Existe legitimación para discriminar en el fútbol

El segundo informe del Observatorio de la Discriminación en el Fútbol desarrollado conjuntamente entre el INADI, la AFA, árbitros, periodistas y especialistas arrojó entre sus reflexiones que existe una «legitimación del uso del espectáculo deportivo para discriminar o
insultar», lo que implica que se propicia «un ambiente de impunidad por un paraguas protector llamado pasión o folclore». Sobre esto, se destaca que incluso estas prácticas son convalidadas en la escuela, cuando se hace referencia al contexto de los partidos fútbol con una connotación negativa, adonde se naturaliza la violencia y la agresión, con frases comunes como: «Qué te creés que estás en la cancha».

El informe avanza señalando que en el fútbol la discriminación «no es un fenómeno aislado o eventual, sino que refleja la existencia de un comportamiento discriminatorio, xenófobo y racista arraigado, sistemático y hasta naturalizado de determinad@s participantes
y protagonistas de los eventos en cuestión».

Los cánticos y la discriminación

Las conclusiones nacidas a partir del relevamiento de 26 partidos de todos los equipos de 1ra. A, desde la fecha 14 (15/05/2009), revelan que los cánticos y hasta los cacheos que realiza la policía constituyen prácticas discriminatorias.

Algunas de las observaciones dan cuenta de que de un promedio de 25 cánticos por partido, al menos 8 son discriminatorios. También describen que las hinchadas locales realizan más cánticos discriminatorios que las
visitantes, ya que de «los cánticos de los locales, de cada 15, 4 son discriminatorios», mientras «los visitantes realizan en promedio 8 cánticos de los cuales 1 es discriminatorio». Asimismo, el trabajo rescata que éstos «muchas veces son hacia jugadores del propio equipo» y que en general hacen referencia a la diversidad sexual (putos, los vamos a coger). También estan aquellos vinculados a la discriminación por género (la puta que te parió, hijo de puta, la concha de tu madre), para llegar a los cánticos xenofóbicos, e incluso en contra de los pueblos indígenas, por aspecto físico y discapacidad.

Se concluyó además que éstos aumentan «si el equipo se encuentra en una situación favorable en el campeonato, y/o partido, y también disminuyen en situación inversa» y que éstos «son más contra el clásico rival, que contra el eventual». Asimismo, se expresó que es más notoria y «mayor la discriminación individual que colectiva, es decir, el insulto o epítetos de hinchas individuales a árbitros, DT del propio equipo, o ajeno, jugador de equipo propio o ajeno».

Se habilita la violencia posterior

El documento destaca que a modo de justificar la discrimación dentro de este contexto «se utiliza el argumento de que el futbol tiene su propio folclore, sus propios códigos, sus propias reglas», de manera que se convaliden insultos y prácticas discriminatorias o violentas. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las agresiones, verbales y físicas que viven jugadores/as y espectadores/as, tienen su correlato «al salir de las canchas, una vez terminado el juego. Las prácticas discriminatorias comienzan en la cancha y habilitan la violencia posterior». Como prueba de esto el informe cita «las agresiones recibidas por la comunidad boliviana fuera de la cancha luego del partido en el que la hinchada apareció enarbolando banderas bolivianas y paraguayas».

De este modo se pone énfasis en el «rol protagónico que tienen l@s hinchas en los espectáculos deportivos», lo que según destacan «implica una responsabilidad inobjetable, que abarca la responsabilidad social e individual». «Cada una de las personas que integran la hinchada debe saber que: No son otros, los que realizan manifestaciones discriminatorias, soy, yo. Cuando canto algo estoy convalidando, me estoy prestando a reproducir un discurso social discriminatorio?, expresan.

Se llegó además a la conclusión de que lo que sucede en la cancha, es decir, durante «el partido detona la Térmica Agresiva en los
espectadores y que tal como sucede en Europa, en Latinoamérica también es habitual negar o disimular su práctica.

La vestimenta y el color inciden en los cacheos

Según el estudio,?la vestimenta de cada uno de los espectadores determinaba el tipo de cacheo por parte de la policía.?

En líneas generales se expresó que en los estadios chicos las mujeres eran revisadas`por personal policial masculino y que esta revisación se acentuaba especialmente dada la vestimenta, el rostro y el color de piel. Así se explicó que entre las jóvenes quienes vestían camisetas de fútbol y zapatillas tenían una revisión más estricta.

También se tuvo en cuenta que las personas mayores y aquellas que ingresaban con niñ@s no eran cacheadas, al igual que quienes iban a las plateas.

El escaso rol de la AFA

Por último, el informe deja entrever la falta de compromiso de quienes debieran tener un rol protagónico en la prevención de prácticas discriminatorias, ya que no se cumple lo que estipula el Reglamento de Transgresiones y Penas de la AFA que indica: ?Todos los clubes,
están obligados a promover mediante los parlantes del estadio o por otros medios de comunicación eficiente, el conocimiento de los alcances de esta disposición, a fin de evitar los hechos o actos que se reprimen (Art. 91º inc. i del Reglamento de Transgresiones y Penas)?, subrayando que pese a esto, «en ningún caso se leyó el Reglamento de Transgresiones y penas por la voz del estadio».

FOTO: www.supledeportivo.wordpress.com