Crisis alimentaria limita derechos humanos de mujeres rurales

El Estado mexicano no les ofrece opciones de desarrollo económico

México DF, 14 oct 09.- A causa de la crisis alimentaria, que genera falta de ingresos, las mujeres rurales mexicanas ven multiplicado su trabajo, lo que limita su participación en la defensa de sus derechos, destaca el Diagnóstico del Impacto de la Crisis alimentaria Mundial en las Mujeres Indígenas y Campesinas.

El estudio, realizado por la Red Nacional de Promotoras y Asesoras Rurales (Redpar) en el contexto del 15 de octubre, Día Internacional de la Mujer Rural, sostiene que el alza de precios de los granos básicos, la liberación del mercado y la dependencia alimentaria impide que las mujeres rurales puedan comercializar sus productos adecuadamente.

Esta situación ha llevado a que se les considere como consumidoras y no como productoras, lo que condiciona su participación en los programas de desarrollo rural de manea distinta a la de los hombres, lo cual, a su vez, genera condiciones de inequidad.

En México viven más de 9.5 millones de personas indígenas, de las cuales el 51 por ciento son mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) de 2005. Poco más de la mitad de la población indígena vive en regiones rurales, la mayoría de ella en la zona sur y sureste del territorio mexicano, donde se concentran los más altos niveles de pobreza y la mayor cantidad de municipios marginados del país.

El diagnóstico, realizado en 2008 con el fin de visibilizar las repercusiones de la crisis alimentaria en la vida cotidiana de las mujeres rurales, señala que se ha reducido el envío de remesas para las mujeres y se observa el regreso de los hombres migrantes a sus lugares de origen sin que tengan una alternativa laboral local, lo que agrava la situación de precariedad en las comunidades.

Otro problema que Redpar percibió, mediante entrevistas con 238 mujeres y 38 informantes clave en diversos municipios de 11 entidades federativas del país, es que el Estado no ve a las mujeres rurales como sujetas de derechos en los programas sociales ni les proporciona una forma fácil de acceder a la información para que conozcan los diferentes programas que ofrecen las instituciones gubernamentales y las reglas de operación de los presupuestos etiquetados en su favor.

Asimismo, la tierra de las familias rurales es cada vez más demandada por agroempresas y urbanizadores, lo cual afecta sobre todo a las mujeres que, al no ser las titulares de la tierra, no son consultadas para su venta, destaca el diagnóstico.

Entre las manifestaciones de la crisis alimentaria en México se cuentan el incremento, hasta en 70, por ciento de los precios de los alimentos básicos; el aumento en los costos de los insumos para el campo, como fertilizantes y combustible; la elevación de las importaciones de granos y oleaginosas, así como el deterioro de los recursos naturales y de los ingresos de la población.

En este contexto, se han agudizado problemas como la falta de agua, la pérdida de bosques y, con ello, de la capacidad productiva de la tierra. A estas situaciones se suman aspectos como la contaminación del agua y la falta de leña, que afectan directamente a las mujeres.

Los únicos beneficiarios de la crisis alimentaria son los ?coyotes?, comerciantes intermediarios y acaparadores que generalmente son hombres, así como las comercializadoras de productos de consorcios transnacionales.

Los datos del diagnóstico se darán a conocer el 15 de octubre, en la presentación del video «Vamos al Grano. Campaña por la agricultura en Mesoamérica», que se llevará a cabo a las 10:30 horas en la sala 4 de la Cineteca Nacional, ubicada en Av. México-Coyoacán 389, Col. Xoco.

El diagnóstico se publicará como libro en noviembre próximo.