Ante los recientes casos de denuncias referidas a pedófilos en dos colegios del Conurbano bonaerense, especialistas afirman que no hay controles para advertir conductas perversas en quienes ingresan a trabajar en instituciones educativas.
Las dramáticas denuncias de abusos sexuales en escuelas primarias de Castelar y González Catán forman parte de una alarmante y oscura modalidad, que tiene a bandas de pedófilos que ahora apuntan directamente a los establecimientos educativos con menores.
Allí, sostienen especialistas, no existen controles para advertir conductas perversas a quienes ingresan a trabajar.
Sólo este año la Justicia de Capital Federal y provincia de Buenos Aires abrió más de 50 denuncias por hechos ocurridos en colegios, y se calcula que el 95 por ciento termina en la más absoluta impunidad, sin condenas, según publicó Diario Popular.
Andres Bonicalzi, abogado de la Asociación de Víctimas de Violaciones (AVIVI), expresó que «el Código Penal, en términos de política criminal, incorporó el agravamiento para casos de abusos contra menores dentro de los establecimientos educativos, pero evidentemente este intento por disuadir el ingreso de perversos en escuelas no viene funcionando, porque los casos aumentaron de manera más que preocupante».
En el mismo sentido, Javier Miglino, abogado y titular de la organización Defendamos Buenos Aires, explicó que «este año las causas penales por denuncias de abusos en escuelas de Capital Federal y provincia de Buenos Aires supera los 50 episodios, y cabe destacar que en la mayoría las características se repiten, con modalidades similares, lo que revela que las bandas de pedófilos eligen los establecimientos educativos como espacios para actuar y saciar su ansia de corromper menores».
Al respecto, el letrado indico: «Los últimos casos en González Catán y Castelar tienen puntos de contacto con muchos otros. Por ejemplo, en el jardín Tribilín de San Isidro hace un tiempo, en el que intervine como defensor».
«Los pedófilos lograron ingresar sin filtro alguno en las escuelas, no fueron investigados para determinar si tenían antecedentes y dentro de los predios nadie los controló, se movieron libremente. Hablamos de docentes o personal civil», señaló Miglino.
«Las bandas de pederastas hacen inteligencia, y las escuelas son lugares privilegiados para su accionar», agregó.
Bonicalzi, en tanto, dijo que «el abusador es un sujeto activo, con estrategias claras, que se aprovecha de la relación de confianza que se genera con los chicos, y se debe sumar una situación de completa subordinación que coloca al perverso en un espacio de poder respecto a las víctimas».
«La falta de control dentro de la instituciones, pero también en el nivel gubernamental, es alarmante. Ese descontrol surge de los relatos de los propios chicos abusados cuando cuentan sus experiencias en los juzgados. Allí queda claro que estaban vulnerables, indefensos, y que los pedófilos se movían con total libertad», manifestó el abogado de AVIVI.
Según indicó Bonicalzi, «el abordaje de un pedófilo dentro de la escuela no tiene ninguna relación con los métodos de abusos callejeros, con violencia extrema, sino que parte de ese aprovechamiento del poder que tiene como adulto frente a los chicos, y comienza con jueguitos, como cosquillas, u otros, que luego comienzan a invadir los genitales de las víctimas y otras conductas para corromperlos, pero en el marco de lo que podría denominarse consentimiento viciado».
Finalmente, el abogado Miglino explicó que «por la causa del psicólogo Jorge Corsi, ya liberado tras un arreglo judicial por abusar de menores, sabemos que formaba parte de una red de pederastas, que analizaban los lugares para atacar, meterse y actuar, pero lamentablemente, a pesar de contar con este tipo de información clave, no se toman medidas en las escuelas para proteger a los chicos, y esto es aprovechado por los degenerados».
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