Copiapó, Chile, octubre.- Todo fue felicidad en el campamento Esperanza, en la mina San José, en Chile, luego de que el primer minero en ser rescatado sano y salvo, exactamente a las 00:10 horas chilenas (03:10 GMT) de este miércoles 13 de octubre, Florencio Ávalos, abrazara a su esposa y a su hijo Byron, de ocho años.
Desde ese minuto, historias similares se han repetido y continuarán por horas, hasta completar el reencuentro de los familiares con los 33 mineros sepultados por 69 días en la mina.
El segundo rescatado fue Mario Sepúlveda y arribó a la superficie a las 1:11 minutos gritando ¡Viva Chile! y en óptimas condiciones. Al salir repartió a las autoridades pequeñas piedras que traía desde el fondo de la mina, y abrazó y agradeció a los rescatistas, también a su esposa que lo esperaba.
Tras la salida del primer minero rescatado, el presidente Sebastián Piñera dijo que «esta mina no se va a volver a abrir» mientras no se garantice que la vida de sus trabajadores está asegurada, y afirmó que lo mismo sucederá en otras minas y empresas que no cumplan con las normas mínimas que exige la ley.
Fue el Ministro de Minería, Laurence Golborne, quien había anunciado el fin de semana último que el rescate de los 33 trabajadores atrapados a 700 metros bajo tierra, hace más de dos meses, se iniciaría este miércoles.
El campamento Esperanza fue levantado por las familias de los mineros desde el mismo 5 de agosto, día del accidente, cuando decidieron quedarse en el lugar «hasta que saliera el último de ellos».
A un costado de la mina, ubicada a unos 70 kilómetros de Copiapó, ciudad del norte de Chile que tiene a la minería como su principal actividad, permanecieron en carpas e improvisadas instalaciones esposas, hijas e hijos, madres, padres, hermanos y hermanas para esperar y ver in situ la salida de sus parientes desde las profundidades.
«Esperamos que el viernes estén fuera», declaraba entonces Laurence Golborne en su ya tradicional conferencia de prensa en el yacimiento. Por su parte, el Ministro de Salud chileno, Jaime Mañalich, aseguró que los mineros, «desde el punto de vista de la salud, están bien».
Mañalich explicó que los trabajadores, que ya establecieron un record mundial de tiempo de sobrevivencia bajo tierra después de un accidente minero, permanecerían de tres a cuatro horas en la mina para una revisión médica y así preparar el anhelado encuentro con sus familiares, tras el cual serían trasladados hasta el Hospital de Copiapó.
Fue la perforadora T-130 del llamado Plan B la que hizo contacto con los mineros, al ingresar a la galería en que se encuentran a las 8:03 de la mañana del sábado 9 de octubre. Mientras, la perforadora petrolera del plan C continuaba los trabajos de perforación, ya que podría necesitarse un segundo ducto como alternativa ante cualquier eventualidad. El Plan A, que era el más atrasado, fue detenido.
La espera de las mujeres en la superficie
Lilian Ramírez, esposa del mayor de los mineros atrapados, Mario Gómez, de 63 años, dijo a SEMlac que se encuentra muy ansiosa ante la inminencia del rescate, luego de lo que definió como dos meses interminables de sufrimiento y angustia, «pero ahora la alegría casi no nos cabe en el cuerpo, no podemos imaginar cómo será cuando ellos salgan», indicó.
Antonia Godoy es otra de las decenas de mujeres que permanecen en el campamento, esperando el instante en que sus familiares vuelvan a la luz. Madre de Richard Villarroel, de 26 años, expresa con lágrimas en sus ojos que hoy tiene más fuerza que nunca: «Las esposas, las hijas, las mamás que estamos acá arriba jamás perdimos las esperanzas, yo siempre supe que mi hijo estaba luchando por vivir», relató.
Bajo un toldo que la protege del inclemente sol del desierto de Atacama, el más árido del mundo, y con su hija de tres años sentada sobre su falda, Angélica Álvarez, pareja de Edison Peña, señaló a SEMlac que lo que les ha tocado vivir «es tan grave y tan profundamente triste que esto debe dejarnos una tremenda enseñanza en torno a la seguridad en las faenas mineras, porque este accidente pudo haberse evitado».
Los familiares de 27 de los 33 mineros iniciaron un proceso contra la Compañía Minera San Esteban, dueña del yacimiento San José. Angélica Álvarez enfatiza que «no hay dinero en el mundo que pague el sufrimiento de todas estas familias y por ello lo que queremos es justicia; eso debe seguir hasta las últimas consecuencias».