Tegucigalpa, 31 de octubre 2011.- El militarismo en Honduras se ha convertido en una realidad cotidiana para muchas mujeres, especialmente para las pertenecientes a la zona del Bajo Aguán, en la Costa Norte del país, donde suman más de 40 las personas asesinadas desde septiembre de 2009 hasta mediados de este mes.
El estado hondureño, a través del ejército (Comando Xatruch II, con más de 1.000 efectivos) mantiene una fuerte actividad militar en la región, que se calcula ha afectado aproximadamente a 3.500 familias en forma de amenazas de muerte, desalojo de tierras, secuestros, intimidaciones y violencia generalizada, de acuerdo con un informe presentado este 24 de octubre ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos por organizaciones de derechos humanos del país que solicitan la intervención del organismo regional.
Por otra parte, la violencia contra las mujeres alcanzó niveles alarmantes dentro de la sociedad hondureña a raíz del Golpe de Estado que sacudió la nación en el año 2009 y los feminicidios se elevaron en más de un ciento por ciento, según el estudio presentado en marzo del 2011 por la Tribuna de las Mujeres contra los Femicidios, espacio conformado por diversas organizaciones a nivel nacional.
Este hecho es atribuido a la falta de credibilidad en que se encuentran las instituciones administradoras de justicia, producto de la crisis política de 2009. Actualmente y sobre la base de datos proporcionados por la Fiscalía de la Mujer, se registraron, en todo el país, un total de 192 feminicidios entre los meses de enero a junio del año 2011, lo que estadísticamente arroja más de un crimen de esta naturaleza cada 24 horas
Una integrante del movimiento feminista hondureño expresó a SEMlac que la violencia y el militarismo se han revitalizado y esto ha tenido un fuerte impacto en la vida de las mujeres.
«El movimiento feminista en Honduras y en la región centroamericana ha denunciado el incremento de los presupuestos de las Fuerzas Armadas, las violaciones de los policías y militares hacia la población civil en general y de forma particular hacia las mujeres», expresó.
En este contexto, se desarrolló el pasado 21 de octubre, día de la y el artista en resistencia, en la ciudad de Tegucigalpa, el ensamble de mujeres artistas contra la militarización, en el marco de la campaña «Quiero en el mundo el lugar que me corresponde», organizado por el Centro de Estudios de la Mujer-Honduras.
Al respecto, Eva Urbina, coordinadora del proyecto «Construyendo acciones y discursos por los derechos de las mujeres», cuenta cómo surgió la idea de insertar la música y el arte femenino en esta campaña:
«La utilización de la música y el arte es algo de gran impacto para las mujeres. Debido a esto se realizó un proceso de consulta con las indígenas y afro-descendientes y es allí donde surgió la demanda de hacer una campaña que partiera de reconocer sus lenguas, sus letras y palabras, con el fin de hacer que la gente recordara que estos pueblos están aquí, que sus mujeres y su cultura están vivas y que tanto ellas como nosotras necesitamos ese lugar en el mundo que nos corresponde».
Tanto al inicio como al cierre del evento, se colocó como punto central la palabra Seremei, un vocablo garífuna, pueblo afrodescendiente ubicado en la costa norte de Honduras, que significa algo más que gracias. Seremei expresa más o menos: «te agradezco que hayas venido aquí y ha sido un gusto haber estado contigo».
El evento, que abrió con una invocación a los pueblos originarios, presentó a un grupo de músicas, en su mayoría jóvenes, interpretando diversos temas, acompañadas de instrumentos clásicos de viento y percusión, así como declamación de poemas e interpretación teatral.
La presentación se realizó ante un público de mujeres pertenecientes a las étnias pech, tolupán, garífuna, lenca y maya-chortí, como un esfuerzo por rescatar sus voces y sus palabras, a la vez que se denuncia las condiciones de opresión producidas por el militarismo y la violencia en el que viven ellas en el territorio hondureño.
La fusión de estas artistas fue un evento único en el país ya que, según palabras de una de las integrantes del grupo, «es la primera vez que se monta un espectáculo solo con mujeres artistas y que todas ellas se ensamblen contra el militarismo, que es una forma de agresión contra las mujeres y contra el país».
Sara Tomé, feminista que participó en el proyecto, dijo a SEMlac: «Una de las cosas que más me impresionó fue el poder de las mujeres transformado en el canto, en la letra, en la poesía. Trasladar ese conocimiento de la teoría a la práctica, a través del arte, me da mucha energía y me coloca en una realidad totalmente diferente, como mujer urbana y joven».
El ensamble de las artistas contra la militarización nos muestra que el arte y la política pueden ir de la mano y que, dentro de esta propuesta, las mujeres pueden unirse para enfrentar, desde la creatividad expresada en música y palabra, las amenazas de muerte y la violencia.
Seremei se constituye entonces en ese lugar simbólico, desde donde muchas hondureñas enfrentan la realidad cotidiana, privilegiando los pequeños o grandes espacios que les permiten compartir con otras mujeres una apuesta colectiva de sonoridad, alegría y esperanza.