?IDENTIDADES DE GENERO Y MASCULINIDADES?

VIOLENCIA SIMBOLICA Y RELACIONES DE GÉNERO

En el marco del Seminario ?Identidades de Género y Masculinidades? elegí un artículo que analiza la coacción que sufren las personas durante el proceso de socialización, impresa con tanta fuerza en la mente de las personas que solo necesita re actualizarse en la vida adulta del ser humano. La publicación se denomina ?Entre la pasión y el respeto: la violencia simbólica en los discursos amorosos que circularon en México durante la década de los años treinta(1)?, y fue escrito por Alicia Estela Pereda Alonso.

La autora inaugura el texto preguntándose de que manera los conocimientos de sentido común sobre el amor legitimaron cierta concepción normativa acerca de las relaciones amorosas, conyugales y familiares, y elige como marco de su análisis la década del 30 en México.

Analiza la revista femenina La Familia, de extensa circulación en México, como así también las composiciones musicales románticas de la época, cotejándolas con entrevistas biográficas.

La elección temporal está justificada en los procesos de migración interna que vivió México como consecuencia de la Revolución de 1910 y posteriormente durante la política de sustitución de importaciones. Estos hechos consolidaron un modo de existencia de ?lo popular? formado por las masas obreras, que dio lugar a la aparición de formas de expresión atinentes condensadas en la música, las publicaciones gráficas, la radio y el cine.

A partir de esta irrupción, políticos e intelectuales se abocaron a la tarea de consolidar la identidad nacional, donde la variable género también estuvo solapadamente presente para fortalecer la dominación masculina que podría verse afectada por el ingreso masivo de las mujeres al mundo laboral.

La autora se aboca a la búsqueda de expresiones coloquiales que connotan una valoración positiva o despectiva, bajo la apariencia de una descripción neutra y encuentra en el cancionero popular los rasgos de EL (varón) AMANTE y LA (mujer) AMADA y de su relación según la posición subordinada o equipolente que ocupara el varón en ese vinculo.

Se descubre la presencia de un lazo gozoso y platónico, donde la amada es una ?visión?, que genera en el hombre la esperanza de alcanzar un estado de superación espiritual. Imagen que contrapone a la figura de la ?hechicera?, erótica y responsable de que el hombre se pierda a sí mismo.

El amor para el hombre es una rendición, es someterse al poder malévolo de la mujer. Sin embargo, contrastando al cancionero popular, el análisis del discurso de la revista La Familia propone figuras que refieren a lo conyugal que afloran el mandato impuesto hacia la mujer de ?darse a respetar?.

Sobre el vocablo ?respeto?, Pereda Alfonso reconoce haberlo encontrado, durante su indagación, de manera recurrente a modo de ?un valor que debía darse en las relaciones interpersonales?.

Traspasado por la variable de género, la autora encontró dos acepciones: ?1) como reconocimiento del otro y, 2) como violencia simbólica(2)?.

Sobre el primer significado, observa que en las entrevistas, los varones evocaron la figura de ?visión?, y también la imagen de madre fuerte. Pero en este caso, el respeto constituye el reconocimiento de una imagen, aún en detrimento de las mujeres reales cotidianas con quienes compartían sus vidas. ¿Se puede hablar de respeto en este caso, cuando su significado habla del reconocimiento del otro en tanto ser humano real, no imagen?

La violencia simbólica se plasma en los significados utilizados para clasificar a las mujeres, detectados por Peredo Alonso en la revista La Familia y en las entrevistas personales: ?la mujer casada?, como el estado mas respetable, en contraposición a ?la soltera?, y en forma más despectiva ?la solterona?

A raíz de la mayor presencia en el mundo laboral, la revista hace mención a ?tres versiones del personaje femenino?: ?la mujer?, ?la mujer moderna? y ?la muy moderna?, presentada como excesiva, pues el trabajo fuera del ámbito doméstico tiene un tinte heroico, solo justificado por el incremento del costo de vida, o la ausencia de una figura masculina. Jamás es reconocido como posibilidad de una vocación espontánea femenina.

El reconocimiento hacia las mujeres llega a través del cumplimiento del mandato de ?darse a respetar?, y la única vía para lograrlo era a través del matrimonio y la familia. Las solteras, en su imposibilidad de conseguir un marido, fueron consideradas mujeres incompletas, sin rumbo, porque no tenían un hombre que las guíe y las oriente.

Las separadas, debían luchar obstinadamente para permanecer en el lugar de mujeres respetables, y para eso, aceptaban la tutela materna, o se subordinaban a la autoridad de un hombre, aunque eso no fuera redituable en términos económicos.

Precisamente son los hombres quienes tienen el poder de otorgar o no, ese reconocimiento respetuoso a las mujeres, siempre y cuando, estas se sometan a ciertos patrones de conducta en las cuales cumplan un papel inferior y subordinado a ellos.

Como dice la autora, la eficacia de la dominación patriarcal se sustenta en que ?no solo los varones reales, también las mujeres se adhieren a este orden gracias a la violencia simbólica que experimentan en los distintos procesos de socialización(3)?.

Para lograr esta adhesión, los significados engañosos que se encuentran en el cancionero popular, la normatividad simbólica impuesta en las revistas, los significados de lo ?respetable? impuesto por el mandato familiar van inficionando en la mentalidad femenina, permitiendo voluntariamente que se afecte su naturaleza genuina, en pos de un reconocimiento masculino esclavizador.

COMENTARIOS DEL CURSO

La violencia, entendida no sólo en su presentación más dramática, como posibilidad de infringir un daño físico, sino como dominación de un ser humano por otro parece ser la forma más común de relación entre seres humanos.

El reconocimiento de la violencia simbólica como disparador inicial y posibilitador de crueldades más atroces me pareció el primer punto de análisis. Existe un proceso de seducción, a través del cual se logra legitimar la alienación de la mitad de la población mundial, las mujeres, sometiéndolas a una enajenación de sí mismas en función del reconocimiento masculino. Y el romanticismo es el discurso que cautiva y paraliza la autenticidad femenina.

El objetivo de toda violencia es la humillación del otro, para provocar en la víctima un sentimiento de sí mismo vergonzoso, culposo y autodenigrante, generando un desvalimiento que la deja a merced de los intereses ajenos. Y la educación de los niños es una educación plagada de humillaciones, que vuelven porosos a la entrada de estos significados alienantes.

Ni mujeres, ni varones quieren volver a repetir esas historias de humillaciones. Para ambos géneros hay un conjunto de pautas que les confiere la respetabilidad social ansiada. Sin embargo, las normas son abusivas. Los hombres deben mandar, ordenar, tener poder sobre otros y otras y las mujeres deben ser subordinadas a un hombre: su marido, su padre, su hermano, etc. a fin de poder aspirar a la respetabilidad deseada.

Es cierto que no son sólo los varones los detentadores exclusivos del uso de la violencia y la agresividad, pero sí son los únicos autorizados socialmente a hacerlo. Se espera del varón que domine a otros (?humille, maestro? es una frase común en las competencias deportivas) razón por la cual están llamados a ser: depredadores sexuales de mujeres, niños y niñas, e incluso otros hombres, conquistadores exitosos, matones buscando pleitos, jefes de familia cuya palabra es ley, pero ausentes de la crianza y el acercamiento amoroso a su mujer y sus hijos.

Desde la perspectiva dominador/dominante, la primera posibilidad parece ser la más ventajosa, y seguramente lo sea. El poder, el privilegio del que se benefician socialmente, lleva a los hombres a luchar ferozmente por sostener el patriarcado. Sin embargo, conviene ver que no todo lo que brilla es oro y que esta rigidez necesaria para sostener esta coraza tiene sus costos. Y son altos.

El primero tiene que ver con la inautenticidad y la imposibilidad de explorar otras facetas humanas dentro de la propia persona. Esta rigidez y apego ?narcisista? a la figura del ?macho? les bloquea el reconocimiento de emociones distintas a la rabia: miedo, ternura, admiración, amor. La presión que ejercen consigo mismos los convierte en analfabetos emocionales, en desconocedores de sus propias potencialidades humanas, generándoles angustias y una proliferación de múltiples enfermedades psicosomáticas.

El segundo es el deterioro veloz del cuerpo a falta de una actitud de amoroso autocuidado. Uno de los artículos que comentamos en clase ?Hasta que el cuerpo aguante(4)?, nos permitió darnos cuenta de la enorme exposición masculina a riesgos de accidentes, muertes violentas por enfrentamientos entre ellos, y finalmente una expectativa de vida mucho menor.

El tercer costo es el vaciamiento de las posibilidades de la paternidad, que es un asunto que suscita mucho interés en los varones cuando se refiere al aspecto de su vida afectiva. La distancia impuesta por el modelo patriarcal que reduce lo paternal a lo reproductivo y proveedor genera mucho sufrimiento en padres e hijo/as. Recién comienza apenas a vislumbrarse una necesidad de mayor cercanía: la compañía, la enseñanza, la transmisión de experiencia de vida es una demanda cada vez más creciente de niños y niñas. Este parece aflorar como el punto de mayor sensibilidad en los varones y una puerta de acceso a la escucha de los cuestionamientos de género, que en otros aspectos (sexualidad, adicciones, violencia, jerarquías) les cuesta admitir.

Otra desventaja al mantenimiento de este esquema patriarcal para los varones es la pesadumbre que les crea el reconocerse como portadores de un deseo sexual no legitimado culturalmente. El descubrimiento de la homosexualidad, el travestismo y otras identidades basadas en el deseo sexual supone un temeroso ejercicio, cubierto por un manto de vergüenza y culpa, y un duro esfuerzo para ?salir del closet?, transito que no está exento de desprecios, mortificaciones y burlas por parte de la sociedad.

La cultura patriarcal es indigna, abusiva y vejatoria para todas las personas. Afecta principalmente a las mujeres, pero cada ser humano lleva su parte de sufrimiento en este esquema..

Pensemos en el hombre que ha sido abandonado por una mujer. La explosión de ira, pena por si mismo, desvalimiento, y violencia que forman parte de este episodio los convierte a muchos en protagonistas del múltiples feminicidios.

Pensemos en el hombre adulto que perdió su trabajo. Su hombría y masculinidad se vienen abajo al no poder cargar con el papel de proveedor familiar.

Pensemos en el joven varón que no puede entrar en el mercado laboral y en la etiqueta de fracasado que empieza a sentir sobre su frente, y el complejo de inferioridad que esto le genera.

Pensemos en el hombre que fue abusado sexualmente, o violado, en su niñez, en su adolescencia. Sufre silenciosamente en la mayoría de los casos, con una vergüenza doble, porque revelar el hecho traumático, que podría permitirle superar las heridas, le resulta imposible porque piensa que pondrá en duda su virilidad.

Pensemos en el hombre mayor, cuya potencia sexual comienza a declinar naturalmente, llevándolo a una crisis de identidad que deviene en depresión.

Pensemos en el hombre gay, en la travesti, transexuales, etc. Reconozcamos el malestar que los inunda al sentirse rechazados por una sociedad que no los contiene y les quiere hacer creer que hay algo ?desviado? en ellos.

Pensemos en el soldado que vuelve de la guerra, psicológicamente quebrado, físicamente mutilando, angustiado, solo y aislado, maldiciendo la suerte de estar vivo.

Simonne De Beauvoir dijo: ?no se nace mujer, se llega a serlo? en alusión al conjunto de mandatos que modelan las posibilidades femeninas. Creo que tampoco se nace hombre, se llega a serlo por la introyección de una serie de imposiciones, dolorosamente inhibidoras de la expresión de las frustraciones, miedos y amarguras de la vida masculina, y la imposibilidad de elaborarlas en amorosa compañía.

El feminismo tuvo un primer paso de toma de conciencia. Las mujeres seguimos explorando las múltiples formas de violencia simbólicas, que por obvias y constantes, nos pasan desapercibidas.

El estudio de las masculinidades es reciente. Y tiene que partir de ese primer paso. Generar en los varones la toma de conciencia de cómo los afecta esa violencia simbólica.. Y los paraliza. Y aunque no cabe duda que encontrará muchas resistencias, pues la mayoría de los hombres temen controvertir ese orden social que les otorga múltiples privilegios, también encontrará adeptos, porque siempre hubo nobles espíritus adelantados a su época, varones y mujeres.

Las mujeres tenemos mucha razón para sentirnos enojadas. Hemos sido maltratadas casi permanentemente, por nuestros padres, nuestros hermanos, parientes, compañeros de estudio, de trabajo, novios, amantes y esposos en una forma cotidiana, solapada, ?protectora? en ciertas ocasiones. Y en muchas otras, brutal, inhumana, con en el caso de las violaciones, los asesinatos, las esclavitudes sexuales, la prostitución, etc.

Sin embargo, en nuestro camino de cuestionadoras y feministas, iremos encontrando algunos, pocos, hombres sensibles que escuchan nuestros puntos de vistas y tienen la suficiente empatía para solidarizarse con nuestra realidad. Y tienen la capacidad de percibir cuanto afecta este sistema su propia calidad de vida en tanto hombres. Conviene entonces que establezcamos alianzas y juntos comencemos la búsqueda de un modo de vivir diferente, más igualitario, más amoroso, mas placentero y respetuoso para varones y mujeres.

* ESPECIALIDAD ESTUDIOS DE GÉNERO

FACULTAD DE HUMANIDADES

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SALTA
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(1) Pereda Alonso, Alicia Estela, ?Entre la pasión y el respeto: la violencia simbólica en los discursos amorosos que circularon en México durante la década de los años treinta ?, Revista La Manzana, Vol II. Núm. 3 Julio-Septiembre 2007

(2) Idem

(3) Idem

(4) De Keijzer, Benno, Hasta donde el Cuerpo Aguante: Género, Cuerpo y Salud Masculina, articulo publicado en Revista La Manzana, Vol. I Núm. I Enero-Marzo 2006

IMAGEN: ecatepecnoticias.blogspot.com