeada. La crisis económica se encarga de perjudicarla de todas formas, sea desde recibir el golpe en la cara o dar más que su cara o, por si fuera poco, encarar la falta.