La trabajadora de prensa Romina Oliver Colombres fue despedida de diario El Tribuno, por reclamar el pago de sus haberes «conforme al CCT 541/08; más los haberes adeudados que le fueron descontados cuando notificó su primer embarazo a la empresa», según un comunicado que dio a conocer Alejandra Paredes, titular del Sindicato de Prensa de Salta (SIPRENSAL). La periodista habría sufrido desde entonces una situación de «mobbing laboral» a través de «presiones» que habrían incluido el cambio de horarios, tareas y descansos», y sufriendo descuentos en sus haberes de «$750 por mes».
Estos problemas, vivenciados por Oliver durante tres años, habrían sido reclamados «a través de notas dirigidas a sus jefes», solicitando que se regularice su situación laboral, sin obtener respuesta a su petitorio.
Agotada esta instancia, la Lic. Oliver, temiendo que el mobbing laboral se hiciera más extremo, «por reclamar la regularización y aumento de sus haberes para la categoría de cronista», luego de reintegrase de una licencia, solicitó el acompañamiento y asistencia del SIPRENSAL y la FATPREN.
La reunión fue llevada adelante entonces el lunes 27 de septiembre en horas de la tarde, con la presencia de la trabajadora de prensa, Alejandra Paredes, la Lic. Carmen Briones y el abogado, Jesús Vilariño, l@s dos últim@s, a cargo de las gerencias de Recursos Humanos y Asesoría Legal de diario El Tribuno.
En dicha ocasión, el ofrecimiento para la empleada fue de un incremento de $380, ya que según l@s gerentes, ese monto superaba el básico establecido por Convenio para su categoría laboral, situación que mereció una respuesta de parte de Paredes.
Cabe aclarar además, que según el comunicado del SIPRENSAL, amb@s jefes de áreas «se negaron a contestar los sistemáticos reclamos de la trabajadora, en forma escrita e insistieron que a final del mes trabajado; tendría la liquidación de $2760», momento en el que Oliver, hizo saber que su decisión «era seguir reclamando, mediante carta documento, la liquidación de los montos descontados de modo impropio desde el año 2007».
La reunión concluyó sin que mediara otra circunstancia, pero en horas de la noche, Oliver recibió en su domicilio un acta de notificación de su despido de manos de una escribana, lo que para Paredes constituye una actitud repetitiva sobre cada persona «que reclame por sus derechos laborales», constituyendo así una suerte de «persecución sindical, laboral y personal que la empresa ejerce sobre l@s trabajadores», a modo de «amedrentar, aleccionar y castigar» este tipo de reclamos, y repudiando la «inercia de los organismos de control» ante estas situaciones.
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