En el estudio estadístico se explica también que el abuso sexual infantil ocurre mayoritariamente en el ámbito familiar, ya que en el 90% de los casos los perpetradores son conocidos de la familia.
Feliciana Bilat es una joven mujer que lucha contra la violencia machista de la Justicia, luego de que una de sus hijas pudo contar el abuso sexual sufrido por su progenitor. La madre hizo todo lo posible para que escuchen a la víctima y que la causa penal avance.
Aún así, en un polémico juicio oral realizado el año pasado se desestimó el relato de la nena y el sujeto fue absuelto. No es un caso aislado, porque un informe estadístico reveló que el 95% de las denuncias por abusos sexuales contra niñas y niños terminan en la impunidad.
En el marco de un trabajo de investigación realizado por las organizaciones Hamartia y La Simón Bolívar, se analizaron 40 denuncias presentadas en la Ciudad de Buenos Aires, relevadas por un equipo integrado por redes de madres protectoras y sobrevivientes de abuso sexual infantil, periodistas, psicólogas y militantes de organizaciones políticas y sociales comprometidas con la lucha por los derechos de los niños, niñas y adolescentes.
«A partir de estos 40 casos, se realizaron entrevistas a las madres denunciantes y a sobrevivientes (ya adultos hoy en día), a psicólogas y juristas, entre otros, y se documentó con material de los fallos en los fueros civiles y penales, con material periodístico y bibliografía específica sobre la temática», se fundamentó en el informe.
Así, en el trabajo se explica que el abuso sexual infantil ocurre mayoritariamente en el ámbito familiar, ya que en el 90% de los casos los perpetradores son conocidos de la familia. No sólo eso, porque los abusadores son los progenitores en más del 65% de los casos.
«A nadie le gusta acercarse a la idea de que un niño pueda ser abusado. Menos aún por su propio padre. Sobre todo, cuando ese padre abusador es visto por el común de la gente como un hombre tierno e inofensivo, una persona de bien, solidaria, trabajadora, y cuyo único signo distinguible es, justamente, su capacidad de caerle bien a la gente, su perfil seductor», dice el texto del trabajo.
En la Argentina, manifiesta el informe, rebalsan denuncias por abuso sexual infantil. Sin embargo, nadie informa acerca de qué hacer en una circunstancia de tal alarma. El sistema es tan reacio a visibilizar esta realidad, que, ya desde el primer momento, a la hora de realizar la denuncia, son los propios policías y/o fiscales los que se anticipan al derrotero judicial en puertas, a la trampa patriarcal en su máxima expresión, y tientan a quienes denuncian este hecho aberrante a dar un paso atrás. Incluso los propios defensores públicos advierten, desde el comienzo, la posibilidad de que las acusaciones contra el abusador se vuelvan en contra de quien denuncia.
En Argentina, de acuerdo a lo expresado por el trabajo, hubo algunos avances legislativos de los últimos años: la sanción en 2005 de la Ley Nacional 26.061 de Protección Integral de losDerechos de Niños, Niñas y Adolescentes y en 2009 de la Ley 26.485 de Protección Integral a las Mujeres, para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres.
Sin embargo, las decisiones judiciales en 40 casos relevados por el equipo de investigación, todos ellos en la Ciudad de Buenos Aires, pone en evidencia que los procedimientos llevados a cabo por los funcionarios judiciales vulneran los derechos de las víctimas de abuso sexual infantil y de sus madres protectoras. Luego de realizar entrevistas en profundidad con madres protectoras y sobrevivientes, en donde se tuvo acceso a expedientes y se analizaron las resoluciones dictadas por magistrados en causas de la Ciudad de Buenos Aires, se obtuvieron varias conclusiones.
Del trabajo realizado se desprende que de un total de 40 mujeres de entre 25 y 50 años que denunciaron judicialmente casos de abuso sexual infantil, la mitad tiene estudios universitarios completos y casi la totalidad corresponde a un grupo socioeconómico medio.
Calvario de madres denunciantes
A partir de los sobreseimientos a los pedófilos acusados, lo que les espera a las denunciantes en la justicia civil es aún peor. Como afirma el juez Carlos Rozanski, «las madres que denuncian viven un calvario».
¿Por qué? Porque el dispositivo judicial está hecho para poner las cosas justamente al revés de cómo empezaron. Algo que dicen la mayoría de los Defensores de Menores, al comienzo del proceso. Así se lo anticipó a una madre el defensor público de menores e incapaces Atilio Álvarez: «Mirá que después se te viene toda la maquinaria en contra».
Al respecto, una de las madres entrevistadas afirma que en la Cámara de Apelación B en lo civil (integrada por Roberto Parrili, Claudio Ramos Feijoó y Mauricio Luis Mizrahi) fue notificada que, de continuar con sus apelaciones a las sentencias resueltas por los mismos, el juzgado daría curso a la reversión de tenencia. Es decir, la amenazaron con quitarle a su hijo.
En un 90% los denunciados tienen antecedentes
El informe de Hamartia y La Simón Bolívar también señala que en el 90% de los casos relevados se comprobaron antecedentes de violencia por parte del denunciado hacia las víctimas, la mujer y el niño. Entre las violencias, se encuentran la física, sexual, emocional, psicológica y económica. Golpizas. Empujones. Violaciones sexuales. Amenazas de muerte hacia la mujer y hacia sus hijos. Manipulaciones discursivas. Fugas del hogar por parte del victimario.
«Recuerdo cuando con una trompada volaron los vidrios del ventanal de living. Mi hijo tenía cuatro meses de vida», relata una de las madres. «Me agarró del cuello y me dijo ‘Hija de puta te voy a matar, los voy a matar a los dos‘, luego de arrojar el teléfono por la ventana de un piso 12″, refiere otra mamá que hace dos años y medio denunció abuso sexual infantil.
«Me dijo que si no teníamos otro hijo nos iba a abandonar», nos cuenta una madre que ahora tiene que enfrentar una revinculación forzada. «Lo levantó hasta el techo y lo revoleó al piso. Gracias a Dios no le pasó nada. Pero cada vez que me acuerdo de eso, se me pone la piel de gallina», describe una madre que hizo la denuncia a principios de este año.
Por último, se destaca que en más de la mitad de los casos, las madres no recibieron apoyo de sus círculos más cercanos en lo inmediato y se encontraron muy solas a la hora de realizar la denuncia. Sin embargo, a la fecha, la mayoría de ellas están organizadas y en redes, ubicándose en un lugar de empoderamiento en contraposición al punto de partida.
Imagen : radiomacondo.fm/Diariopopular