Reportaje a la Lic. Isabel Monzón, especialista en psicoterapia de parejas y familia lesbiana

?ACERCA DE LA MATERNIDAD EN PAREJAS LESBIANAS?

Uno de los asuntos que comenzaron a visibilizarse en nuestra sociedad durante el año 2006 fue el de la crianza de niños en parejas de gays y lesbianas.

La maternidad, un verdadero desafío

Los primeros días del mes de agosto, el nacimiento de un bebé que integraría la familia de una pareja lesbiana en la ciudad de Córdoba, ocupó buena parte de la opinión pública. Una de las mujeres de esa pareja había gestado el niño recurriendo a la inseminación artificial a través de un banco de espermas, es decir, con esperma de un donante anónimo.

Según el diario «La Capital» de Rosario -en una nota del pasado 3 de agosto difundida por RIMA(1)– especialistas rosarinos apoyan la fecundación en parejas lesbianas, ya que ?no existiendo legislación sobre el tema la ciencia debe estar a favor de los deseos de las personas». Entienden que la fecundación asistida no debe discriminar inclinaciones sexuales: ?un homosexual no es un enfermo, es una persona con una elección sexual distinta», manifestó el Dr. Julio Colabianchi, especialista del «Centro para la Fertilidad de la Pareja».

Desde el punto de vista legal, el hijo/a nacido en el ámbito de esta pareja tendrá vínculo solamente con la madre. Pero en el derecho de familia, vale recordarlo, tenemos abiertos varios frentes por la distancia que suele existir entre los valores que recoge la instancia jurídica y los que subyacen en las prácticas sociales. Veamos por caso la falta de equiparación legal entre la paternidad psicosocial y la filiación biológica (ya que la primera es considerada solo una forma sustitutiva de la «verdadera filiación»), cuando conocemos innumerables casos en los que la función materna o paterna es llevada adelante por padres o madres no biológicos, como plantea la prestigiosa especialista Cecilia P. Grosman en su trabajo «Los derechos del niño en la familia. La ley, creencias y realidades».

Para la Iglesia, según el vocero del Arzobispado de Córdoba, padre Pedro Torres («La Mañana de Córdoba»), «la inseminación artificial a una pareja de lesbianas es antinatural. La maternidad no es un derecho, uno no puede poseer un hijo como un bien o una cosa». Según el padre Torres las parejas de lesbianas no tienen derecho a la maternidad ni derecho a la procreación.

Por esos días, en un programa televisivo -el de Santos Biasatti que emite Canal 13- opinaron personas y especialistas que están a favor y en contra de que parejas homosexuales tengan hijos. Sin entrar en el análisis de las distintas posturas, es innegable que los argumentos de quienes se oponían estaban basados en un concepto de familia de corte biologista (si se me permite la expresión): la familia como hecho natural equiparable a unidad biológica más que construcción cultural. De todos modos el hilo conductor del debate fué la cuestión de si estas parejas de gays o lesbianas ofrecen a sus hijos un ámbito saludable para su desarrollo. Y me parece que -más allá de los aspectos médicos y jurídicos- es un buen interrogante para que comencemos a aproximarnos a un asunto lleno de pre-juicios y creencias con una importante carga ideológica relativa a la conservación de modelos y pautas sociales. Creo que podemos coincidir, para contar con algún punto de partida, que nos encontramos en un tiempo donde se van incorporando al debate público cuestiones antes silenciadas. Convendría entonces escuchar-nos, informar-nos, no solo cuestionar las ideas ajenas sino también poner en cuestión las propias.

En mérito a ello entrevistamos a la Lic. Isabel Monzón, Psicoanalista, especialista en «Psicoterapia de parejas» y «Familia lesbiana?(2), residente en la Capital Federal, quien por su formación y compromiso social es persona de consulta y referente de opinión en estos temas. Éstos fueron sus conceptos:

AR: Se dice que todo niño/a requiere de las figuras materna y paterna para su normal crecimiento y desarrollo. ¿Cómo operan estas funciones en la realidad, teniendo en cuenta sobre todo la diversidad de organizaciones familiares en la actualidad?

IM: Esa manera de pensar proviene de una ideología patriarcal que dogmatiza a la familia. Lo que los niños y niñas necesitan es amor, cuidado, protección y respeto. Y tales condiciones son independientes del sexo de quienes cumplan esas funciones.

La maternidad es un hecho tan complejo que, en realidad, lo que existen son maternidades en sus variadas formas, siendo las madres seres diferentes que construyen, cada una de ellas y de variadas maneras, relaciones con hijas o hijos, quienes también poseen sus propias subjetividades.

Ser una buena madre no es algo natural. No es algo ni biológica ni anatómicamente determinado, como diría Freud. ?Aprendemos, a menudo a través de una dolorosa auto-disciplina y auto-cauterización, esas cualidades que se suponen ?innatas? en nosotras: paciencia, auto-sacrificio, la voluntad de repetir interminablemente las pequeñas y rutinarias tareas para socializar a un ser humano?, en palabras de Adrienne Rich. No existe una esencia biológica que determine que la madre será una cuidadora nutricia, o virtuosa y afectuosa hacia sus hijos. Pero también optamos para hacernos madres, que en mi experiencia personal, es una experiencia inefable, digo inefable en tanto esa palabra significa ?alegría, delicia, indecible: de tal naturaleza o tan grande que no se puede expresar con palabras?, siguiendo a María Moliner. Ahora bien, ese deseo de maternidad, cuando se trata de una pareja de lesbianas que quiere tener hijos, escandaliza.

AR: ¿Cuáles serían entonces las diferencias o desventajas -si existen- en la configuración de la identidad en niños/as criados por parejas homosexuales?

IM: Las diferencias son básicamente que habrá dos madres a las que el niño o niña pueda recurrir, amar y saberse amada. En cuanto a las desventajas provienen de si la sociedad -familia de origen de ambas integrantes de la pareja, escuela, vecindad y todo otro entorno que rodee a la criatura y a sus madres- acepta o discrimina esa otra forma de configuración familiar. No me refiero las familias integradas por dos varones porque es difícil que ellos logren adoptar o consigan un vientre de mujer que «done» a
la criatura nacida luego de que uno de ellos insemine con su esperma a una mujer. En el caso de la adopción, le decía que es dificultoso que ellos lo consigan. Y si lo logran -lo cual sería prácticamente un milagro- es como varón soltero.
Quienes instrumentan las leyes no pueden pensar que los varones pueden brindarle a las criaturas lo que ellas necesitan. Es otra forma de prejuicio patriarcal que daña a varones que desean ser padres y a las criaturas nacidas y abandonadas que permanecen en instituciones de menores a veces parecidas a la de Grassi. O que son dadas en adopción a personas heterosexuales que no
por tener esa orientación sexual son mejores padres y madres que los gays y las lesbianas.

AR: ¿A qué atribuye usted el rechazo de algunos sectores de la sociedad a la integración de este tipo de familias?

IM: Ese rechazo proviene básicamente de la Iglesia Católica, de sus sectores más reaccionarios. Lo mismo sucede desde la religión judía ortodoxa. Los sectores más progresistas -sobre todo de la Iglesia Católica- tienen sus manos atadas. Para ser más clara pondré el ejemplo de una pareja de lesbianas que conozco. Ellas lograron que su vínculo fuera bendecido por un sacerdote sensible y comprensivo. Al rechazo de la sociedad por ese tipo de familias lo denomino-siguiendo al psicoanalista C. Bollas- «pensamiento fascista».

AR: ¿Qué opina del planteo de Eva Giberti respecto de que lesbianas que recurren a la producción masculina renuncian al principio que define su identidad como ajena a la intimidad con el varón?

IM: En primer lugar me sorprendió el planteo de Eva Giberti. No lo esperaba de su parte. Si ella, que fue coautora ?junto con otros colegas y yo misma- de un libro editado por la Comunidad Homosexual Argentina a fines del año pasado:?Adopción, la caída del prejuicio? piensa de esa manera, ¿qué podemos esperar de los sectores más reaccionarios del mundillo psicológico y psicoanalítico? Y le puedo asegurar que ese pensamiento fascista también existe en los profesionales argentinos que tienen bajo su responsabilidad la salud mental de sus conciudadanos.

Asimismo, desde mi experiencia profesional, puedo afirmar que la identidad de una lesbiana no se define por el rechazo hacia el varón sino por el deseo y el amor hacia otra mujer.

El planteo de la Lic. Giberti, proveniente una de las psicólogas más respetadas en nuestro país y que participa con mucha frecuencia en los medios televisivos y periodísticos, es peligroso porque una persona que no tiene las ideas claras al respecto puede creer que la lesbiana que, por ejemplo, tiene un hijo varón, lo rechaza a él. Y eso es equivocado. Las madres lesbianas aman a sus hijos e hijas, independientemente de sus sexos.

Al comenzar estas reflexiones las situamos en torno a una cuestión que nos parece la más importante: las parejas lesbianas ¿pueden ofrecer a sus hijos e hijas un ámbito saludable para su desarrollo? En opinión de la Lic. Monzón la respuesta es sí, respuesta que compartimos, porque como ella expresaba lo que los niños y niñas necesitan es amor, cuidado, protección y respeto, condiciones independientes del sexo de quienes las cumplan.

(1) Red Informativa de Mujeres de Argentina.

(2) isamonzon@yahoo.com ; http://www.isabelmonzon.com.ar

Fuente: Nuevo Diario de Salta 23/12/06

FOTO: 1.bp.blogspot.com