Elsa García Vizcaíno. 80 años. La Habana – Cuba. Maestra y directora de Escuela. 50 años de Trabajo. A sus ochenta años Elsa recuerda el decursar de su vida. Nacida en la Capital, pocos días después su mamá regresa a placetas, en la central provincia de Villa Clara. Allí junto a su abuela materna y su mamá transcurre su infancia en el estrecho cuarto de un solar.
A los seis años pierde a su abuela y cuatro años después a su mamá que muere victima de una infección provocada por una mala práctica médica durante un aborto. Hija única y con tan sólo diez años Elsa supone que está sola en el mundo, sin conocer a su verdadero padre es adoptada por la familia para la que su mamá trabajaba como empleada doméstica.
Ocupa entonces el lugar de su fallecida madre realizando la limpieza de la casa, de la notaría y la atención a los perros de la casa por un salario de dos pesos. Alcanza el sexto grado en una escuela pública y luego cursa la preparatoria y los dos primeros años del bachillerato alternando sus estudios con los quehaceres domésticos en la casa de sus padres adoptivos.
Una tía que tenía una casa de prostitución en la Capital, va a placetas en busca de la sobrina adolescente y la trae a vivir con otra hermana suya que residía en las afueras de la cuidad.
El humilde hogar de numerosos hijos pequeños, una tía que trabajaba como empleada domestica y un marido panadero, no ofrecían la menor posibilidad a la adolescente para que continuara estudiando. Trabaja como empleada de limpieza en una Farmacia, propiedad de unos españoles radicados en la isla. Allí se mantuvo por espacio de 15 años. Con esa familia española se establece en la exclusiva zona residencial de Miramar, en el municipio playa. Construyen una residencia en 5ª y 86, justo frente a la residencia del entonces presidente Fulgencio Batista.
Le asignan el cuarto de criada, pero le limitan su independencia para iniciar su vida amorosa. Ahora con mejor salario e independencia termina el bachillerato. Un periodista escribe un reportaje sobre su vida y le otorgan una beca en el exterior por seis meses.
Al regreso con el poco de dinero ahorrado del viaje compra un pequeño cuarto en una zona de clase media blanca, no fue bien recibida. Era la única negra en muchas cuadras a la redonda.
Termina el bachillerato y matricula en la escuela de artes y oficios en la especialidad de construcción civil. Aunque no pudo culminar esos estudios, si instruyó en oficios de albañilería, electricidad, plomería, construcción, carpintería entre otros. Obtuvo el título de albañilería y carpintería en el curso 1957-1958.
Pocas muchachas de su edad y color podían recibir esa educación. Fue necesaria la influencia de sus empleadores para que pudiera matricular en una escuela para familias blancas de clase media.
El triunfo revolucionario del 59 sorprende a Elsa. El júbilo de la población en las calles, los cambios, los temores y la estampida de los esbirros, politiqueros y la familias acomodadas, entre ellas la familia para la que Elsa trabajaba, que partió a Miami y nunca más tuvo noticias de ellos. En el año 60, se gradúa de Maestra Primaria.
De inmediato se incorpora a las tareas de la Revolución. Primero como maestra voluntaria y luego ante el llamado a la alfabetización. Las intrincadas zonas del oriente cubano conocieron de su labor profesional.
Escala el Pico Turquino, junto a la juventud revolucionaria, el desafío de lo nuevo, las alturas al borde del precipicio, el orgullo de la misión cumplida, el busto de Martí rodeado de nubes y espesa neblina.
Alfabetizó en la zona donde estuvo la comandancia de Raúl Castro, atendió a más de cien brigadista de alfabetización, en su mayoría jóvenes entre 11 y 13 años. Participó en el cambio de la moneda.
Los que tenían grandes cantidades de billetes, en muchas ocasiones dinero mal habido, tuvieron que recurrir a sus vecinos o conocidos para que les cambiaran cierta cantidad y luego estos que ayer fueron los usurpado hicieron lo suyo olvidando devolver el dinero cambiado y regresando mucha menos cantidad de la entregada.
De regreso a la Capital, largas jornadas de trabajo sin descanso, le merecieron como estimulo el primer Televisor alemán marca Stanfor que llegó a la Isla, habia sido seleccionada vanguardia nacional en el sector educacional en ese año. Mientras alterna el estudio con el trabajo y se obtiene la Licenciatura en Educación Primaria.
Varias escuelas de primera enseñanza de los municipios Marianao y Playa la tuvieron entre sus claustros de profesores, su destacada labor como docente le mereció el ascenso al cargo de directora y así durante más de cuatro décadas formó a varias generaciones de cubanas y cubanos que hoy la reconocen y la siguen llamando maestra.
Más de una década hace que Elsa se júbilo como educadora, su deteriorada salud le impidió continuar haciendo lo que mas le gusta, impartir clases. Como digna sucesora de Mariana Grajales, asegura estar jubilada pero no retirada, actualmente trabaja como dependienta de un puesto de prensa sito en la esquina de 70 y 19 en el municipio Playa. Allí con sus 80 primaveras Elsa continúa brindando amor y conocimiento.
Las medallas de la Alfabetización y por los Veinte años ininterrumpidos en el ejercicio de la docencia la acompañan con orgullo.
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