Especial Diagonales

La democracia real

Se cumplen 60 años de la primera vez que votaron las mujeres. De la lucha de Evita a la presidencia de Cristina.

Hoy se cumplen 60 años de un hito en el país: el 11 de noviembre de 1951, las mujeres votaban por primera vez en la Argentina, cerrando un período de turbulencia democrática a partir de que no podía hablarse de democracia verdadera cuando la mitad de la población, como mínimo, no tenía derecho al voto.

Paradojas del destino, la mujer que tanto luchó por esa conquista básica de cualquier sociedad, Eva Perón, poco pudo disfrutarlo: ya estaba gravemente enferma y pocos meses después moría. Sin embargo, la semilla de su lucha había germinado, las mujeres se convertían en ciudadanas y se iniciaba otra historia en el país.

Paradojas de la historia, décadas después se implementó un cupo obligatorio para la representación femenina en los cargos electivos y al final del camino, una mujer, Cristina Fernández, fue la primera mujer electa presidenta de la Nación y como si fuera poco, reelecta con elección récord.

El 23 de septiembre de 1947, Juan Domingo Perón había firmado el decreto presidencial que les otorgó a las mujeres de todo el país el derecho al voto. Unos días antes, el Congreso había aprobado la ley correspondiente. Esto fue posible por la fuerza personal de Evita que, no obstante, poco pudo disfrutar de ese logro histórico.

Había sido ella la que, desde la irrupción del peronismo, había bregado una y otra vez por darle entidad a un derecho que ponía fin a una situación increíblemente segregadora.

Pero el voto femenino recién se estreno cuatro años después, cuando el 11 de noviembre de 1951 más de 3.500.000 mujeres votaron por primera vez en la elección que reeligió a Perón.

De esta manera, también se cumplía un viejo sueño de luchadoras feministas como Alicia Moreau de Justo, Elvira Dellepiane de Rawson, la poetisa Alfonsina Storni y Silvina Ocampo, quienes desde los albores del siglo XX luchaban por la sanción de esta justa normativa.

En la Argentina regía desde 1916 la Ley Sáenz Peña, que propició el sufragio universal y obligatorio pero exclusivamente a los hombres, dejando a las mujeres en un rol de inferioridad cívica que socialmente no tenía justificación.

Años antes, durante la Década Infame, los conservadores habían logrado cajonear una iniciativa parecida ya que esgrimieron «lo costoso que sería empadronar a todas las mujeres y lo difícil de enseñarles las responsabilidades del voto. Incomprensible. Denigante.

La llegada del peronismo en 1945 y la ola de reivindicaciones sociales que produjo la revolución popular cambiaron el escenario y el compromiso de lucha de la propia Evita hicieron el resto.

La esposa del presidente desplegó una fuerte campaña hablando por radios y actos públicos, que derivó en la llegada al Congreso del proyecto de ley en julio de 1947. Primero fue votada sin grandes problemas en el Senado, mientras que en Diputados tardó un poco más, aunque se votó por unanimidad.

Evita posibilitó con su fuerza personal un logro fundamental para las mujeres argentinas en el siglo XX, pero poco pudo disfrutarlo: aquel 11 de noviembre de 1951, la «abanderada de los humildes» emitió su primer, y último voto, y lo hizo desde el lecho de su residencia donde se encontraba postrada por la enfermedad que ocho meses después le provocaría la muerte.

Esa foto con Evita votando en una urna que le acerca una enfermera y las innumerables colas de mujeres felices sufragando son las primeras postales de un hecho cívico que hoy cumple seis décadas.

Un paso hacia la igualdad

Estela de Carlotto – Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo

El voto femenino fue un avance en la política argentina desde muchos puntos de vista, pero sobre todo desde una óptica social ya que las mujeres dejamos de ser ciudadanas de segunda y conseguimos los mismos derechos que todos los ciudadanos de la Argentina.

Por una cuestión generacional yo tengo un especial recuerdo de este hecho tan trascendente para las mujeres de nuestro país. De hecho, conservo la Libreta Cívica como documento testimonial de la democracia argentina. Cada sello me remite a un recuerdo.

Por otro lado, en épocas oscuras donde la democracia estaba casi vencida yo no dejaba de pensar en este derecho maravilloso que posibilitó que nosotras podamos elegir nuestros representantes.

Al mismo tiempo se viene la imagen de esa mujer maravillosa que fue Eva Perón, alguien que dejó su vida por los derechos de los olvidados y las mujeres fueron un sector de la sociedad que estaba olvidado. Por eso Eva y las mujeres que hicieron historia en la política del país fueron fundamentales.

Yo, como mujer que entonces era una adolescente, esperaba con ansias por emitir mi primer sufragio. Si bien en mi familia quizás en esa época no se valoró este hecho, como en muchas familias de clases media de ese momento, por suerte con el tiempo las ideas femeninas de distintas banderías políticas fueron reconociendo y valorizando la gesta que Evita consiguió.

Desde ya que el peronismo fue clave para consolidar este derecho a voto. Hoy tenemos a una Presidenta y una gran cantidad de de mujeres valiosas participando en Derechos Humanos, en política y en distintos sectores de importancia para la comunidad.

A 60 años de una gesta histórica

Adriana Puiggros – Diputada Nacional por el FpV

En estos días no se puede dejar de recordar esa gesta histórica que fue la posibilidad de que la mujer sea partícipe directa de los destinos democráticos de la Argentina.

Es indudable que la ley 13.018 será un hecho imborrable para la sociedad de nuestro país. Votada por unanimidad en 1947, permitió que en los comicios nacionales de 1951 el 90% del padrón femenino pudiera por primera sufragar en la República Argentina. En ese sentido, tampoco se puede omitir ni olvidar que el pasado 6 de noviembre se cumplieron 20 años de la sanción de la Ley de Cupo Femenino 24.012.

Estos dos instantes de nuestra historia representan el avance de la mujer en la política nacional y deben permanecer en el recuerdo de la sociedad argentina. Gracias a este hecho histórico, la mujer argentina avanzó en la política y en otros ámbitos sociales.

Gracias al voto y luego al cupo femenino hoy el Parlamento argentino cuenta con más del 37 % de mujeres en sus filas. Este número lo transforma en uno de los órganos de gobierno que más mujeres tiene en el mundo. La ley Sáenz Peña fue un avance contra el fraude conservador, pero siguió excluyendo a las mujeres, en tanto el gran logro de Eva Perón, el voto femenino, constituye un hito fundamental en el arduo camino hacia la igualdad social.

Aún seguimos luchando para que se cumpla con el cupo. Ambos hechos sucedieron por las luchas por la liberación de la mujer, las que encabezaron la emergencia de los más excluidos como sujetos de derecho, de los que han sido confinados sistemáticamente a un no lugar y expropiados de las libertades sociales. Por eso, hoy la mujer es trascendental para la vida política de este país, porque ha batallado para tener su espacio democrático de igual a igual sin distinción.

El pensamiento de Evita

Discurso pronunciado tras la sanción de la ley que consagraba el voto femenino, 1947

Mujeres de mi Patria:

Recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo con la certeza de que lo hago, en nombre y representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria?

Aquí está, hermanas mías, resumida en la letra apretada de pocos artículos una larga historia de lucha, tropiezos y esperanzas. ¡Por eso hay en ella crispaciones de indignación, sombras de ocasos amenazadores, pero también, alegre despertar de auroras triunfales!

Hemos llegado al objetivo que nos habíamos trazado, después de una lucha ardorosa. Debimos afrontar la calumnia, la injuria, la infamia. Nuestros eternos enemigos, los enemigos del pueblo y sus reivindicaciones, pusieron en juego todos los resortes de la oligarquía para impedir el triunfo. Desde un sector de la prensa al servicio de intereses antiargentinos, se ignoró a esta legión de mujeres que me acompañan; desde un minúsculo sector del Parlamento, se intentó postergar la sanción de esta ley?

Pero nada podían hacer frente a la decisión, al tesón, a la resolución firme de un pueblo, como el nuestro, que el 17 de octubre, con el coronel Perón al frente, trazó su destino histórico. Entonces, como en los albores de nuestra independencia política, la mujer Argentina tenía que jugar su papel en la lucha. El camino ha sido largo y penoso. Pero para gloria de la mujer, reivindicadora infatigable de sus derechos esenciales, los obstáculos opuestos no la arredraron. Por el contrario, le sirvieron de estímulo y acicate para proseguir la lucha…

Hoy, victoriosas, surgimos conscientes y emancipadas, fortalecidas y pletóricas de fe en nuestras propias fuerzas. Hoy, sumamos nuestras voluntades cívicas a la voluntad nacional de seguir las enseñanzas dignificadoras y recuperadoras de nuestro líder. Marchamos con las vanguardias del pueblo que labrará desde las urnas el porvenir de la Patria ansiando una Nación más grande, más próspera, más feliz, más justiciera y más efectivamente argentina y de los argentinos?

¡Con nuestro triunfo hemos aceptado esta responsabilidad y no haremos de renunciar a ella! La experiencia de estos últimos años, que puso frente a frente la reprimida vocación nacional de justicia económica, política y social, y los viejos caciques negatorios de los derechos populares, ha de servirnos de ejemplo. En momentos de gravedad, los hombres argentinos supieron elegir al líder de su destino e identificaron en el general Perón todas sus ansias negadas, vilipendiadas y burladas por la oligarquía sirviente de intereses foráneos. ¿Podremos acaso las mujeres argentinas hacer otra cosa que no sea consolidar esa histórica conquista? ¡Yo digo que no! ¡Yo proclamo que no! Y yo les juro que no, a todas las compañeras de mi Patria?

El voto que hemos conquistado es una herramienta nueva en nuestras manos. Pero nuestras manos no son nuevas en las luchas, en el trabajo y en el milagro repetido de la creación?

Somos las mujeres, misioneras de paz. Los sacrificios y las luchas sólo han logrado, hasta ahora, multiplicar nuestra fe.

Alcemos, todas juntas, esa fe, e iluminemos con ella el sendero de nuestro destino. Es un destino grande, apasionado y feliz. Tenemos para conquistarlo y merecerlo, tres bases insobornables, inconmovibles: una limitada confianza en Dios y en su infinita justicia; una Patria incomparable a quien amar con pasión; y un líder que el destino moldeó para enfrentar victoriosamente los problemas de la época. Con él y con el voto, contribuiremos a la perfección de la democracia argentina.

FOTO: indecquetrabaja.blogspot.com