Lima, noviembre.- La degradación de la tierra trae consigo una profundización de la migración del campo a la ciudad, afirmó en Lima una científica cubana durante un seminario internacional para analizar los procesos de degradación, desertificación y sequía que encaran los países en desarrollo y la manera cómo, desde América Latina, se buscan formas de hacerles frente.
Nery Urquiza, del Centro de Información, Gestión y Educación Ambiental de Cuba, señaló que una evaluación realizada en las zonas más secas de la isla, comprendidas entre Camagüey y Guantánamo, muestra que el 70 por ciento de los terrenos han perdido la capa superficial de tierra, es decir los primeros 25 centímetros, «que se han ido al mar», aseguró.
Ella ofreció una conferencia magistral ante una audiencia conformada por expertos internacionales en clima y ciencias de la tierra, formuladores de políticas de América Latina y el Caribe, autoridades y representantes de organizaciones campesinas.
Mencionó que en los lugares evaluados hay un acelerado proceso de salinización de los terrenos. Dijo que frente a esta realidad, la gente del campo vuelve los ojos hacia tierras más productivas, donde la agricultura no sea tan onerosa, u optan por irse a la ciudad.
«La gente quiere salir de allí, irse a otras tierras que ofrezcan mejores posibilidades porque a ellos, en esas zonas secas y erosionadas, producir un quintal de frijoles les cuesta el doble o el triple que a un agricultor que no confronta esos problemas, pero el precio final al consumidor sigue siendo el mismo», señaló para dar un ejemplo de lo complejo que es el tema, pues va más allá de la simple degradación de suelos.
Precisamente, por ello el problema de la degradación de la tierra es abordado en Cuba por diversos ministerios: Ciencia y Tecnología, Agricultura, Azúcar, y grupos temáticos y locales que añaden perspectivas diferentes, informó.
Cuba es el país de mesoamérica elegido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO) para aplicar una herramienta que mide la erosión de la tierra, que también se viene probando en Argentina y naciones en desarrollo de Asia y África.
Conocida en los círculos científicos como LADA, por sus siglas en inglés de Land Degradation Assesment (Evaluación de la Degradación del Terreno), la herramienta no sólo está demostrando ser útil para este fin, sino que permite identificar una serie de temas necesarios para la formulación de políticas públicas relacionadas con el uso de la tierra y sus implicancias sociales, económicas y demográficas, que pueden ser replicados en países con características similares.
En el caso de Cuba ha servido para crear una completa base de datos sobre usos de la tierra y otros recursos (hídricos, genéticos) de la isla; se han levantado 23 mapas temáticos para apoyar el diagnóstico de degradación; se identificaron las tendencias de los sistemas de uso y conservación; se rescataron prácticas tradicionales y locales y se extrajeron medidas de mitigación.
También se pusieron en entredicho algunas afirmaciones, especialmente con respecto a los efectos del cambio climático. «Es verdad que tenemos ciclones más intensos y frecuentes en los últimos años, pero ¿eso es signo del cambio climático o un reforzamiento de la variabilidad climática existente en el Caribe?», se preguntó Urquiza.
Para comprobarlo científicamente, el Instituto de Meteorología está realizando un estudio sobre el comportamiento de los ciclones en Cuba durante los últimos 100 años. Estos fenómenos «tienen un componente atmosférico de gran importancia que es necesario validar científicamente, así que mientras tanto preferimos hablar de intensificación de la variabilidad climática, antes de atribuírselo al cambio climático», señaló.
Algunas evidencias mostradas por el uso de LADA es que las zonas secas de la isla cada vez son más secas, las temperaturas han aumentando y los recursos hídricos están más contaminados.
Esto último, según Urquiza, crea problemas en la disponibilidad de agua «porque si está contaminada no se puede usar, es como si no existiera», refirió a SEMlac.
También se comprobó que en las zonas más secas del extremo oriental de Cuba alrededor de 2.400 mm3 anuales provenientes de las lluvias se escapan hacia la atmósfera, pero dejando en la superficie de la tierra la sal que arrastran del mar, que alimenta la erosión de la tierra.
«Esa es nuestra realidad porque somos un país rodeado de mar, así ha sido siempre y por eso los ‘expertos’ han desarrollado muchas alternativas que deben ser tomadas en cuenta», resaltó, aclarando que por expertos se refiere a la gente que trabaja la tierra y no a los científicos que han estudiado en una universidad.
«Estas mujeres y hombres han desarrollado una relación muy estrecha con la tierra, porque la trabajan hace años, transmiten sus conocimientos de generación en generación y son capaces de hacer un diagnóstico de los problemas y sus posibles soluciones que, sorprendentemente, coincide plenamente con los resultados de esta herramienta», subrayó.
Urquiza realizó su presentación durante el I Seminario Internacional de Manejo Sostenible de la Tierra en América Latina, «Avances y Desafíos», que organizó el Ministerio del Ambiente del Perú, en coordinación con el Fondo de Población de las Naciones Unidas los días 4 y 5 de noviembre, y que se caracterizó por la presencia de un nutrido número de mujeres científicas, tanto de expositoras como de asistentes.