Fueron las palabras del sacerdote Guillermo «Quito» Mariani, en el marco de una conferencia en la que participaron representantes de distintos cultos. En ese contexto Mariani aseguró que es contrario a la penalización del aborto, ya que la clandestinización de esta práctica «es lo peor que puede ocurrir porque allí se pierden todos los límites y los excesos se multiplican hasta causar daños inmensos», recalcando que dejar de penalizar implica también dejar de discriminar.
Mariani recordó en su exposición, que la opinión de la Iglesia «es una mezcla entre lo sagrado y el poder y no hay ningún derecho que ninguna religión tenga incidencia en el razonamiento de la sociedad civil que busca el bien común y no los bienes particulares».
Mencionó además, que como sacerdote, forma parte de la Iglesia que siguió al Concilio Vaticano 2°, «que es respetuoso de la Ciencia, de la libertad de pensamiento, del diálogo con el mundo y de la investigación bíblica, y de todo eso que la Iglesia de hoy ha olvidado».
Explicó también, que la mirada de la Iglesia Católica en relación al aborto fue transformándose con los siglos, manifestando que por ejemplo se consideraba que existía aborto en cada eyaculación «porque los espermatozoides eran considerados una nueva vida».
Con Santo Tomás, y basado en su concepción de materia y forma, Mariani explicó que la vida era considerada desde el tercer mes de gestación, en el que el feto adquiría la apariencia humana.
«La aparición del método de incontinencia periódica había sido también una forma de adherir a la ciencia», contó.
El sacerdote manifestó también, que ahora la Iglesia desconoce la ciencia y con ello desde cuándo estamos al frente del individuo, marcando así «una vuelta a los concilios viejos que sobrepone la autoridad de la Iglesia y que niega la posiblidad de adoptar una nueva mirada», manifestando que esta es una Iglesia jerárquica, cuya mayor puja se da por mantener la autoridad.
«La Iglesia no quiere perder el dominio social, considerándose sociedad perfecta y por eso se anquilosa en cosas como su disconformidad en el uso del preservativo y las limitaciones de la sexualidad en la vida matrimonial», consideró.
De igual manera, el referente eclesiástico dijo que la mirada que prevalece es una tesis de los años 50 que hacía pensar a la Iglesia como sociedad perfecta y que por ello debía regir sobre toda la comunidad, puntualizando asimismo, que el mayor temor de la Iglesia es seguir el sentido común y dar lugar al debate.
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