Si bien desde Cambiemos “despegan” a sus empresarios amigos de la causa De Vido y todas aquellas del kirchnerismo, hay preocupación por los fuertes vínculos existentes, incluso en el propio presidente.

Cristina Fernández de Kirchner los nombró en varias ocasiones, también lo hizo Julio De Vido. Estamos hablando de Ángelo Calcaterra, Nicolás Caputo, y un poco más allá, dos funcionarios: Juan José Aranguren y Gustavo Arribas.
Hasta el momento no hubo precisiones jurídicas o legales, al menos de parte del kirchnerismo. Pero la posibilidad de un furibundo contraataque esta vigente, y esto preocupa a las filas de Cambiemos, especialmente a Mauricio Macri.
A pesar de esto, en el entorno del presidente se defiende a rajatabla a un gran amigo de la casa: Nicolás “Nicky” Caputo, asesor, padrino, ex socio y amigo del Presidente desde que ambos tienen 5 años.
“Hay un riesgo de que intente mancharlo, pero no tiene sustento”, dicen las voces optimistas de la Rosada. El mini-imperio de Caputo empezó con una constructora fundada por su abuelo en 1938. Pero el amigo de Macri no figura en el ranking de obra pública otorgada por el kirchnerismo. En la Capital gobernada por Macri, en cambio, la firma SES S.A., (de los Caputo) sumó contratos por más de mil millones de pesos para mantener hospitales, escuelas y parques.
La (beneficiosa) relación de Caputo con el Estado kirchnerista pasó por dos rubros: uno fue la producción de partes de aires acondicionados, microondas y celulares. A principios de los 80, Caputo fundó Mirgor junto a Macri. Durante las presidencias kirchneristas aprovechó las ventajas fiscales y aduaneras que el Gobierno consolidó en Tierra del Fuego para un grupo de empresas. Mirgor estuvo ahí.
Bajo la gestión de Cristina Kirchner, Caputo creció dentro del deprimido mercado energético.

En 2001, había armado la Sociedad Argentina de Energía, Sadesa S.A. En poco tiempo, esa firma ganaría peso en la generación, transporte y distribución energética, hasta volverse accionista de Edesur. Con la llegada de Macri a la Presidencia, Caputo vio multiplicar sus ingresos al calor de los tarifazos y un par de licitaciones ganadas. Tales datos figuran en la biografía “El otro yo”, escrita por los periodistas Noelia Barral Grigera y Esteban Rafele.
Respecto al otro punto de contacto empresario entre De Vido y el macrismo, Cristina lo explicitó durante la campaña. “Lázaro Báez fue socio de Calcaterra. Y la empresa de Calcaterra era de Macri”, afirmó, en un intento por empatar sospechas.
La senadora electa se refería a Iecsa, la constructora que hasta hace unos meses fue del primo de Macri. En 2007, cuando Macri hacía pie en la alcaldía, Franco Macri le vendió Iecsa a su sobrino Calcaterra.
Según un informe que el Ministerio de Planificación de De Vido difundió en agosto de 2015 (que fue cuestionado y puesto en duda por el sector), Iecsa fue la tercera empresa más beneficiada con obra pública durante la era kirchnerista, sólo por detrás de Techint y Electroingeniería. Iecsa también fue subcontratada por la brasileña Odebrecht, constructora que admitió haber pagado coimas.
Mencionado a la pasada por De Vido en agosto, el actual ministro de Energía Juan José Aranguren, ex CEO de Shell, no ve motivos para consultar a su abogado. “Shell nunca le vendió al Estado gas en tiempos de De Vido”, explica un asesor.
Amigo del Presidente y jefe de la ex SIDE, Gustavo Arribas, también se muestra tranquilo frente al hipotético ventilador devidista. Si bien fue acusado de haber recibido una coima por parte de Odebrecht, Arribas ya consiguió un sobreseimiento exprés.
Sin embargo, el temor está presente, saben bien que si la Justicia realiza una maniobra para encarcelar a De Vido, detrás deberían caer varios actuales socios de Cambiemos, e incluso llegar hasta la cabeza máxima. Todo un desafío.