Cuba: hombres de las artes cuestionan la violencia de género

La Habana, (Especial de SEMlac).- Ya sea desde la cámara, la escritura, la música o la investigación cultural, creadores cubanos vienen sumándose a las batallas por la no violencia de género. Si bien no se trata de una tendencia marcada en las artes contemporáneas de la isla, algunos hombres sensibles a las causas del feminismo se apoyan en los discursos artísticos para cuestionar la realidad patriarcal.

Los daños sicológicos de una mujer ignorada y esclavizada por su esposo, las discriminaciones sufridas por un equipo de béisbol femenino, las exigencias de la vida cotidiana sobre la autoestima de las mujeres o la violencia ejercida por hombres hacia otros que transgreden los cánones de la masculinidad hegemónica son temas abordados por los audiovisuales contemporáneos cubanos elaborados por varones.

Realizadores como Alejandro Gil (video clip El revólver), Bárbaro Joel Ortiz (20 años, animación), Ernesto Pérez Zambrano (los documentales Grandes ligas, Universo miniatura: Las Caobas y Madre, la tierra), Sebastián Miló (cortometraje de ficción Camionero) y Víctor Alfonso Cedeño (Lavando calzoncillos, animación) destacan por la mirada comprometida con el conflicto de la violencia machista y sus consecuencias, tanto para hombres como para mujeres.

Asimismo, el asunto gana la preocupación en obras de músicos cubanos como Elain Morales y X Alfonso, del artista de la plástica René Peña; en los diseños y audiovisuales de bien público creados por integrantes de la Red Iberomericana y Africana de Masculinidades (RIAM), entre otros ejemplos.

Como apunta el historiador cubano Julio César González Pagés, la propia historia del feminismo en la isla cuenta con valiosas contribuciones de la intelectualidad masculina.

«En el siglo XIX, Nicolás Azcárate tenía una tertulia solo para mujeres, en Guanabacoa, que llegó a realizar siete ediciones, la última de ellas con 600 asistentes, para debatir temas como la teoría de Darwin y si esta excluía a las mujeres», refirió el estudioso durante el espacio de debate mensual sobre temas de género y cultura «Mirar desde la Sospecha».

El encuentro del 8 de noviembre estuvo dedicado a la labor de hombres desde la cultura por la no violencia de género, en articulación con la 3ra Jornada Cubana de Estudios de Masculinidades, convocada por la RIAM el 8 y 9 de noviembre en la Casa del Alba Cultural de La Habana.

En la primera mitad del siglo XX, importantes intelectuales como Enrique José Varona, Emilio Roig, Arturo Montori, Ramiro Guerra, Fernando Ortiz, entre otros, sumaron sus voces a las demandas por los derechos femeninos y varios de ellos participaron en los Congresos de Mujeres de 1923 y 1925, donde recibieron el apelativo de «congresistas adictos».

Sin embargo, esa herencia no ha rebasado la excepcionalidad, pues todavía se enjuicia como «raros» a los hombres que defienden estas luchas, se les cuestiona la opción sexual o se subvaloran entre sus obras las que incorporan la perspectiva de género.

«Hay miradas puntuales e intentos desde los varones por trabajar estos temas, pero falta una sistematización que muestre un compromiso real y sostenido desde las artes», señaló a SEMlac la especialista en género y cine Danae C. Diéguez, también coordinadora del espacio «Mirar desde la sospecha».

La cita, convocada por el Programa Género y Cultura del Grupo de Reflexión y Solidaridad Oscar Arnulfo Romero (OAR), cuenta con el apoyo de la Consejería Cultural de la Embajada de España en Cuba, la Agencia Española para la Cooperación y el Desarrollo (AECID) y la Real Embajada de Noruega en Cuba.

Responsabilidad, compromiso ético e investigación, sin resentir la calidad estética, resultan aspectos medulares para acercarse a estos temas, destacaron los panelistas Alejandro Gil, Ernesto Pérez, Víctor Cedeño y Julio César González.

«La posibilidad del arte de acompañar al feminismo está en las manos del artista y en su implicación con esa ideología porque, utilizando el lenguaje artístico, que es distinto al académico, puede llevarse este mensaje a más personas, desde la subjetividad y lo espiritual», refirió a SEMlac Pérez Zambrano, joven activista por la equidad de género.

Para Cedeño es preciso contemporizar el discurso y hacerlo entretenido, para que el mensaje llegue a gran cantidad de público, pues la labor del arte no debe ser la doctrina. Mas, para Diéguez, un arte comprometido no necesariamente significa un panfleto.

Pérez Zambrano advirtió que grandes obras artísticas pueden mantener conceptos retrógrados y ser incuestionables estéticamente, pues dependen del punto de vista ideológico de quien crea. En su caso, asume los temas de género con responsabilidad ciudadana, como unos «espejuelos que ayudan a mirar de otro modo la realidad» y que también pueden aportar a la cuestión estética porque impulsan un acercamiento diferente a los asuntos, desde el cual explorar nuevos recursos para la creación.

«La solución a estos problemas no vendrá de los artistas, pero sí tenemos que sabernos parte de los procesos sociales, defender las causas justas y exigir que el espacio público no puede ser violentado», reafirmó.

Al decir de Gil, la sensibilidad no basta. De ahí la importancia de acceder a datos, investigaciones y especialistas que ayuden a encauzar una intencionalidad que rompa con las tradicionales construcciones de género que también influyen en los creadores.

La débil recepción de obras centradas en desmontar mitos y símbolos que sostienen la violencia de género es consecuencia de que son desdeñadas por la difusión. Paradójicamente, los medios cubanos se encuentran plagados de productos sexistas, violentos y discriminadores hacia las mujeres.

Mantener una mirada vigilante con respecto a las obras violentas en las artes y los medios de comunicación debe ser también objetivo de políticas públicas intencionadas, señalaron especialistas. A la par, deben establecerse espacios que garanticen la divulgación de aquellos productos culturales libres de sexismo.

«En los medios cubanos tenemos la imagen generalmente del hombre triunfador y, por otra parte, las mujeres se presentan como objetos de deseo o castigadoras de hombres. Para promover nuevas formas tiene que existir una voluntad política», señaló González Pagés.

Otro aspecto problemático es el acceso a los recursos, pues no son temas privilegiados por las industrias culturales y eso mantiene en la periferia a quienes los acometen. Por otra parte, agencias de cooperación y organizaciones no gubernamentales han comenzado a financiar materiales para visibilizar la violencia y las inequidades de género, por lo cual se corre el riesgo del oportunismo.

«Debemos saber, como hombres, por qué nos sumamos a estas causas, pues venimos al mundo con un privilegio y tenemos que cuidarnos de convertir estos discursos en políticamente correctos y de que, por el hecho de ser hombres, tengamos acceso a posibilidades exclusivas», señaló Pérez Zambrano.

La ética viene siendo el antídoto ante la posible banalización de los conflictos de género, cuando se convierten en tema de agenda, coincidieron asistentes y panelistas.

Para González Pagés, género es una categoría ideológica y «todo el que lo quiera convertir en producto light se desgastará en el camino».

«Quienes se acercan a estos temas superficialmente reproducen un sexismo galopante o abordan la violencia de género revictimizando a las mujeres», señaló a su vez C. Diéguez.

Continuar sensibilizando a profesionales del arte y la cultura con respecto a los temas de género y violencia contra las mujeres resulta prioritario, reiteraron asistentes al encuentro.

«Mientras sean más los hombres que se sumen a la lucha del feminismo serán otros los públicos a los que llegue este mensaje y ayudará a romper el estereotipo de que el feminismo y la perspectiva de género son sólo luchas de mujeres dentro de un gueto», confirmó la académica.