Banalización y desinformación de la violencia de género

Violencia de género: el doble discurso de la TV

Al ritmo de la sociedad, la pantalla incorporó la cuestión, pero con escasa información correcta y, por lo general, ausencia de especialistas. Los analistas indican que se suelen reproducir estereotipos patriarcales y que es frecuente que los casos más resonantes alimenten el show y no el debate.

Imagen : Exitoína

El tema de la violencia de género se ha instalado en la televisión desde hace un tiempo. Cada vez que surge una noticia relacionada, como por ejemplo, la condena de Fernando Farré a cadena perpetua, magazines y noticieros abordan la problemática. ¿Pero lo hacen desde un debate profundo o como despliegue de una consigna que vende?

Porque la foto de Farré ensangrentado luego de asesinar a su ex mujer, así como la del portero Jorge Mangeri observando la búsqueda policial desde el umbral del edificio cuando todavía no se sabía quién había matado a Ángeles Rawson, son imágenes que han quedado grabadas en la memoria colectiva por todo el significado que transmiten por sí mismas. La pregunta que se plantea es si son utilizadas como condimento para “un show policial” o si realmente sirvieron para abrir un debate más profundo.

Según la ley 26.485 -sancionada en 2009 por el Congreso de la Nación argentina-, de protección integral a las mujeres para prevenir, sancionar y erradicar la violencia, hay distintos tipos de violencia: física, psicológica, sexual, económica y patrimonial y simbólica. Esta última se produce “a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos que transmitan y reproduzcan dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad”.

Según dicha ley, la violencia de género se manifiesta a través de diversas modalidades que tienen que ver con la violencia doméstica, la violencia institucional, la violencia laboral, la violencia contra la libertad reproductiva, la violencia obstétrica y la violencia mediática. Por violencia mediática se entiende “aquella publicación o difusión de mensajes o imágenes estereotipados a través de cualquier medio masivo de comunicación que, de manera directa o indirecta, promueva la explotación de mujeres o sus imágenes, injurie, difame, discrimine, deshonre, humille o atente contra la dignidad de las mujeres”.

Mientras en la televisión muchos programas debaten sobre la violencia de género, al mismo tiempo se siguen sosteniendo estereotipos relativos a una sociedad patriarcal. Días atrás, con motivo de la condena a perpetua de Farré, “Polémica en el bar” trató el tema. Chiche Gelblung sostenía: “Farré estaba loco. Me parece que el juicio por jurado ya tenía armado ese veredicto, con lo cual, no sirve. Si vos tenés un buen perito que te explique por qué ese tipo estaba loco, porque estaba loco como un plumero, ese tipo tiene que ir a un instituto psiquiátrico”. “No estaba loco, lo premeditó”, lo contradijeron sus compañeros de mesa. Pero Chiche insistió: “Si lo premeditó, estaba más loco todavía”. Mientras se producía esta discusión, en el fondo de la pantalla se veía a Virginia Gallardo, la única mujer fija del staff, pasándole el trapo a la barra del bar.

Según Liliana Hendel, licenciada en Psicología y periodista especializada en temas de género: “Las novelas hablan de amor romántico como si fuera el siglo XIX y la sociedad no hubiera llegado al siglo XXI, lo cual sería muy divertido si no fuera dramático. Y el resto de los programas no incorpora la preocupación por saber de qué se trata la violencia y el patriarcado. Se sacan la coyuntura de encima. Es decir, Farré vende y su foto ensangrentada circuló por todos los medios. Ahora, también es importante decir que Farré estuvo en todos lados diciendo que si bien mató a su ex mujer, él es inocente y no un femicida, que estaba fuera de sí. Esto avala el concepto de lo inimputable y de la emoción violenta que a los abogados les encanta, sobre todo si no son feministas. Y en el mismo tiempo y en la misma época, a Higui -la mujer que estuvo siete meses presa por defenderse de una violación – no se la podía entrevistar. Entonces, el tema no está instalado, lo que hay es una foto que es políticamente correcta”.

Así, la televisión adopta un doble discurso: parece que le interesa profundizar en el debate, pero no modifica sus contenidos. Así, se lo pudo ver a un conductor dando un discurso en contra de la violencia de género en su programa de la tarde, y ese mismo día a la noche, referirse con los términos de “minas” y de “machos alfa” a los integrantes de otro programa que también conducía. “Comparativamente con 15 o 20 años atrás, el tema de la violencia de género está instalado en la sociedad, entonces la tele no tuvo más remedio que incorporarlo con mucha resistencia. Y lo incorporó en lo que se puso muy de moda en los últimos años que son los programas de panelistas. Entonces, ahí aparece mezclado con otras cosas. Nos da la sensación de que el tema está instalado pero en realidad es un engaña pichanga. El verdadero desarrollo periodístico del tema no está instalado porque no hay periodistas con perspectiva de género cobrando un sueldo como periodistas en los grandes medios hegemónicos. Algunos son free lance. Algunas, como a Florencia Alcaraz, la llaman de vez en cuando. Y después, quedan algunas figuras emblemáticas como Luciana Peker, en Radio Nacional, o Mariana Carbajal, que la dejaron un poquitito en la Televisión Pública. Y en las provincias seguramente también hay referentes que han logrado sostenerse”, reflexiona Liliana Hendel, autora del libro “Violencias de género – Las mentiras del patriarcado”, de Editorial Paidós.