La CGT tomó el té con Macri y las mujeres pararon

La calle y el té

La CGT tomó el té con Macri y las mujeres pararon. Mientras se consolida un movimiento de características históricas y alcance imprevisible, el gobierno sale fortalecido de una coyuntura conflictiva. Cambiemos comienza a mirar con optimismo el 2017.

Imagen : Minutouno.com
Imagen : Minutouno.com

La tremenda movilización del miércoles 19 tuvo características inéditas y seguramente marque un antes y un después. Las consecuencias y proyecciones de este movimiento en franco ascenso no pueden ser aún conmensuradas. Caracterizarlo y evaluarlo nos excede, nos desborda, nos deja sin palabras. Y bienvenido sea, porque esto es lo que ocurre cada vez que nos atraviesan, en tiempo real, los grandes cismas sociales que luego estudiaremos como historia. Historia feminista que no comenzó el miércoles, ni con el #NiUnaMenos, y que un artículo de Julia de Titto en este portal ayuda, apenas, a comenzar a comprender.

Con un timing infalible, la CGT casi convierte en textual una las consignas convocantes. No hubo té, sino café, pero da igual. Tras acordar los dos mil pesos como monto de referencia para el sector privado, quedeberán ser negociados actividad por actividad, la posibilidad de un paro general quedó definitivamente (y previsiblemente) sepultada.

No hace falta afinar demasiado el lápiz para vislumbrar lo escueto que resulta el “bonito” para el bolsillo trabajador. Un estudio del Centro de Economía Política Argentina (CEPA), difundido por el periodista Jorge Duarte, muestra a cuánto debería ascender un bono de fin de año para recuperar el salario perdido en una serie de actividades. Esta cifra escala, por citar sólo tres ejemplos, a 14.800 pesos entre los metalúrgicos, 12.900 para comercio, y 6.300 pesos para la administración pública nacional. Lejos, muy lejos de la realidad.

Sin embargo, el éxito gubernamental en el primer cónclave tripartito con empresarios y sindicalistas excede la poda sobre el salario real. La CGT acaba de otorgarle un importante triunfo político a Macri, para que este cierre el 2016 más cerca de sus ambiciones.

Esto no es un decreto, sino un documento político, dijo Marcos Peña al finalizar la reunión. Y allí está concentrado el gran negocio del gobierno. No sólo porque esto supone que el “bonito” no es de aplicación obligatoria, sino porque un documento político presta un respaldo… político, valga la redundancia. Esto es lo que ha hecho, aunque sea indirecta y temporalmente, el triunvirato de la CGT.

Paréntesis y contradicciones

Las calles, el té, todo lo dicho, no deben llevar a miradas simplificadoras. Un frente de resistencia que ponga frenos a la ofensiva del capital, difícilmente pueda prescindir de las organizaciones sindicales, aún de aquellas que tienen a su cabeza direcciones burocráticas. Esas cúpulas, además, están dotadas de fuertes dosis de pragmatismo, por lo que las muestras de amor del presente pueden convertirse en reproches en el futuro. Por eso hay distancias entre las necesidades coyunturales del gobierno y las estratégicas del empresariado: conducciones gremiales colaborativas resultan hoy de gran utilidad, pero el peso relativamente importante de las estructuras sindicales, aún con estos dirigentes, es un problema que la burguesía argentina demanda resolver.

Por otro lado, la enorme movilización del miércoles desborda coyunturas y gobiernos, y no está exenta de contradicciones y disputas de sentido. Por primera vez en la historia nacional las mujeres dijeron #NosotrasParamos, reaccionando valiente y radicalmente a la saga de femicidos, abusos y violencia múltiples, pero también visibilizando salarios inferiores, labores no remuneradas, y el reclamo por la autonomía de sus cuerpos, nada más y nada menos.

Al mismo tiempo, existe en sectores de la sociedad una latencia punitivista, asociada a la agenda de la inseguridad, que es combatida firmemente por la militancia feminista, pero no deja de colonizar sentidos, con el inestimable apoyo de algunos mass-media.

¿El despegue del macrismo?

Hace varias semanas que el gobierno tiene motivos para mirar con optimismo el 2017. Macri ha salido indiscutiblemente fortalecido de meses decisivos, y su gobierno alcanza por estos días su pico de mayor estabilidad y confianza, desde su asunción aquel 10 de diciembre.

El punto de inflexión fue el tarifazo del gas. El descontento generalizado que aquel despertó, los “ruidazos” y, posteriormente, el fallo de la Corte Suprema marcaron el momento más crítico del año para Macri. Justo en ese contexto cayó la multitudinaria Marcha Federal. Sin embargo, el gobierno mostró capacidad de aprender y de rectificar a tiempo, y con alguna dosis de gradualismo y arduas negociaciones, logró romper el impasse y retomar la iniciativa.

Pudo contener la inflación, aunque sea a costa de la retracción del consumo. No fue capaz de evitar dosis importantes de conflictividad social, pero supo restringirla y sigue trabajando en ese perspectiva, y no sólo con la CGT.

Menos publicitada, pero también significativa, fue la reunión del mismo miércoles entre Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social, y buena parte de las organizaciones más representativas de los cooperativistas y la economía popular. El gobierno tiene en claro que cualquier “paz social” necesita de esa pata, sobre todo de cara a diciembre.

Finalmente, es cada vez más vox populi que Cambiemos podrá contar con apoyo parlamentario para la aprobación del presupuesto 2017. Massa, Pichetto, Bossio y compañía acompañarán, a cambio de una coparticipación automática del 70% de los ATN, recursos nacionales para las cajas previsionales en crisis, algunas limitaciones a los superpoderes del Ejecutivo y unas pocas cosillas más.

Ahora, el desafío de los desafíos para el gobierno nacional, pasa por empujar una mínima reactivación económica. Sin eso, sus chances electorales para el 2017 estarán en riesgo, más allá de las buenas noticias. Si bien los datos en ese sentido no son contundentes, las posibilidades son reales. Con un piso deprimido en el 2016 y una toma muy importante de deuda externa que será utilizada para lubricar el consumo y la obra pública, todo indica que esta módica reactivación es posible.

Lo dicho no habilita a pintar un camino sin sobresaltos hacia fin de año. Los imponderables son y siempre serán muchos en nuestras cambiantes latitudes, como bien sabe aquél recordado politólogo sueco de Página/12. Para dar sólo un ejemplo: el “bonito” de fin de año, tan insuficiente como es, desvela a algunos gobernadores y preanuncia conflictos en distritos que no podrán hacerle frente.

Finalmente, seguramente las calles seguirán ocupadas, aún en ausencia de la CGT. Las CTA, la CTEP y su reclamo de una Ley de Emergencia Social, la Corriente Federal e incluso el moyanismo, evaluarán posibles acciones. El 28 de octubre se desarrollará un paro nacional bancario, que puede contar con compañía, y la primera quincena de noviembre aparece como momento probable de nuevas confrontaciones. Ojalá que así sea. Al mal tiempo, buena cara, y mucho optimismo de la voluntad.