Reflexiones feministas

DIOS NO EXISTE

»Nuestras genealogías tienen múltiples y contradictorias raíces que es posible localizar en el terreno abrupto de
nuestra compleja y a menudo trágica historia, en las disímiles experiencias de explotación y dominación, pero también, en los combates y resistencias de mujeres y feministas en estas tierras.» Alejandra Ciriza ,filósofa mendocina,  compañera y amiga militanta feminista.

A las mujeres feministas, que pudieron identificar  las creencias religiosas, como un modo de colonización, de subordinación y herramienta de explotación.

Imagen : Youtube

Dios no existe

Alguien dijo ‘’Dios ha muerto’’

Otro respondió ‘qué sacrilegio’’

Si Dios, el Creador Supremo

Omnipotente, eterno

existe, es solo porque lo nombramos,

porque su nombre,

liberador o esclavizante,

ha sido construido

en milenarias amalgamas

de milenarios textos.

 

Qué pasaría,

Si toda la humanidad,

al menos, la que puebla,

lo que conocemos como universo

decidiera callar? No nombrar,

no decir, no mencionar

el nombre a quien,

muchxs mortales atribuyen

nuestras vidas,

dichas, malestares

y autoridad sobre nuestros sufrimientos?

 

Qué es Dios, al fin?

Quién es? Quién es esa autoridad

celestial que nos premia o nos condena

al paraíso imaginario,

o al peor de los infiernos?

Si somos creación a su imagen y semejanza

Qué falló ahí?

Qué fuerza fundante universal

Nos alejó del plan divino

Para hacernos ángelxs, custodixs de la fe,

o ángelxs, caídxs

 

Ese Dios del que nos hablaron

en la inocencia patrocinada de la infancia,

no existe. No existió nunca.

No puede haber un padre,

supuestamente, amoroso, protector,

que no perdone, que no abrigue,

sin pasar, por los ritos

de la flagelación humillante de rodillas,

para obtener un céntimo de amor,

que se esfuma,

como el agua truculenta,

de las alcantarillas

 

Nada está dicho, al fin,

excepto, para quienes tienen la certeza

que hay un otro suprahumano,

quien promete el fin de las desdichas

de las desgracias, de todos los dolores,

de los delitos, de la concupiscencia,

a cambio de arrepentimiento,

rezar un millón de Padrenuestros

con misas públicas o subrepticias,

aunque al final, nos demos,

con que que ha sido, el regio botín  itinerante

de la maligna teocracia pontificia.

 

Dónde habita Dios?

Dónde sus premisas

de premios y castigos?

Es dimensión interna individual?

Imaginario colectivo humano?

Divino holograma de los tiempos

que se hace carne en lxs desesperadxs

o en quienes, en confortable paz

confirman su existencia,

solo porque es nombrado.

 

Dicen que nos creó

A su imagen y semejanza.

Majestuosa alteridad inexistente,

espejo donde no podemos vernos.

Él es perfecto, eterno, de toda eternidad,

el resto, insectos

aplastadxs por el peso de las culpas

de haber nacido humanxs,

cargando la mochila inexplicable

del pecado original de lxs ancestrxs.

 

Él, es el universo, lo infinito,

el mejor del canon.

O mejor dicho, el canon mismo.

El resto, partículas humanas

investidas de lo peor,

del peor creacionismo.

Eso sí, con libertad para elegir.

Libre albedrío:

desde lograr la perfección,

a un plato de comida, un techo,

un modo de habitar el mundo

que no es nuestro,

elegir morir o vivir el día a día,

según los santos machos,

que escribieron los sagrados textos.

 

Las imbricaciones de la historia,

nos hablan sobre apóstoles, cátaros y sarracenos,

eremitas, mercedarios

caballeros templarios,

que murieron o mataron en su nombre,

bendecidos por Él, según los pensamientos,

que a espada y sangre pretendieron

custodiar la llave inexistente,

de un inalcanzable e inexistente reino.

 

Qué pasaría, si por un momento

de segundos o siglos, según sea,

callamos su nombre, las mujeres del mundo,

las malparidas, las putas, las brujas,

las lesbianas, las trans o no binarias?

Las intelectuales, obreras, estudiantas,

las amas de casa, las originarias?

Si sumamos el silencio compañero,

de nuestros compañeros,

que no han pasado

por la experiencia vital de ser mujeres,

en su diversidad,

pero que, en solidario gesto,

se aunaran al apagón de voces

que lo nombran y veneran

con un poder supuesto?

 

No. Mejor, no hagamos el esfuerzo.

Si no lo nombramos, Él, no existe.

Él, es el miedo, o respuesta

a la angustia existencial,

de nuestra finitud.

Es el padre, el hermano, el hombre golpeador.

Mejor, ni verlo.

El que impone las reglas inflexibles

de camino al cielo o al infierno.

Él, no existe.

Hagamos un silencio planetario,

dejemos de mediar, nuestros

humanos miedos,

hagámonos cargo de nuestras finitas vidas,

saquémoslo del medio.

Hagamos silencio, no nombremos,

no redundemos en su nombre.

Corramos el pesado telón de las creencias,

para crear nuestra propia luz originaria,

un nuevo Génesis igualitario

que la ciencia, nos pone al alcance de las manos.

Hagamos silencio, no nombremos,

Porque Él, no existe.

Es solo texto.

Salta,Marta César- 01/05/2021