La Paz, mayo (Especial de SEMlac).- «Soy gay y vivo con mi pareja hace un año, pero mi familia piensa que somos amigos»; «soy lesbiana y cuando mis padres se enteraron me echaron de la casa».
Esas frases se insertan en los textos de cuñas radiales emitidas en frecuencias locales en Bolivia, patrocinadas por organizaciones no gubernamentales que buscan sensibilizar a la población acerca de que la homosexualidad es discriminada en el núcleo familiar.
«Mis padres y hermanos son homofóbicos. Desde que era pequeño me dijeron que los niños no lloran porque, si lo hacen, son mujercitas; que un hombre es fuerte, es un macho y no un mariquita (homosexual)», comenta a SEMlac Carlos, tras sus anteojos graduados y con el pelo rizado.
El joven agrega que, cuando descubrió que tanto los hombres como las mujeres le atraían, un terrible dilema se le vino encima.
En opinión del psicólogo Pablo Castrillo, el núcleo familiar es determinante en el desarrollo integral del ser humano. Desde pequeños, vamos formando nuestros pilares afectivos en torno a los padres, principalmente, comentó a SEMlac.
«No podía decirle a mi familia lo que me pasaba, fue complicado y hasta ahora lo es. Delante de ellos tengo que soportar charlas donde se ataca a un homosexual o lesbiana y siento que me atacan a mí, pero debo callar y guardar mi elección sexual como un secreto, porque sería terrible si se enteraran», relata Carlos.
La población gay es un sector muy propenso a la discriminación social.
Además, algunos países como Irán, Mauritania, Arabia Saudí, Yemén, entre otros, castigan esta elección sexual con la pena de muerte; sin embargo, en 115 naciones del globo la homosexualidad es legal, informa la Asociación Internacional de Gays y Lesbianas (ILGA). En Bolivia no es un delito, pero aún existe un fuerte rechazo social.
Carlos no duda en hablar de la angustia continua que le genera esta situación, pero asegura que, un día, gritará a los cuatro vientos que es gay. Supone que ese día su familia lo rechazará, algo que teme mucho.
Otro tanto le sucede a Claudia. Ella es delgada, de cabello largo y estatura mediana. Después de varias llamadas para ubicarla, decidió compartir con SEMlac su historia de vida.
Desde muy pequeña le gustaba verse en el espejo, no dudaba en tomar el maquillaje de su madre y dibujar líneas de colores en su rostro. «Quería ser como mamá», cuenta y comenta que, desde pequeña, surgió en ella una admiración por lo femenino.
«El mundo de las mujeres y cómo nos desenvolvemos me llamó la atención siempre. Los vestidos, los rostros, cuerpos femeninos y la forma en que cuidamos a los niños», rememora.
En medio de esa fijación por lo que Claudia considera netamente femenino surgió, en su adolescencia, su preferencia sexual y su inclinación hacia el mismo sexo.
«Me di cuenta de que me gustaban las chicas y que también me gustaba lucir muy femenina, al igual que mis parejas». Y esta decisión la llevó a enfrentarse a la sociedad y a su propia familia.
«A mis padres nunca les cruzó por la cabeza que yo era lesbiana, porque ellos piensan que serlo es querer ser como un hombre y yo soy lo contrario», confiesa y continúa: «por mucho tiempo, cuando tenía 22 años, llevaba una relación con una chica muy similar a mí. Mi familia pensaba que éramos amigas, pero un día descubrieron que éramos pareja».
Como resultado, el padre no le dirigió más la palabra, le pidió a ella que se independizara y a su madre le exigió negarle el saludo con un beso en la mejilla.
«Que un padre o madre rechace a su hija o hijo por ser homosexual, definitivamente, va a marcar a la persona y puede llevarla a un conflicto interno muy fuerte», comenta Castrillo.
El experto agrega que «el rechazo por parte de la familia genera altos grados de ansiedad, depresión, entre otros inconvenientes. En casos más extremos puede llevar a las drogas, el alcoholismo o al suicidio».
Además a esto se le debe sumar que la homofobia, tanto en la familia como en la sociedad, deja a la población gay sin ninguna posibilidad de pedir ayuda ante ciertas situaciones..
Al respecto, el director para América Latina del programa de Naciones Unidas contra el Sida (ONUSIDA), César Antonio Núñez, dijo que la homofobia contribuye a aumentar la epidemia del sida, debido a que las personas no acuden a centros de salud o a pedir información por miedo a ser discriminadas.
A estas declaraciones, emitidas a medios internacionales por el Día Internacional contra la homofobia, celebrado el pasado 17 de mayo, agregó que los países de la región deben observar este día como una oportunidad para reforzar el trabajo en torno a los derechos humanos.