Cuba: Adolescentes contra la violencia

Sancti Spíritus, Cuba, octubre.-.Ayudar a «que todo el mundo aprenda a resolver sus problemas sin violencia» es una de las lecciones más importantes que ha aprendido, en los últimos años, Yanisley García Guerra, adolescente de la central provincia de Sancti Spíritus, a 348 kilómetros de la capital cubana.

Ese aprendizaje llegó, para la muchacha de 17 años, de la mano del proyecto Prevención de la violencia y el abuso sexual con líderes adolescentes, desarrollado por el Centro de orientación para jóvenes, adolescentes y la familia (COJAV), de su provincia, y que comparte con otras muchachas y muchachos de su edad.

La iniciativa está coordinada desde el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX), de conjunto con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).

Según el informe del Secretario General de las Naciones Unidas (ONU) sobre la violencia contra los niños, presentado en 2006, la edad de mayor vulnerabilidad frente al abuso se ubica entre los 10 y 17 años.

El texto también reconoce que la conducta violenta se aprende y la primera oportunidad para aprender a comportarse agresivamente surge en el hogar, observando e imitando la agresividad de padres, madres y otros familiares o, incluso, de personajes que aparecen en programas de los medios de comunicación masiva.

Frente a tal panorama, en los últimos años, diferentes divisiones de la ONU han coordinado acciones en varios países para dar atención diferenciada a las generaciones más jóvenes, en terrenos como el de la educación para una sexualidad responsable, el reconocimiento del impacto negativo de las inequidades de género y la prevención y enfrentamiento a la violencia, entre otros.

José Juan Ortiz, representante en Cuba de UNICEF, declaró recientemente a la prensa local que la prioridad que se marca esa organización en la isla, en estos momentos, está encaminada justamente a la adolescencia.

Ortiz identificó «todo lo relacionado con la violencia intrafamiliar» como una de las áreas de los derechos de niñas y niños que habría que visualizar más.

«Los niveles de violencia en Cuba son muy bajos. Pero el que no haya esos parámetros no significa que no existan algunos seres humanos violentos y, por tanto, apoyamos al gobierno en el enfrentamiento y prevención de los casos de violencia intrafamiliar, de género», precisó Ortiz.

El representante de UNICEF agregó que, sobre todo, es necesario «visibilizar este tema a nivel de debate social, para generar un enfrentamiento comunitario».

La experiencia de Sancti Spíritus apunta directamente hacia la preocupación de Ortiz. Sostenida sobre el principio de la educación de pares, cada adolescente se prepara para luego facilitar información a otras personas y así llegar a toda la comunidad.

«Conocí del trabajo de este centro por la televisión espirituana, hace seis años, y luego se acercaron a la secundaria donde yo estudiaba y nos invitaron a participar», detalló a SEMlac García, quien estudia el nivel medio de Economía.

«Aquí hablamos sobre muchos temas importantes para los adolescentes y aprendimos qué actitudes son agresivas, cómo enfrentarlas y, sobre todo, la manera de ayudar a nuestros amigos a que no se conviertan en protagonistas de ningún tipo de violencia», agregó.

A Pedro Luis Concepción Marín y Sergio Denis Pentón, otros dos de los adolescentes que comparten el proyecto desde sus inicios, la invitación a participar les llegó por la vía de una profesora de su secundaria básica, quien aún sigue los progresos de este grupo en su tarea como promotora contra la violencia.

«Ahora somos capaces de identificar cómo las personas se tratan con violencia, se agreden, y hemos aprendido a mediar, conversar, para resolver los conflictos de forma amigable», explicó Denis.

El propósito del proyecto es «enfrentar la violencia desde la no violencia», asegura la psicóloga Noemí Coello, máster en Ciencias y directora de la Comisión Provincial de Educación Sexual en Sancti Spíritus.

Este trabajo se complementa con otras líneas de desarrollo del centro, como la creación de los llamados servicios amigables, dirigidos a adolescentes y jóvenes, para apoyarlos en la búsqueda de asesoramiento, información e, incluso, orientación especializada; un empeño que se realiza con el apoyo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA, por sus siglas en inglés).

«La falta de comunicación familiar es uno de los mayores problemas y estamos intentando hacerles las cosas más fáciles», sostuvo Coello a SEMlac.

Una investigación desarrollada por un colectivo de autores del COJAF, en 2006, comprobó, con 25 de los adolescentes participantes en este proyecto, que este contribuyó a propiciar espacios de comunicación y ayudó a «elevar la preparación para la prevención de la violencia y el abuso sexual en adolescentes, desde una perspectiva de género».

Entre las principales necesidades de información de los muchachos y muchachas para enfrentar su labor de promoción, el estudio definió las referidas a la adolescencia y la juventud como etapas difíciles de la vida; la sexualidad, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS); los síntomas y signos de violencia o abuso sexual y la manera de establecer las relaciones interpersonales.

Los autores confirmaron un aumento del «nivel de conocimientos sobre violencia y abuso sexual en las y los adolescentes» y la generación de espacios educativos, organizados por el médico de la familia en las comunidades donde desarrollan su labor.

Para Yanisley García, Pedro Luis Concepción y Sergio Denis, los resultados de la experiencia superaron las expectativas iniciales.

«Nos enseñaron también cómo usar el condón, protegernos contra las ITS y demostrar el amor hacia otras personas como la pareja», contó Concepción.

Denis, por su parte, aseguró que cuando llegó al COJAV empezó «a ver la importancia de tener una pareja estable donde exista amistad, comunicación y respeto, y donde ambas partes se ayuden y se cuiden».

Esos aprendizajes no han caído en saco roto. Yanisley y Sergio son novios desde hace más de un año y comparten la tarea de atraer al centro a más adolescentes, en busca de respuestas a sus muchísimas preguntas.

«Si las personas siguen pensando que pueden resolver sus problemas con agresiones, el mundo va convertirse en un caos, así que es muy bueno saber que uno puede ayudar a cambiar eso», confesó García.