Barrios silenciosos como cementerios, murmullos, manos que tiemblan y estallidos de llanto son distintos trajes del mismo miedo que inundó Argentina hace 40 años. Ahora, 24 escritores argentinos que vivieron la dictadura en su infancia, vuelven a esa época oscura en el libro «Golpes».
Los críticos en literatura argentina Victoria Torres y Miguel Dalmaroni convocaron a escritores nacidos entre 1957 y 1973, que cursaban sus estudios primarios y secundarios durante la última dictadura (1976-1983), para que escribieran un relato con motivo del 40 aniversario del golpe militar, el próximo 24 de marzo.
En la infancia y adolescencia «ciertos rincones y tonos de la memoria personal y de las propias biografías ganan intensidades únicas y significados perturbadores, inquietantes y siempre abiertos», escriben ambos en el prólogo.
«El previo de la literatura es lo particular», dice a Efe Dalmaroni, quien señala que muchos coincidieron a la hora de narrar «historias íntimas, cotidianas, de la rutina de esos días».
Con niños como principales protagonistas, la escuela, la casa y el barrio son algunos de los escenarios más recurrentes, como «espacios emocionales intermedios, entre lo íntimo y lo expuesto, entre lo privado y lo público».
Así, Mariana Enríquez recrea la perturbación de una niña al ver a un hombre ahorcado, balanceándose en una casa demolida por el paso de una autopista en construcción, y Juan José Becerra, el recuerdo del abanderado de una clase que fue besado por el dictador Jorge Rafael Videla;
Sergio Olguín recurre a la mirada infantil para narrar cómo tiemblan las manos de una madre que lava los vasos que su hijo dio a dos militares sedientos que llamaron al timbre de casa cuando ella había salido.
Los padres no tienen respuesta a las preguntas de sus hijos, las desapariciones se cuelan en los cuentos y los tiroteos ocasionales, gritos y llantos se entremezclan en el día a día con espesos silencios ante la incomprensión de los más pequeños de la casa.
Algunas historias se remontan a días o meses antes del golpe, otras transcurren después de que Argentina regresase a la democracia, mientras que también existen las que desdibujan la cronología para dejar al descubierto solo sensaciones y estados anímicos.
«Cualquier orden de lectura es válido», opina Dalmaroni, quien apunta que solo la tercera parte es intencional, ya que gira alrededor del 24, «el nombre numérico y cronológico del trauma colectivo».
El título de la obra, «Golpes» remite a la toma de poder por parte de los militares el 24 de marzo de 1976, pero también «cómo fue el golpe para cada uno de los autores», señala el editor.
«Cada uno cuenta cómo fue para ellos y juegan también con el equívoco de la palabra, como en ese relato en el que un niño no entiende quién se ha dado ese golpe del que hablan los adultos», dice sobre el texto firmado por Federico Jeanmaire.
Como los autores, Dalmaroni, nacido en 1958, también tiene recuerdos de la dictadura asociados a su juventud.
«Tengo un recuerdo personal muy obsesivo, que me acompañó en pesadillas durante muchos años. Tuve que hacer el servicio militar durante la dictadura», dice el editor.
Recuerda que un día les pasó revista Antonio Domingo Bussi, la máxima autoridad de la provincia norteña de Tucumán entre 1976 y 1978, que falleció en 2011 mientras cumplía prisión domiciliaria perpetua por crímenes de lesa humanidad.
«Era un clima… Uno se sentía amenazado, se sentía en manos de los carceleros de la dictadura haciendo el servicio militar en ese momento», continúa.
Especialista en literatura, cree que esta disciplina tiene la capacidad de reinventar el pasado y opina que «Golpes «prosigue el incesante e imborrable trabajo de la memoria del horror argentino».
Imagen : reportepatagonia.com